La inteligencia artificial ha cambiado las reglas de juego en muchos sectores, y la industria del cine no ha sido una excepción. Creadores y productores se dividen entre los desafíos éticos y morales que acarrea, principalmente en lo referente a los derechos de autor, y las oportunidades que presenta hacia el desarrollo de propuestas más inclusivas y diversas. En este marco, el Zinemaldia acogió durante su última edición una charla con varias expertas en la materia y este periódico ha tenido la oportunidad de hablar con ellas.
“Hoy en día, hay dos tendencias. Están los que ven solo los desafíos de la automatización, para quienes la inteligencia artificial solo quita puestos de trabajo y plantea muchos problemas éticos y morales, y quienes la ven como una gran oportunidad para abrir nuevos caminos de creación y gestión en el cine”, revela la cineasta e investigadora Anna Giralt Gris.
En los últimos años, la inteligencia artificial ha revolucionado la creación audiovisual y son constantes las noticias en torno a su uso, la mayoría de ellas dirigidas a limitarla. Es el caso de la última decisión de los premios Goya, que vetarán las películas que se hagan con ella. “Toda tecnología necesita de un control. La inteligencia artificial es un progreso tecnológico necesario, pero pasa por ser más claros. Hace falta fortalecer puntos de unión”, indica la productora Selva González, para quien la reacción natural de la industria cinematográfica ante las nuevas tecnologías siempre es de rechazo.
“Debemos definir las reglas de juego, sobre todo, en lo referente a los derechos de autor”
“Existen desafíos, pero también hay muchas oportunidades. Vivimos en una cultura en la que el trabajo es sinónimo de bienestar, por lo que hablar de una tecnología que alivia las cargas se ve como una amenaza, cuando, en realidad, nos tendría que ayudar a sentirnos más liberados”, opina González.
Su compañera en la charla corrobora tal percepción, al tiempo que apunta que “en un mundo capitalista, definir el papel de la inteligencia artificial es más difícil”. “Nos encontramos en un momento en el que debemos definir las reglas de juego, sobre todo, en lo referente a los derechos de autor. Una vez que lo hagamos, hay que verla como una oportunidad que nos quita trabajo de encima, normalmente engorroso y laborioso”, agrega Giralt.
Generar espacios
Estas reglas sin definir han llevado a situaciones éticamente cuestionables, como su uso para cambiar el final de una película india en la que moría el protagonista sin el consentimiento de su director, o la intención de un estudio de utilizarla para generar los 43 minutos perdidos de la película maldita de Orson Welles.
“Toda tecnología necesita un control. La inteligencia artificial es un progreso tecnológico necesario”
“Por mi experiencia personal, no creo que vayamos a ver una película hecha por inteligencia artificial compitiendo por un premio, pero hay cada vez más voluntad de generar espacios”, indica Giralt, que ha presentado cortometrajes realizados con este tecnología en festivales como Toronto o Róterdam. “Sigue habiendo mucho miedo de las instituciones y se prohíbe, por ejemplo, acceder a ayudas si se utiliza”, observa.
A pesar de estas limitaciones, la industria avanza en su uso, hasta tal punto de que los creadores de ChatGPT ya trabajan en el desarrollo de la primera película hecha íntegramente por inteligencia artificial. “Hay que proteger el derecho de autor y la libertad creativa, pero los límites nunca deberían ser estáticos”, comenta González, para quien es fundamental evitar que su uso quede limitado a las grandes empresas porque, de lo contrario, solo se utilizará para sus intereses industriales.
“En los inicios de Internet, todo era real, pero ahora cualquier información se encuentra en duda. Durante un tiempo se vio la oportunidad de una nueva tecnología que abría posibilidades de comunicación a todo el mundo y ya no es así”, indica, comparando ese momento con las posibilidades actuales de la inteligencia artificial.
A ello Giralt añade las reacciones adversas que ve a su uso entre las nuevas generaciones, quienes prefieren regresar a tiempos analógicos. “Hay más interés en veteranos en ponerse al día con ella que entre los jóvenes por usarla”, asegura, señalando que otro de los grandes desafíos es su utilización como herramienta de socialización.