Lo de los premios Iris de la Academia de la TV de esta semana ha sido una chapuza gigante en todos los sentidos que desacredita el valor de los premios y de la institución. Los fallos a nivel técnico fueron continuos en la previa (la alfombra roja) y en la gala de entrega. A cada rato la imagen se iba a negro o el sonido desaparecía durante un tiempo largo y cuando tocaba dar un premio metían el vídeo de otro, todo terriblemente triste y lamentable. Pero nada nuevo, que es aún peor, después de 26 ediciones.
Esta vez el despropósito también se extendió a la alfombra roja. Le tocó cubrirla a Inés Hernand, a quien se le presupone un desparpajo que no fue suficiente para suplir un poquito de trabajo y preparación previa para disimular su gigantesca ignorancia para aprenderse, como mínimo, que el gran Jesús Hermida (que da nombre a un premio) lleva diez años muerto y, por lo tanto, fue imposible que ella lo viera por allí “sin pena ni gloria”. La frase textual, para bochorno de todos, fue: “Ha pasado por aquí Jesús Hermida sin pena ni gloria, no le he podido hacer ni media pregunta”.
Pero es que tampoco sabía quién era Manuel Campo Vidal, conocido periodista y presentador durante décadas y anterior presidente de la Academia de la TV, que es quien contrató a esta chica para que cubriera la alfombra roja, que acabó convirtiendo en un chiste de mal gusto con más referencias a su “coño” (del que no paró de hablar pensando que así es más moderna) que a cualquiera de los profesionales de la tele que pasaron por allí, de los que presumía de no tener ni idea de quiénes eran si superaban los 40 años, y daba igual que dieran nombre a un premio, lo entregaran o recogieran (tampoco tenía ni idea de quién era Patxi Alonso, que recogió el suyo por Atrápame si puedes). Hernand prefirió rellenar el tiempo hablando de su coño, abrazando a sus colegas y haciendo sorna de quien peinaba canas en un lamentable ejercicio de edadismo. Todo mal.