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Oteiza en blanco y negro (o casi)

Dentro de las jornadas fotográficas organizadas por el Photomuseum de Zarautz, Sanz Enea acoge una muestra fotográfica que repasa los hitos más importantes del escultor de Orio

Oteiza en blanco y negro (o casi)Ruben Plaza

“No se puede negar que Jorge Oteiza era muy fotogénico”. Quien así se expresa es Martxel Altuna, director del Photomuseum de Zarautz en una visita guiada particular que realizó con este periódico a la exposición Oteiza, de foto en foto, que se encuentra instalada en la casa de cultura Sanz Enea de la localidad. La muestra es una de las tres exposiciones que ha organizado el citado museo dentro de sus XXXII Jornadas Fotográficas 2025, que se completa con Diente de leche, de Silvia Ayerra, que puede verse en las instalaciones del centro, y Flysch, de Martín del Busto, que se puede visitar en Torre Luzea.

Oteiza, de foto en foto, defiende Altuna, “no es una exposición canónica” que repasa toda la biografía del escultor nacido en Orio. Se trata de una iniciativa que partió del cineasta y el que fuera subdirector del Bellas Artes de Bilbao, José Julián Baquedano, y del responsable de la empresa de servicios culturales Ikeder, Alejandro Zugaza Miranda. Estos se pusieron en contacto con el Photomuseum, a raíz de una investigación de Baquedano que próximamente verá la luz gracias a la editorial Pamiela. Como consecuencia de dicho estudio, Baquedano ha recopilado un buen número de fotografías protagonizadas por Oteiza y de las que en Zarautz puede verse ahora una selección.

Altuna explica que la muestra de Sanz Enea se ha diseñado contra el tiempo y que, por eso, más que una visión cronológica de la vida y obra del autor, es una sucesión de hitos en su vida. Todas las imágenes son en blanco y negro y de pequeño o mediano formato, a excepción de la última que cierra el recorrido, un escorzo de 1997 en el que destaca la característica bufanda roja del escultor y en el que se le observa disfrutando de un puro.

Los orígenes

La primera sala arranca con una serie de instantáneas dedicadas a su infancia, su juventud y su familia. Si bien Oteiza nació en Orio en 1908, pronto se trasladó a Donostia, de donde era su madre, porque en la capital sus padres regentaban un negocio hostelero que acabó cerrando en la década de 1920 debido a la prohibición del juego decretada por la dictadura de Primo de Rivera.

Oteiza trabajando en los apóstoles de Arantzazu.

Las instantáneas familiares se completan también con retratos de la que fue pareja de vida del artista, Itziar Carreño Etxeandia. Se puede ver, por ejemplo, una foto de 1938 de la boda de ambos en Argentina.

El exilio latinoamericano marcará mucho la figura del escultor. No obstante, este itinerario también deja constancia de sus primeros pasos, por ejemplo, con el pintor ordiziarra Nicolás de Lekuona o con el también pintor Narkis Balenciaga

Para 1935, el artista, que inició la carrera de Ciencias Químicas y Medicina en Madrid que, posteriormente, abandonó, ya había ganado algunos premios para artistas noveles en Donostia. Viajó a Argentina en 1935 en el vapor Arantzamendi. Le acompañó Balenciaga y, de hecho, la muestra exhibe una imagen tomada en Buenos Aires, en una comida en honor de los dos artistas, organizada por Acción Nacionalista Vasca, antes del fallecimiento del pintor de Arraun en México, en noviembre de aquel mismo año.

‘Oteiza, de foto en foto’ puede visitarse en la Casa de Cultura Sanz Enea de Zarautz, dentro de las Jornadas Fotográficas del Photomuseum

El estallido de la Guerra Civil provocó que Oteiza no retornase a Euskal Herria hasta 1948. En ese tiempo, entre otras prácticas, se dedicó al trabajo de ceramista, incluso, impartiendo clases, tal y como atestigua una fotografía tomada en la Escuela de Popayán, en Colombia. En aquel país, en Bogotá, concretamente, Oteiza colaboró con una placa realizada en 1945 para el parque en homenaje al bombardeo de Gernika que la citada ciudad inauguró ese mismo año.

A su retorno a Euskal Herria, en 1948, se asentó en Bilbao. Fue entonces cuando comenzó a colaborar con otros artistas del Estado. Una imagen de noviembre de 1950, junto a Eugenio D’Ors, registra su participación en la exposición colectiva en la Galería Biosca, dentro de la séptima edición del Salón de los Once, organizada por el citado crítico falangista.

Continúa la muestra con otros momentos congelados en el tiempo. Es el caso de la inauguración de una escultura de Oteiza al término de una escalera de caracol diseñada por Rafael de la Hoz en la Cámara de Comercio de Córdoba, y en la que le acompañan varios miembros del Grupo Espacio, movimiento impulsado por José Duarte y Juan Serrano, y que en el propio Oteiza influyó para su creación.

La Bienal de São Paulo

El Grupo Espacio, por su parte, dio pie al Grupo 57, en el que Oteiza participó en unos primeros pasos pero que acabó abandonando al no estar conforme con su manifiesto fundacional. En ese mismo 1957 en el que surgió ese grupo artístico, el escultor participó en la Bienal de São Paulo, hito en el que Oteiza, de foto en foto pone especial énfasis. Se reproduce la conocida fotografía en la que el rostro de Oteiza, con bigote, queda enmarcada con la escultura que le hizo ganar el Premio Presidencia de la República –el artista presentó en esta bienal 29 piezas clasificadas en diez familias–.

Arantzazu y ‘Aita Donostia’

La exposición en Sanz Enea continúa en un pequeño pasillo que separa las dos estancias principales de la sala de exposiciones. En este espacio estrecho, el equipo del Photomuseum ha aprovechado para reproducir algunas de las obras más significativas de Oteiza, como hiato en el discurrir entre hitos.

La única fotografía a color de la exposición.

Sigue la visita con dos de esos momentos culmen de la trayectoria del escultor. A un lado se reproducen fotografías de su aportación a la renovación de la basílica de Arantzazu, con la propuesta de los trece apóstoles del friso de la portada del templo. Enfrente, en cambio, se exhiben fotografías de la estela funeraria que Oteiza dedicó a Aita Donostia y que se instaló en el monte Agiña en 1959. 

El grupo Gaur

A este espacio le sigue otro dedicado a las personalidades y otros artistas con los que se relacionó el de Orio. Obviamente, entre estas se encuentra la icónica fotografía de 1966 del Grupo Gaur, del que ya no queda nadie vivo desde el fallecimiento de su último integrante, José Antonio Sistiaga, en junio de 2023. Sistiaga y Basterretxea se repiten en más de una imagen con Oteiza, demostrando la cercanía entre estos artistas.

Destaca, en esta sala en la que concluye la exhibición, una imagen de Basterretxea y Oteiza en el cementerio de Tolosa en 1977, frente al féretro de Ixaka López Mendizabal, fabricando una máscara mortuoria a partir de su faz. “Es una foto algo dura, a la que ya no estamos acostumbrados”, comenta el director del Photomuseum.

Las “primeras firmas”

Si algo resalta Altuna de las 80 fotografías que componen la exposición en Sanz Enea es la de la gran cantidad de “primeras firmas” con las que se codeó Jorge Oteiza, tanto en el Estado como en el extranjero.

Unas 80 imágenes componen un itinerario no cronológico, que se centra en los hitos principales de la vida del artista

Si aquellos con los que uno se codea acaban por engrandecerle, Oteiza, que ya era grande, adquiere tintes de titán descomunal a medida que uno toma conciencia de los personajes con los que convivió. Los artistas Franz Weissmann, Julio Le Parc, Agustín Ibarrola, Iván Serpa y Julio Antonio Ortiz; los escritores Miguel Pelay Orozco, Elías Amézaga y Jose Luis Merino; el bertsolari Xalbador; el fotógrafo Arturo Delgado; el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza... son sólo algunos con los que el oriotarra se codeó y que también desfilan en este selecto álbum fotográfico, que se completa con una recopilación de libros, expuestos en vitrinas, que el propio artista, como prolífico escritor que era, publicó en vida y en los que reflexionó sobre la esencia misma de la práctica artística.