La actriz y dramaturga Marga Altolaguirre confiesa que en más de una ocasión ha llegado a la conclusión de que no necesitaba seguir dirigiendo una escuela de teatro, pero un buen amigo suyo le recordó que quizás ella no, pero muchas personas que quieren dedicarse a ello sí. Así, cogiendo estas palabras, Altolagirre ha dado “un impulso renovado” a su escuela laboratorio, M. A. Studio, fundada hace más de quince años, estrenando nueva escuela en el barrio donostiarra de Herrera y ofreciendo, por primera vez, una diplomatura de teatro de tres años.
“Estoy muy emocionada. Estamos decorando la escuela a mi gusto y nos encontramos en una zona industrial que le da mucha personalidad. Siempre digo que no somos una academia, tratamos de ser algo más”, explica la directora de este centro que se fundó como escuela y como laboratorio y que ahora también ejerce como productora. “Son ya 20 años de experiencia y este es un paso muy grande. Quien tenga el gusanillo puede venir a uno de nuestros cursos de hora y media y probar, y quien quiera dedicarse realmente a esto puede conseguir una diplomatura en tres años”, explica.
En la actualidad, Gipuzkoa es prácticamente un oasis para la formación teatral, ya que existen pocas opciones más allá del Taller de Artes Escénicas (TAE) de Donostia. En caso de querer obtener un grado, además, es necesario desplazarse a Bilbao, donde se encuentra Dantzerti, la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza. “Si se quiere una licenciatura es obligatorio ir por los canales oficiales, que son centros con apoyo del Gobierno Vasco. Yo, en cambio, planteo una línea concreta que tiene que ver más con la investigación y la experimentación”, cuenta la dramaturga.
Para Altolaguirre, la escuela, más que un espacio para crear actores, debe ser un lugar con el que dotar de herramientas a los alumnos “para que cada uno pueda encontrar su propio estilo”. “Muchos de los que vienen no lo hacen pensando en que pueden tener una carrera. Vemos el teatro y el arte como un estilo de vida para aprender a quitarse las máscaras y saber quiénes somos”, señala, al tiempo que afirma que una de las claves de su metodología es la de formar a los actores para que también sean creadores.
“El teatro debe ser un medio de transformación personal y colectiva. Se trata de desarrollar un yo interior y jugar con él”, indica, asegurando que las estructuras de las artes escénicas deben de estar vivas. “Todo está pactado y no hay improvisación. Nosotras reivindicamos lo contrario”, afirma.
Libertad para conocerse
Esta línea de actuación tiene, a partir de este curso, mayor presencia gracias a la diplomatura en Artes Escénicas Integrales, “un viaje de transformación” en la que los alumnos abordan la creación escénica durante tres años desde “una mirada amplia y auténtica” con herramientas para “producir, investigar y transformar”.
Esta creación y formación, además, se lleva a cabo con “libertad”, ya que cada estudiante debe escoger “su propio camino” durante el proceso y con el euskera como uno de sus ejes. “Cada lengua hablada tiene su propia energía y su propia memoria. No es lo mismo crear en euskera que hacerlo en castellano. Es algo que también tratamos de reivindicar”, apunta.
Para quienes no deseen embarcarse en una formación de tres años, M.A. Studio ofrece laboratorios anuales con asignaturas variadas, como doblaje, interpretación, canto o cuerpo. Asimismo, la escuela no hace ascos al mundo audiovisual, ya que también prepara a los alumnos ante una cámara profesional, enseñándoles a relacionarse con ella y con la industria.
“Muchas veces lo más importante es ese primer paso que suele costar dar. La gente que viene, al final, lo hace con un impulso que les lleva a probar y a descubrirse. Es lo que llevo reivindicando desde que empezamos este proyecto”, concluye.