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Pedro TorrijosEscritor y arquitecto

“El forofismo ha provocado que el fútbol no se considere un generador de cultura”

Pedro Torrijos estará esta tarde en Ernest Lluch Kultur Etxea para hablar de construcciones en lugares improbables en el marco del Korner Festibala

“El forofismo ha provocado que el fútbol no se considere un generador de cultura”N.G.

Desde hoy y hasta el 14 de agosto se podrá ver en Ernest Lluch la exposición La fuerza del fútbol, donde se explora cómo el fútbol es capaz de parar guerras o de crear a su alrededor todo tipo de iniciativas, entre ellas la Kingtxaleague, una liga de Intxaurrondo que ha sido capaz de cohesionar a la juventud de ese barrio.

El arquitecto y escritor Pedro Torrijos hablará de 19.00 a 20.00 horas sobre otra parte de la exposición que también muestra la capacidad del fútbol de cambiar las cosas: estadios construidos en lugares impensables, desde campos flotantes hasta fronteras de países que pasan por el medio del lugar de juego. Tras él, representantes de la Kingtxaleague contarán sus experiencias en torno a su liga.

¿Qué le parece Donostia a nivel arquitectónico?

Lo primero que hay que decir es que no soy un experto en arquitectura, yo sobre todo soy un narrador. Dicho esto, he estado muchas veces en Donostia y la conozco bien, es una ciudad muy chula. Me parece muy interesante. Una ciudad de tamaño medio, desde el Kursaal hasta toda la arquitectura decimonónica, con las partes más cercanas al Urumea y al mar y a La Concha, todo hace que el lugar sea fantástico.

Donostia es una ciudad con muchas iniciativas culturales.

Me han invitado a varios festivales y llevo ya bastante tiempo viniendo a Donostia. Hace un mes estuve con el Instituto de Arquitectura de Euskadi, hablando de cine y presentando una película en el Convento de Santa Teresa. Es una ciudad con una vida cultural muy intensa e interesante. El año pasado también estuve en el Festival Crossover, de series de televisión, y he hecho varias presentaciones de libros. Es una ciudad a la que voy con relativa frecuencia.

La iniciativa Korner Festibala mezcla fútbol con cultura. ¿Le gusta el fútbol? ¿Es usted muy forofo?

A mí me gusta mucho el fútbol pero no soy para nada forofo. Creo que cuanto más forofo eres, menos te gusta realmente el fútbol. Hace ya bastante tiempo un amigo mío me dijo que a mí no me gustaba el fútbol. Y yo le dije que se equivocaba: “A quien no te gusta es a ti, porque lo único que te interesa es que gane tu equipo”. Por eso no soy nada forofo. Hace bastante que me desconecté de cualquier pertenencia grupal en torno al fútbol.

Korner Festibala une fútbol y cultura, dos mundos que muchas veces se perciben como totalmente diferentes el uno del otro.

La culpa es del forofismo. Aunque es de baloncesto, me sirve como ejemplo una pregunta que le hicieron a Manu Ginóbili, uno de los mejores, si no el mejor, jugador argentino de baloncesto de todos los tiempos. Después de haber ganado un partido con la selección argentina le dijeron a ver “si le habían echado huevos”. Y él dijo, “mire, estoy cansado de que crean que al baloncesto se gana con huevos. ¿Sabe cómo se gana? Jugando mejor. Y lo que hemos hecho nosotros es jugar mejor”. Y esto me vale también para el fútbol. Esa forma de ver las cosas te quita la perspectiva de que el fútbol es un generador de cultura desde hace muchísimo tiempo. No solo en los márgenes, sino incluso en circunstancias mejores. Al final, con las posiciones tan enconadas que se suelen tener, es como si el fútbol diera exactamente igual.

La exposición del centro cultural Ernest Lluch se centra en esa otra cara del fútbol. Su intervención en la presentación se centrará en el caso del Panyee FC en Tailandia.

La historia del Panyee FC es una historia muy curiosa. Hace dos siglos en Tailandia no se permitía a los inmigrantes poseer tierras, y los pescadores de Java decidieron crear un pueblo totalmente flotante, Koh Panyee, construido sobre pilotes en el lecho marino de la bahía de Phang Nga. Unos chavales de allí vieron por la tele el segundo gol de Maradona en los cuartos de final del Mundial de 1986 y quisieron jugar al fútbol. Y como no había ninguna manera de jugar a fútbol, porque no tenían ni campo, pues construyeron uno flotante. Hoy en día sigue existiendo, en una versión actualizada, con un mantenimiento y con sustitución de piezas, pero ahí sigue. Como el campo era pequeñito, y si le dabas fuerte el balón se iba al agua, los chavales desarrollaron un muy buen control de pelota, y cuando se apuntaron a ligas regionales resultó que eran muy buenos porque no rifaban el balón, porque lo controlaban y lo jugaban al pase corto.

Algunos de los estadios que se pueden ver en la exposición, como el del Panyee FC, son construidos en lugares donde parece impensable que se pueda hacer. ¿Esas construcciones son técnicamente buenas?

Es prácticamente la única idea posible. Al final, tiene un poco que ver con el redescubrimiento del sentido de la maravilla, con cómo las personas se las ingenian para sortear dificultades por un lado y también a veces cómo esas dificultades les afectan. Tiene que ver con cómo nos enfrentamos al territorio y a sus cambios.

El tema de la exposición es ‘La fuerza del fútbol’ y se muestra cómo este deporte ha sido capaz de parar incluso guerras durante unos días, por ejemplo la tregua de Navidad en la Primera Guerra Mundial. ¿Cree que el fútbol ha perdido un poco la capacidad de unir a la comunidad?

Es que hace ya mucho tiempo que el fútbol a gran escala es solo un negocio. El hecho de que la Supercopa de España se juegue en Arabia Saudí, que el Mundial se dispute en Catar… Lo que llaman sportwashing: jeques que vienen de países no democráticos para lavar la imagen de sus países gracias al fútbol, y todo eso en realidad tiene poco que ver con el fútbol o con el deporte, más bien con una cuestión exclusivamente económica. Hace mucho tiempo que el fútbol a gran escala tiene poco de deporte y mucho de negocio.

¿Y cómo ve esa situación en el mundo de la cultura?

Es que la cultura es un mundo demasiado complejo y grande. En cultura hay de todo. Desde el libro superventas más malo hasta el superventas que es muy bueno, que también los hay, hasta libros fantásticos que no venden porque las editoriales no los apoyan. Al final dependes también de golpes de suerte, y de cuestiones de marketing, que efectivamente tienen una parte de negocio. Pero es como todo. Las posibilidades de ver bandas de música un poco distintas, como eran Radiohead o Daft Punk en los 90, ahora son más escasas, porque es todo más un negocio que antes… Al final el dinero se acaba llevando casi todo por delante.

El año pasado publicó su último libro, llamado ‘La pirámide del fin del mundo’.

Sí. El libro contiene una serie de narraciones en torno al territorio y a cómo afecta este a las personas. Es un libro sobre la condición humana, sobre personas y cómo les afecta y se ven cambiadas por el territorio. De hecho, en el libro aparece la historia del Panyee FC, es una de las 50 historias que cuento.

Además de haber publicado varios libros, también hace un ejercicio literario en redes sociales todos los jueves bajo el hashtag #LaBrasaTorrijos donde cuenta historias y congrega a una gran comunidad de lectores. ¿Es muy diferente el ejercicio de escribir un hilo de X y una novela?

El público es distinto, requiere de otros códigos. Cuando tú estás funcionando en redes quieres captar la atención de manera rápida, aunque luego ya te tomes tu tiempo para desarrollarlo. Cuando es un libro, la persona ya lo ha comprado, no necesito captar su atención con la primera frase, me permite desarrollar un estilo un poco más enroscado, más voluptuoso, más ciertamente literario.

¿Cuáles son sus planes este año?

Entre finales de septiembre y comienzos de octubre publicaré un nuevo libro. Es un ensayo literario muy potente. Va a hacer mucho ruido pero todavía no puedo decir nada. Solo que no irá en la línea de lo que he publicado hasta ahora.