El programa Diálogo de Cineastas, organizado por la Diputación de Gipuzkoa en el convento de Santa Teresa de Donostia, ha acogido este martes una charla entre la realizadora navarra Helena Taberna y el escritor sevillano Isaac Rosa, a cuenta de la adaptación al cine de la novela Feliz final que la directora ha llevado al cine con el título Nosotros. Tanto el libro como la película hablan del fin del amor de una pareja y de los motivos cotidianos que llevan a que el amor se acabe, de tanto usarlo.

Pregunta para Helena Taberna, ¿qué le interesó de la novela ‘Feliz final’?

Helena Taberna (H.T.): Todo. Me conmovió mucho, me movilizó. Me pareció que era profunda y planteaba un exceso de banalización en lo que se refiere al amor. Eso fue el remate que me convenció. También supe desde muy pronto que era una novela inadaptable, pero con un tema muy atractivo.

Sin embargo, la ha adaptado. 

H.T.: Me reuní con él, le presenté mi planteamiento para la película. Resulta que también es muy cinéfilo y que tenemos gustos parecidos. La novela tenía muchos pretendientes, pero tuvimos una afinidad y pusimos en marcha la producción. Para mí Isaac ha sido un apoyo desde el principio.

Isaac, ¿qué le convenció de la propuesta de Taberna?

–Isaac Rosa (I.R.): Como dice Helena, Feliz final es una novela muy poco cinematográfica y difícil de trasladar a la gran pantalla, por la manera en la que está contada. Lo que me interesó de su propuesta es, primero, que era ella quien la hacía, una cineasta con una trayectoria y una mirada que me interesa mucho. Segundo, como dice ella, tuvimos mucha afinidad. No es solo que nos gustase el mismo tipo de literatura o de cine, sino que ambos compartimos una visión sobre qué película podía salir de aquí, aunque luego fue cambiando mucho.

Cuando un proyecto cambia de manos suele transformarse.

I.R.: A Helena le ha costado mucho sacar adelante el proyecto y, desde el inicio, tuve claro de que este era un proyecto de ella. Es una película inspirada o basada en mi novela, pero no es una adaptación como tal. Al mismo tiempo, aún sabiendo que era su película, yo también la sentía como propia. Ella ha compartido conmigo todo el proceso.

Como escritor y padre de la novela, ¿no sintió algo de vértigo al dejarla en manos de otra persona? 

I.R.: No. En ese sentido, cuando novelas mías, que también eran inadaptables, se han llevado al cine, he tenido buenas experiencias. No tengo ningún tipo de recelo con lo que hacen con mis novelas. Me parece que después de que uno escriba y de la misma manera que el lector o el traductor la interpretan, los cineastas también la hacen suya. Aún más, si se hace con la honestidad, el respeto y el cariño con el que trabaja Helena.

‘Feliz final’ y ‘Nosotros’ plantean la historia de amor de un matrimonio que, por fin, decide separarse. ¿No es el hecho de romper una relación, el saber que ya ha terminado, el que le da valor?

H.T.: Yo no sé si termina... Estrenaremos el 28 de febrero y no conviene desvelar qué pasa con ellos. Desde luego, sí que pasa algo diferente que en el final de la novela, sobre todo, por la forma en la que ocurre la despedida. La película sí que ahonda en esa necesidad de amarnos mejor o separarnos mejor. Hay un brote de ternura en la pareja que me parece hermoso de la aceptación de lo inevitable del final del amor. 

Me refería, más bien, a aquello que decía el poeta Alfred Tennyson: “Más vale haber amado y haber perdido, que nunca haber amado”.

H.T: Por supuesto, y eso está ahí. La estructura de la película, de hecho, incide en los recuerdos. Es normal recordar algún momento maravilloso de tu vida en pareja, para dar paso a la memoria de otra bronca espantosa que tuviste en el mismo lugar. A mí siempre me han interesado las zonas intermedias. Estamos acostumbrados al cine que termina con la boda de los protagonistas o al que empieza con el conflicto de la pareja, pero no a un cine que ahonda en lo cotidiano y en los desgastes que nos van minando el alma de una historia de amor que comenzó poderosa.

¿Son románticos?

H.T.: En el fondo creo que soy romántica, pero en la trastienda. En todo caso, practico el romanticismo exigente y que no sea para nada blando. El falso romanticismo y todas sus manifestaciones estéticas me parecen lo peor de lo peor. El romanticismo sería un concepto demasiado grande como para definir.

I.R.: En el último tiempo ha habido mucho debate sobre el fin del amor romántico y sobre que hay que darle la vuelta al amor romántico y darle una alternativa. Pero hasta ahora lo único que se ha conseguido es denostar el amor romántico, sin proponer una alternativa que no se base en una falta de vínculo, en el desapego o en el intercambio rápido. Lo que habría que conseguir es quitarle al amor romántico todo lo que no es bueno y salvar la intensidad, la pasión, el compromiso y la entrega.

Pero el fin del amor romántico también se da porque la sociedad es líquida y ya no existen los compromisos duraderos. Siempre ha habido cine sobre el desamor, pero en el último tiempo aparecen obras que también hablan de esto. Ahí está ‘Volveréis’, de Jonás Trueba...

H.T.: Vuelve a aparecer el miedo. El miedo suele aparecer en la pareja como el miedo a la ruptura y ahora aparece el miedo al amor como miedo al dolor. Ahora se sufre por desamor mucho más que en otras épocas. Isaac ha comentado alguna vez que el duelo de una ruptura resulta más traumático que el de una muerte. ¿Cómo construimos los finales? La tesis de la película es que el amor existe, que se acaba y que no hay culpables. La existencia de la no culpabilidad evitaría mucho del rencor de la parte que se siente abandonada. El amor se acaba simultáneamente, lo que puede haber es un mayor miedo a afrontar la soledad o miedo a perder el confort de la forma de vida que tienes.

Quizá una de las críticas que se puede hacer es el sistema en el que vivimos es que solo está pensado para vivir en pareja. Tener una pareja da más garantías que no tenerla.

H.T.: Que el libro y la película den para reflexionar sobre ello me parece un acierto. Tendemos a no pensar en muchas de estas cuestión, pero reflexionar sobre lo que nos ocurre también puede ser una fuente de placer.

‘Nosotros’, como la novela ‘Feliz final’, es una película de personajes. ¿Cómo ha trabajado con María Vázquez y Pablo Molinero, que ejercen de protagonistas?

H.T.: He disfrutado lo que no está escrito y he arriesgado mucho en el rodaje. He filmado secuencias muy planificadas y otras improvisadas. Tuve mucha suerte con el casting y con la posibilidad de poder ensayar en el piso en el que, finalmente, rodamos. Primero nos fuimos a una casa rural para que se conociesen. En muchas ocasiones estaban ellos solos, trabajando la complicidad de la pareja. Conseguí que el apartamento en Bilbao, nos lo dejasen días antes. Quería que en la película se viese que esa casa estaba habitada por esos actores. Todo eso importa muchísimo. Me empecinado en que toda la película tuviese esa verdad y lo he conseguido.

Isaac, ¿ha aprendido algo sobre la propia novela una vez vista la película?

I.R.: Sí. Es algo que pasa cuando escribes una novela y te empiezan a leer. Aprendes de lectores comunes, de críticos, de quien la interpreta. Recuerdo unas palábras de Rafael Chirbes que decían que los autores raramente tienen la lucidez suficiente para saber lo que estaban haciendo, hasta el final. Hay una parte de ti que es racional que cree que sabe lo que haces. Incluso una vez hecho, miras hacia atrás y haces tu propia versión de cómo fue aquello, piensas que lo controlabas mucho más, cuando la realidad es que predomina un elemento de pura intuición y un elemento accidental de cosas que se te cruzan. En este caso, cuando llega una lectora de lujo como es Helena, te hace ver algo que quizás intuías, pero no eras totalmente capaz de ver.

H.T.: En ese sentido, el hecho de que a Isaac le gustase y el conmoviese el primer corte que le pasé de la película fue muy importante para mí. Quién mejor que él para saber si había conseguido llegar a la verdad de lo que contaba en la novela.