FUE su monte. El de Edurne Pasaban y también el de su primo Asier Izagirre, quien acompañó a la tolosarra en cuatro de sus doce ochomiles -Broad Peak, Dhaulagiri, Kangchenjunga y Manaslu- y también lo hará en los dos restantes -Shisha Pangma y Annapurna-. "Confío al 100% en él, así que también lo podéis hacer vosotros. Somos la mitad del grupo. Faltan Alex (Txikon) y Ferrán (Latorre)", se dirige la tolosarra a sus excursionistas. Mientras se acerca la que debe ser la culminación de un sueño, los dos alpinistas guipuzcoanos ejercieron ayer de guías de lujo para una veintena de clientes de uno de sus patrocinadores, Telefónica. Y lo hicieron por unas laderas que han subido "ni sabemos las veces", coinciden. Últimamente, menos, ya que Asier vive en Donostia, en Ulia, y Edurne, en Barcelona, en el Tibidabo. "Necesitamos el monte cerca", apuntan, aunque también un gimnasio, donde siguen las tablas de José Ramón Callén, preparador físico del equipo filial del FC Barcelona que entrena Luis Enrique.
La cita es en las campas de Larraitz, donde sobre las 9.30 aparcan sendos autobuses procedentes de Bilbao y Donostia, de donde proceden los montañeros, que durante el traslado, al menos los guipuzcoanos, visionan el éxito de Pasaban y los suyos en el Makalu, en 2002. El amanecer, como la noche, había sido muy lluvioso, y el Txindoki se deja entrever entre la niebla. El día invita a estar en casa. Llovizna levemente. La tolosarra ejerce de anfitriona: "Iremos subiendo y si la cosa se pone fea, nos damos la vuelta. Decidiremos sobre la marcha". "Como en el Himalaya", apunta, entre la carcajada general, Laura Melguizo, representante de Patrocinios y Eventos de Telefónica España, y coordinadora del grupo guipuzcoano junto a Chus Herrero. "Lo que nos importa realmente es la jamada", bromea Edurne, en alusión a la posterior comida en su restaurante Abeletxe de Zizurkil. "¡Vamos!, que sólo es lluvia. Hace una semana habríamos tenido nieve", arenga Izagirre.
El grupo es muy heterogéneo, pues procede de un sorteo realizado en diciembre por el gigante de la telefonía. Los hay habituados a la montaña y también en un estado físico más limitado. Incluso, cuatro niños: dos donostiarras de diez años llamados Mikel y dos vizcainas, Ariane y Victoria, de doce. A los cinco minutos, a Edurne ya le sobra ropa. "Que conste que yo no pongo el ritmo, ¡eh! Son Mikel y Victoria los que nos llevan ahogados", señala. Los pequeños van emocionados. Ander Martínez, padre de uno de los Mikel, desvela que "mi hijo lleva toda la semana inquieto. Faltan cinco días, me decía entre semana". Y así, entre anécdotas, risas, preguntas y comentarios a Edurne, remonta metros el grupo, que cierra Izagirre.
La excursión es uno más de los compromisos adquiridos por Edurne con sus patrocinadores. "Últimamente estas actividades las enfocamos más para el ciudadano de a pie. Antes íbamos más a los grandes clientes. También lo hacemos con Iker y Xabi (los regatistas), ya sean charlas, firmas de autógrafos...", explica Melguizo. "Queremos afianzar la imagen de equipo, de lucha, pero también de seguridad", agrega la madrileña. Y es eso, la precaución, lo primero que le exigen a Edurne. "Mediáticamente, lo que más nos interesaría es que Edurne sea la primera mujer con los catorce ochomiles. Pero sobre todo le pedimos que vuelva a casa, ya sea la primera o la tercera. No hay duda que será la primera española", finiquita Laura.
"Sin presión" La inquietud por ser la primera está ahí, pero ni Edurne ni Asier la toman como una presión. "Yo antes era más cabra loca -admite Izagirre, apasionado de la escalada o le parapente-, pero un gran montañero de Tolosa, Mikel Arrastoa, un día me dio un gran consejo: Asier, el cementerio está lleno de valientes". Por ello, el principal objetivo es "acabar el proyecto de los catorce". Nada más. Y nada menos.
Ambos saben de lo que hablan. "En 2007, fuimos cinco amigos en un coche al Tallón, en el Pirineo. Compartíamos cordada, y de pronto tres cayeron al vacío. En el monte, toda precaución es poca". Por ello, y al ver que no todos los excursionistas pueden mantener el mismo ritmo, Pasaban sugiere a Nacho (Delgado), su manager, que abre el grupo que "no vayas muy rápido. Mejor ir juntos".
Tras casi dos horas de ascensión, la expedición sortea las últimas rocas que conducen a la cima del Txindoki. Edurne, muy dicharachera, se acuerda de la niña vizcaina de 12 años. "¡Vamos, Victoria!", un nombre que puede ser toda una premonición ante su inminente reto en el Shisha y el Annapurna.