La librería TROA Zubieta, la más antigua de Gipuzkoa, celebrará mañana y pasado su 65º aniversario con actividades en las que participaran los escritores Harkaitz Cano, Marta Sanz y Sabina Urraca, y la exlibrera Inés García. Adolfo López Chocarro, librero de cabecera de muchos donostiarras y presidente del Gremio de Libreros de Gipuzkoa, repasa la historia del comercio que regenta, habla de la compra y lectura de novelas por parte de los jóvenes, de las amenazas que viven los comercios locales y recomienda un par de títulos para los lectores.
A los 65 uno piensa ya en jubilarse...
Nuestra librería no, para nada. Al revés, estamos en plena juventud. Estamos en un momento muy bonito y muy dulce. Después de muchos años de tener un proyecto y una idea de lo que nos gustaría que fuese Zubieta, estamos recogiendo muchos frutos.
65 años son muchos años. ¿Cómo nació TROA Zubieta?
Surgió en los años 50, en los fríos años de posguerra. Una serie de personas, sobre todo, en Madrid en 1951 crearon el grupo TROA y empezaron a pensar que había que abrir librerías, en principio, de carácter escolar y universitario. En 1959 buscaron a una serie de personas para abrir una librería en Donostia, de carácter escolar, con papelería y que llegó, incluso, a tener música. Se abrió en la calle San Marcial 11, esquina con la calle Bergara. Cuestiones inmobiliarias hicieron que en 1987 se trasladase al local de la plaza Gipuzkoa 11, aprovechando que la Biblioteca Foral se encontraba enfrente, con lo que había mucho tránsito de estudiantes.
El local de la plaza Gipuzkoa es bien recordado por muchos.
Sí. En los 90 entraron nuevas generaciones de libreros, Ana Rosa de Miguel y Miguel Ángel Nuñez, y cambiaron el rumbo de Zubieta hacia algo más literario, buscando otro tipo de público, y abriéndose a la ciudad desde lo cultural. Cuando entré yo en los 2000 se dio la confluencia de dos factores: esa voluntad de tirar hacia lo literario y de ser un espacio abierto a la ciudadanía. Eran ideas que también se empezaron a mover en el sector entre las librerías independientes y las editoriales. Creo que Zubieta cogió bien la txanpa.
En 2016 cambiaron de nuevo de local a su ubicación actual en Reyes Católicos.
La gentrificación y la turistificación de Donostia nos tocó de nuevo y el edificio de la plaza Gipuzkoa lo compró el hotel que está actualmente –Roomate Gorka Hotel–. Buscamos un sitio con mucha vida, un punto de barrio y, sobre todo, que tuviera un espacio para desarrollar actividades que permitiesen generar un sentido de militancia a las comunidades de lectores, que es lo que va a mantener la comercio local
Zubieta tiene una clientela fiel.
Después de años de asistir a presentaciones, clubs de lectura... la gente ha adquirido una actitud militante. Estamos muy contentos y agradecidos a toda esa gente que nos ha apoyado durante todos estos años.
¿Cómo van a celebrar el aniversario?
Mañana se celebra el Día de las Librerías en el Estado y dos padrinos a los que tenemos mucho cariño, Harkaitz Cano y Marta Sanz, hablarán sobre el último libro de esta, Los íntimos, que se enmarca en el mundo de las librerías. Ahí arrancará la fiesta, invitaremos a la gente a tomar algo, haremos un sorteo... El martes seguiremos las celebraciones con un acto que hemos incluido en Literaktum, una conversación entre la escritora donostiarra, pero que lleva tiempo exiliada, Sabina Urraka, y la exlibrera Inés García.
Que una librería cumpla 65 años, desde luego, es algo a celebrar. Aún más cuando parece que la tendencia es la contraria...
El comercio pequeño de ciudad que tiene que pelear con el incremento desmedido de las rentas, con cómo de repente un edificio se convierte en un hotel, con cómo cambian de un día para otro las dinámicas de tu zona... En el mundo del libro, además, la rentabilidad es muy pequeña. Hay que tener mucho movimiento y mucha militancia de gente para salir adelante. También tenemos gente valiente que ha apostado por abrir librerías como el Ágora de los Libros en Gros o Ebla en Egia. Lo que debe buscar el pequeño comercio la conexión con el barrio y con la gente para que de verdad vayan a apoyarte a ti y no a grandes superficies grandes, marcas o plataformas digitales.
¿En una localidad mediana o pequeña es más difícil que en una grande?
En Donostia lo vamos a tener cada vez más difícil porque estamos siendo expulsados a la periferia. En la periferia de Madrid viven miles de personas, pero aquí no. Pero repito, la respuesta no solo es el producto, también lo es el servicio: que la gente tenga una buena experiencia en la compra y le merezca la pena desplazarse diez minutos más, a cambio de recibir calidad humana.
Les consideran prescriptores de cabecera.
Lo que nos enorgullece es que nuestro tipo de cliente no es el que viene a consultar el último best-seller, que también, sino que es gente que viene a que le recomiendes o le descubras algo. Si te quieres distinguir de un algoritmo, lo que tienes que hacer es charlar, conocer y conectar con el cliente.
¿Qué dos novelas recomendaría a los lectores de NOTICIAS DE GIPUZKOA?
Ya que la tendremos con nosotros, recomendaría el libro Los íntimos, de Marta Sanz, para un adulto. Es un poco cañero y me recuerda un poco a lo que hacía Chirbes en sus diarios. Después de Lección de anatomía, a Sanz parece que se le ha afilado al colmillo. Ya tiene una edad que está un poco de vuelta de todo y parece que ha querido ajustar algunas cuentas con el sector editorial. Es muy divertido y habla de ese mundo no solo desde la intelectualidad, sino desde el faranduleo. Para alguien que quiera buscar no solo las luces, sino también las sombras de los mundillos culturales, está bien. A nivel juvenil voy a rescatar un libro que no es reciente pero que se hizo famoso hace poco en redes sociales: Reencuentro, de Fred Uhlman. Cuenta la historia de dos amigos alemanes de 16 años, justo antes de ascenso de Hitler y de la Segunda Guerra Mundial, y cómo cada uno acaba en posiciones distintas, pero acaban reencontrándose. Es una maravilla para estos tiempos en los que el trumpismo ha llegado al Antropoceno y en los que las personas no son adversarias sino enemigas. Habría que empezar a reivindicar libros que fomenten puntos de unión.
Como librero y como presidente del Gremio de Libreros del territorio, ¿cómo vivió el cierre de Lagun?
El cierre de cualquier librería es una mala noticia para la ciudad. Aún más en el caso de Lagun, que gozaba de un gran prestigio a muchos niveles. Yo lo viví como un drama. Lagun era una librería impresionante y espectacular, con un gran fondo, pero ya no sólo es eso. Pero hay que modernizar la manera de conectar y de comunicarte con los lectores, tener un gran movimiento, desarrollar actividades, moverte en redes sociales...
Citaba al algoritmo. ¿Es Amazon la mayor amenaza para las librerías?
No es tanto Amazon como la forma en que las nuevas generaciones compran. Desde la Federación Mercantil y el Gremio de Librerías de Gipuzkoa hemos hecho algunos estudios que revelan que entre los jóvenes las compras son mucho más impersonales, que no se tiene tanta relación con los responsables de cada comercio. La ventaja que tenemos las librerías con respecto a Internet es que el precio de los libros es fijo, eso nos protege. Hay estudios que dicen que el 70% de los que compran libros lo hacen en librerías. Del 30% restante, un veintipico lo hace en grandes superficies y solo entre el 5 y el 7% lo hace en Amazon. La gente sigue prefiriendo ir a las librerías a consultar y tocar el objeto. Habrá que ver cómo hacemos para trasladar a las nuevas generaciones que den valor al trato humano y a las compras no sólo como hecho económico, sino como hecho social y político.
Tras la pandemia, las librerías independientes del Estado crearon la plataforma todostuslibros.com que permite al interesado consultar el stock y reservar ‘online’ los volúmenes que le interesen en las librerías. ¿Cómo ha funcionado dicha iniciativa?
Es un modelo único en el mundo. De hecho, hace poco, en un congreso de libreros que se hizo en Pamplona, los franceses y los alemanes alucinaron porque no tienen nada parecido allí. Que se disponga, a tiempo real y de forma gratuita, del stock de las librerías y las distribuidoras, les sorprendió enormemente, como les sorprendió la filosofía de colaboración entre todas las librerías, más allá del proyecto propio de cada una. A nivel de cifras de visitas, se cuentan a millones. Hay librerías que han llegado a facturar 23.000 euros solo por reservas a través de esa web.
Hablando de datos, ¿se compra literatura?
Sí. Tras la pandemia hubo un subidón y pensábamos que iba a volver a bajar pero no lo hizo. No sólo quedó en ese valle alto, sino que vemos que mucha gente que se ha reincorporado a la lectura se ha quedado. Es más, la gente se está apuntando a clubs de lectura, o crea sus grupos con gente del trabajo, o amigas que se reúnen una vez al mes para charlar sobre los libros que han leído... Los autores nos dicen, además, que no dan abasto de todas las invitaciones que reciben de librerías y eventos. Frente al individualismo del digital, creo que la gente ha reconectado entre sí a través de los libros, que te dan la excusa para juntarse de forma física. Y no sólo es gente mayor, hay de todo: hombres, mujeres, jóvenes, mayores... Hay una diversidad tremenda.
¿Y los jóvenes leen?
Ha cambiado el paradigma. Antes el joven que leía era considerado un friki, ahora es algo normal e, incluso, cool. Todavía seguimos sorprendidos porque ha cambiado en poco tiempo.
¿A qué responde ese cambio?
Que leer se haya normalizado es una maravilla. Las redes sociales como TikTok o Instagram han ayudado a ello con la gran cantidad de booktubers que recomiendan libros, y luego también están las plataformas de streaming que, en un inicio, parecían los enemigos. Muchas de las series que estrenan son adaptaciones de sagas literarias con muchos volúmenes y los jóvenes buscan los libros para continuar las historias cuando acaba una temporada. La gente joven se está enganchando y no sólo a las historias o al libro digital. Las editoriales se están dando cuenta de que también les gusta el objeto