Tras presentar en la Sección Oficial del Zinemaldia Loreak (2015), Handia (2017) y La trinchera infinita (2019), los Moriarti volverán este sábado al Festival y lo harán para clausurar la sección Perlak en el Velódromo con su último trabajo, Marco, dirigida por Jon Garaño y Aitor Arregi. El actor Eduard Fernández se mete en la piel de Enric Marco, un hombre que durante años fingió haber sido un deportado español que estuvo preso en el campo de concentración de Flossenbürg, llegando a presidir la asociación Amicale de Mauthausen en el Estado. Marco mantuvo su mentira hasta que en 2005 el historiador Benito Bermejo sacó a la luz un informe que aseguraba que el catalán viajó a la Alemania nazi para trabajar en su industria armamentística, a raíz de un acuerdo entre Franco y Hitler.

Ustedes conocieron a Enric Marco. ¿Cómo era él?

Era una persona muy compleja, eso es lo primero que tiene la cabeza. En la película se cuenta cómo Enric Marco creó otro Enric Marco, pero más allá de eso, en el Enric Marco real también habitaban muchos Enric Marcos distintos. Había uno que era muy simpático y agradable en los terrenos que controlaba, pero si empezabas a hablar algo de que no le gustaba mostraba una cara un poco diferente. Era alguien al que no le veías venir. Era una persona, sin duda, inteligente, con una capacidad oratoria muy importante y también una capacidad de seducción importante. Controlaba todo lo que quería decir y estaba muy pendiente del interlocutor. 

¿Fue difícil trasladar esos muchos Enric Marcos a la gran pantalla?

Sí y no. Esto lo hablamos mucho con Eduard Fernández, lo que podríamos haber hecho era imitarlo, hacer un calco o algo que se acercarse muchísimo a lo que era Enric Marco. Decidimos no tirar por ahí y crear nuestro propio Enric Marco. Si Enric Marco construyó su propio Enric Marco, una versión mejorada de sí mismo, nosotros entendimos que podíamos hacer lo mismo: crear un tercer Enric Marco, que se pareciera al primero y al segundo, pero sin ser completamente ninguno de los dos.

¿Cómo lo trabajaron con Fernández?

Hablando con él y a partir del guion, buscamos que transmitiese la esencia de Enric Marco sin calcarlo. Necesitábamos que fuese un personaje con el que el espectador viajase y con el que empatizase por momentos, aunque somos conscientes también que hay un tipo de espectador que nunca va a entrar en esta película por el personaje. 

La idea original no era rodar una ficción, sino filmar un documental con él.

La historia es curiosa. La idea original de hacer un documental fue de Jorge Gil Munárriz. Nos reunimos varias veces con él, sobre todo Jorge, en Barcelona y luego ya en Sant Cugat, en su casa. Todo iba muy bien, ya se había establecido cierta relación con él. Al principio fuimos sin cámaras, porque pensábamos que estaría aún impactado con lo que había sucedido decidimos ir sin cámaras, para documentarnos y lograr confianza mutua. Todo iba muy bien hasta que un día nos dijo que se quería ir a Alemania porque, aunque nunca había estado nunca nunca por concentración, sí había estado preso en una cárcel en Kiel, y quería encontrar unos papeles. En ese momento, aunque no teníamos dinero, pensamos que era el momento de invertir y acompañarle. Era un material muy importante para el documental. 

Pero no le acompañaron.

Nos dijo que prefería ir solo, que era algo muy íntimo y muy personal. Nosotros lo entendimos. Pero cuando volvió, nos contó que había ido con otro equipo de documentalistas, Lucas Vernal y Santiago Fillol, con los que además ya había firmado un contrato exclusividad. Hubo un intento de coproducción con ellos que no fructiferó y así vio la luz Ich bin Enric Marco (2009). En aquel momento descartamos seguir con nuestro proyecto.

Pero Marco volvió a buscarles a ustedes.

En el año 2010, estábamos en un pitching de documentales del Zinemaldia en el Kursaal presentando El método Arrieta, y a la salida nos encontramos a Enric Marco con su pareja y con una butifarra en la mano con esperándonos. Realmente es algo sorprendente porque ese pitching era una actividad de de Industria que no salía en la prensa. No sabemos cómo supo que nosotros estábamos ahí, siempre nos lo hemos preguntado. Fuimos a comer con él y lo que él quería era retomar la idea de hacer el documental. Pensando que aún tenía cosas interesantes que decir nos lo trajimos a Pasaia.

¿Para entrevistarle?

En marzo de 2011 estuvimos tres días con él pregunta y respuesta y pregunta y respuesta hasta cansarlo. Ahí vimos a un Marco en diferentes estados de ánimo, que luego los hemos traslado a la película. No llegamos a hacer nada con ese con ese material y un día se nos ocurrió hacer un híbrido, como hacía el propio Marco, de mezclar la realidad con la ficción. A él le pareció buena idea.

Pero para entonces ya estaba trabajando con Javier Cercas, ¿verdad?

Ya se estaba juntando con él con la idea, quizá, de escribir un libro. Así es como nos lo vendió. Nosotros pensamos que sería interesante incluir a Cercas en el documental. Entonces Marco nos convocó a una reunión y cuando apareció Cercas, para nuestra sorpresa, Marco no le había dicho nada (ríe). Digamos que Cercas estaba ya un poco harto de Marco porque le estaba dando esquinazo y él lo que quería era juntarse solo con con Marco para continuar con su documentación y no le pareció buena idea participar en el documental que, finalmente, no se hizo. En el libro de Cercas, El impostor, incluyó solo tres líneas de aquel encuentro. 

¿Y cuándo pensaron en abordarlo como ficción?

Antes de la publicación del libro, se nos encendió la bombilla: ¿Por qué no tratar lo desde la ficción teniendo en cuenta que Marco era, sobre todo, ficción? En paraleo hemos ido haciendo otras cosas pero siempre mirando a este proyecto de reojo.

¿Era Marco un ególatra?

Sí. No nos gusta juzgarlo, ni tampoco blanquearlo. Pero, obviamente, era alguien que se ponía en el centro de todo, quería ser el héroe. Lo hacía por vanidad, por sentirse especial por sentirse admirado. A su vez hay que ponerse un poco en contexto y ver cómo empieza no la mentira de Marco.

¿Cómo empezó?

Marco tenía una vida común, tirando a gris y, de repente, descubre que tiene un superpoder, el de la palabra. Así comenzó a contar historias que luego fue maquillando. Cuanto más fantasía incluía en sus historias, más admirado se sentía, sobre todo, por gente que no pertenecía a su mundo: gente de la burguesía catalana, universitarios chavales mucho más jóvenes que él... Eso fue como una droga para alguien que se gustaba mucho a sí mismo.

En la película se ve cómo aceptó el documental de ‘Ich nin Enric Marco’ pero no le gustó el resultado; lo mismo le pasó con ‘El impostor’ de Cercas... ¿Qué cree que pensaría de esta película?

Probablemente no le gustaría, no lo sé, es difícil. Lo que está clarísimo es que no se iba a quedar callado. Algo diría para criticarnos o para criticar la película. A veces, también se obsesionaba con los detalles: podía estar de acuerdo con el 80% de algo, pero si había algún detalle que consideraba que no era cierto, podía estar con eso, erre que erre. 

Cuando se descubrió su mentira en 2005, en vez de quedarse en casa viajó hasta Austria donde tenía previsto dar un discurso ante supervivientes del holocausto nazi.

Es una de las cosas que más nos llama la atención del personaje. Yo me pongo en su lugar y estoy seguro de que me escondería en casa o me iría a vivir a otro país o no sé lo que haría, pero lo que no haría es lo que hizo él: cuando salta todo el escándalo fue a todos los medios de comunicación a defender su verdad, porque consideraba, y estaba convencido, que había sido útil para la sociedad.

Él pensaba que con una mentira se podía también contar una verdad.

Uno de los temas de la película es ese. El tema de la verdad es algo que nos interesaba mucho. Es un tema muy importante, sobre todo en estos momento en los que parece que hay muchas verdades, cuando la verdad es una. Marco lo que hacía era incluir muchísima información, sacar las cosas de contexto y mezclar las verdades con las mentiras, con lo que, al final, era muy difícil descifrar qué era verdad de lo que decía y qué era mentira. También es cierto que detrás de Marco hay muchas mentiras, pero es indiscutible su labor para dar visibilidad a la deportación española. Pero para mí el gran problema es que también se apoderó de la identidad de un deportado real y eso es muy grave.

¿Mantuvieron contacto con su mujer y sus hijas?

Hay que dejar claro que los personajes son ficticios, no son exactamente así. Sí que tuvo una mujer e hijas y sí que tuvimos contacto con ellas, pero a partir de un momento no quisieron saber más del proyecto. No han visto la película.

Presentaron la película en el Festival de Venecia, a competición. ¿Cómo fue la experiencia? 

Muy chula. Al principio vas con la tensión y estás expectante. El día del pase estuvimos dando entrevistas hasta las cuatro de la tarde, solo tuvimos un cuarto de hora para ducharnos y ponernos el traje y ya, sin querer, llegamos a la gala. De repente te ves en la alfombra roja dándole la mano a Alberto Barberá, el director del festival, Todo fue muy rápido y estabamos en tensión, hasta que vimos que la gente, en una sala de 1.400 butacas, estaba reaccionando. Al terminar se nos acercó muchísima gente a preguntar y fue como un chute, porque nunca sabes cómo se va a entender una película así. Parece que el público internacional que había allí la entendió perfectamente.