“La bola de cristal’ no te ha hecho de izquierdas o de derechas, pero sí una persona crítica y leída que no ha caído en extremos”
Se cumplen cinco años de la muerte de Lolo Rico y cuarenta del estreno de su gran obra televisiva, ‘La bola de cristal’. El documental ‘Los poderes de Lolo’ descubre a una mujer adelantada a su tiempo, moderna y valiente a través de los recuerdos de su familia y de quienes trabajaron con ella.
Los poderes de Lolo, dirigido por Miguel Alba Rico, Nino Fontán Allen e Itziar Bernaola Serrano, se presentó ayer en la sección Zinemira. Este lunes volverá a las pantallas del Príncipe, a las 22.45 horas, y se proyectará de nuevo en estos cines el jueves 26, a las 20.00 horas.
¿Qué tiene esta bola que, 40 años después, a todo el mundo le mola?
La ironía, el poderse reír de todo y la creatividad y la magia en un momento en que la sociedad te permitía ser irreverente, pensar como quisieras y decir lo que te diera la gana, y La bola es el reflejo de ese momento.
Hágame un spoiler, ¿cuáles son los poderes de Lolo?
Yo tengo dos visiones: Como hijo de Lolo, mi mundo era mucho más mágico que el de cualquier niño. Por ejemplo, yo tenía a los de Los Chiripitifláuticos en casa y los Reyes Magos me traían muñecos de los programas de entonces que nadie tenía. Los de Un globo, dos globos, tres globos o La casa del reloj. Y como autor del documental creo que se ha puesto siempre más en valor La bola de cristal que a Lolo Rico, y me parece que Lolo Rico es mucho más que su obra: se separó cuando no se separaba nadie, sacó adelante siete hijos sin ayuda de nadie, creció profesionalmente pese el machismo que reinaba... y con todo eso sacó el programa más revolucionario que se ha hecho nunca en televisión.
En el documental descubrimos que su madre sufrió violencia machista...
Sí, bueno, yo era pequeño y recuerdo momentos de muchísima tensión, como ensoñaciones, que luego con los años compruebas que efectivamente fueron así. Todos mis miedos infantiles a un montón de cosas estaban relacionados con la realidad que vivía. Salvo en las memorias de mi madre, que lo dejó entrever, nunca se había hablado de aquello con la claridad con la que se hace en el documental.
‘Los poderes de Lolo’ arranca y termina en la tumba de su madre en el cementerio de Polloe. Es una imagen dura...
(Extrañado) Ay no, a mí me gustan los cementerios. Yo no quiero ser enterrado, pero me parece que son bonitos, silenciosos, tranquilos... la gente no levanta la voz y hay una paz especial. Mi madre está ahí, la lápida de mi madre incluso la diseñó mi hermano, pero yo no tengo la sensación de que esté ahí. Ella está en mi cabeza, en mi memoria…
Es otra forma de verlo.
Yo tengo una visión de la muerte bastante especialita. Digamos que la muerte es algo que tiene que ocurrir, la vivo con cierta frialdad, a no ser que mueras muy joven, aunque la siento como todo el mundo. Mi madre tenía 84 años cuando murió. Además, el cementerio de Polloe es muy bonito, está en el alto y tiene unas vistas espectaculares. Nos gustaba la idea de empezar y cerrar el documental ahí.
¿Qué supone que el documental se estrene en el Zinemaldia?
Nuestro objetivo era llegar al Zinemaldia y todo el esfuerzo ha sido para llegar al Festival porque mi madre vivió en Donostia, porque mi madre adoraba esta ciudad y le hubiera gustado estar en el Zinemaldia. Ella era la antítesis de lo que soy yo, yo vengo feliz porque voy a pisar la alfombra roja por ella, pensando en mi madre y a modo de homenaje de toda su carrera.
Y más allá de ‘La bola’...
Mi madre era una persona capaz de llenar de magia todo lo que le rodeaba, en el trabajo y en casa. A mí me encanta decir que yo vivía en una familia nada convencional donde mi madre era mi padre y la sita mi madre. Eso define. Me parece muy importante hablar también de mi sita y en el documental también lo hago porque fue la persona que permitió que mi madre, con siete hijos, pudiera tener hasta tres trabajos, como hubo épocas.
¿Cuál era el vínculo de Lolo Rico con Donostia?
Mi abuela era donostiarra y mi madre tuvo varios episodios largos en los que vivió enDonostia... Mi madre estuvo un periodo sin venir hasta que regresó un verano y se volvió a enamorar de la ciudad y decidió volver a vivir aquí. Vinieron primero mis hermanas y luego ya se vino ella. Yo creo que le tiraban sus recuerdos de la infancia y de la adolescencia, que pasó aquí. De hecho, se enamoró aquí de mi padre, que era de Bilbao.
Para esas generaciones que no conocieron el programa, ¿qué fue ‘La bola de cristal’?
Pues todo lo que te ocurre hacer a ti en la intimidad y no te atreves, eso era La bola de cristal.
¿Y que se hacía o se veía en el programa que hoy sería impensable?
A nivel literario era muy rompedor. Hoy, cualquiera de los guiones te los echarían abajo, como lo de decir “Vival mal, viva el capital”, hoy no se toleraría. Y también se decía que dejaras de ver la tele, que leyeras libros, que fueras inteligente... Es decir, te pedía que culturalmente mejoraras. Hoy esos mensajes son impensables porque cuanto más burros seamos, somos más domesticables.
Los padres fliparían al escuchar a unas marionetas infantiles (Los Electroduendes) decir cosas como “de pila máster” o “no te funde”, frases que emulan otras no tan infantiles.
La gente a veces es muy purista con los tacos, con el no digas palabrotas, pero sí te permitían versiones de la palabrota que no suenen mal. Estaba claro lo que representaban esas frases, pero no sé cómo llegaría a los padres aquello, porque en mi casa se permitía decir tacos.
También hubo críticas feroces contra el programa como aquella de ‘Diario 16’ (pese a que su director participó como invitado) que lo calificó de “grosera violación de la conciencia infantil” que hacía “propaganda sandinista” y enseñaba a los chavales “a odiar a sus padres”.
Sí, empezó primero el ABC y luego le siguió Diario 16. Yo creo que tardaron cuatro años en descubrir el programa (sonríe). Pero yo no pienso que La bola ensañara a odiar a tus padres, todo lo contrario: te enseñaba a pensar y a respetar, y ahí no cabe el odio.
Se criticaban los mensajes políticos en un programa infantil.
A ver, mi hermano Santi lo explica muy claramente: había mensajes políticos, pero no había adoctrinamiento, porque para que haya adoctrinamiento tienes que aburrir a la gente. Yo creo que era un programa en el que, sobre todo, se hacía pensar a la gente...
Y se hacía mucha crítica...
Sí, por ejemplo, recuerdo que Hada Vídeo (uno de los Electroduendes) decía aquello de “yo estaba harta de que mi marido me explotara y quise que me explotara alguien más y, por eso, busqué un empresario”. Pues políticamente es un mensaje incorrecto, pero te hace pensar en que hay que cambiar los modelos. Te enseñaba a pensar, que es lo más difícil.
Podríamos decir que ‘La bola’ evolucionó de programa puramente infantil a hacer crítica política. ¿Fue ‘La bola’ ‘El hormiguero’ de la época?
La bola de cristal era un programa de izquierdas... Igual que ponemos a la derecha otros conceptos fijos, a la izquierda le ponemos la cultura. La evolución de La bola de cristal va conforme a la evolución de la sociedad, empieza en 1984 con un programa teóricamente infantil, con la norma de mi madre de que a los niños hay que tratarlos siempre como adultos, con un lenguaje evolucionado para hacerles pensar, y va entrando toda la Movida. Pero es un programa que lleva el humor y la crítica a las espaldas. Se critica todo, pero todo de cualquier ideología, incluso al mismo programa, la televisión...
Aunque su público no podía votar, defendió un ”no a la OTAN” antes del referéndum.
Yo creo que mi madre hacía las cosas para sus hijos. Somos siete hermanos y también íbamos creciendo con el programa, y ahí estarían jóvenes que iban a votar por primera vez. Había un afán de criticar todo, y el referéndum de la OTAN fue una manipulación tremenda por parte del Estado que quería que saliera el sí, como salió, y eso en un programa que buscaba hacerte pensar había que criticarlo.
Y un día llega la censura…
Sí, en ese periodo que dura cuatro años, hay una libertad absoluta. Luego ya empiezan a encorsetar y un día se dan cuenta que La bola lo critica todo y molesta a los políticos, que han conseguido ya ir metiendo unas normas encorsetando a la sociedad para que vaya por los derroteros que ellos quieren. Mejores o peores, eso lo juzga cada uno.
TVE censura un ‘sketch’ crítico con la educación privada y precipita el final de ‘La bola’…
Por lo que contaba mi madre, creo que no fue tanto ese sketch, que sí fue el detonante, pero ya la veían como una persona díscola, rebelde, y empezaron a intentar controlarla. Aquello fue el primer clavo que intentaron poner y mi madre no lo admitió.
Y ahí se acaba ‘La bola’… ¿por decisión de su madre?
Sí, ahí se acaba, por decisión de mi madre, que decidió no pasar por la censura.
Vaya.
Después le ofrecieron la versión de Los Muñegotes (adaptación de los Spitting Image que hizo TVE, precursor de Los guiñoles de Canal Plus), pero hay que ser cenutrio para ofrecerle a alguien a quien quieres controlar políticamente un programa de sátira política, Así que a la semana de empezar se censuró todo y mi madre ya dejó la televisión, con todo el dolor de su corazón, porque amaba Televisión Española.
¿Y después?
Hace cositas pequeñas en Telemadrid y TVE la llama más tarde para dirigir el departamento de juveniles-infantiles. Empieza a innovar con sus ideas, pero a los seis meses dimite porque no la dejan hacer lo que ella quiere... así que la ponen a visionar cintas para detectar si tienen drop (rayitas, defectos), como castigo por no haberse entregado al gobierno de turno. Y da igual qué gobierno, porque al final todo buscan lo mismo, adoctrinar hacia donde ellos quieren.
Se dice en el documental que antes de la llegada de ‘La bola’ los problemas infantiles eran “bobos y trataban a los chavales como si fueran idiotas”. Hemos venido aquí a jugar y el delito ya ha prescrito, dígame un ejemplo de un programa que hiciera eso.
A ver, el vocabulario que se usaba con los niños era muy sencillo y a base de diminutivos. Es como aquellas rimas de Gloria Fuertes, que eran muy ñoñas, muy infantiles. Eso a mi madre no le gustaba porque consideraba que una poesía tenía que ser igual para un adulto que para un niño que podía no entender el fondo de la rima o tardar en entenderlo, pero que los malo es simplificar el lenguaje. Y eso era muy típico de los programas infantiles.
No ha nombrado ninguno, ¿cuál es el peor programa infantil que recuerda?
Yo me crié con programas infantiles que me gustaban como niño, Los Chiripitifláuticos o Los payasos de la tele. Aunque, ya como adulto, he visto cosas peores después terminar La bola, como aquello de A mediodía alegría de Leticia Sabater, que eran una vergüenza, o el de Xuxa. Eso sí que era destrozar a un niño, eso sí que era machacarlo. Me parecía demoledor.
Y tras esos programas llegó la nada, una tele sin programas infantiles.
Sí, es un poco triste pero las teles abandonaron completamente al público infantil. Ha habido un periodo de 10-15 años que ni siquiera ha habido nada, porque salimos de Leticia Sabater a no haber programas infantiles... Es tremendo el abandono que ha hecho la televisión de la educación de la infancia. Cuando acabó La bola, metieron cursilería que no educaba ni enseñaba nada para abandonar después completamente al público infantil y dejarlo en manos de los dibujos animados japoneses y las series americanas.
Hoy en la tele se izan dos banderas políticas, con ‘El hormiguero’ y ‘La Revuelta’.
Lo de El hormiguero es una pena, porque lo han acabado politizando a lo bestia y el otro no lo he visto porque yo ya he seguido los consejos de La bola, he dejado de ver la televisión y ahora leo libros, veo cine y veo series. Sólo veo la televisión que me paga. ¿Si me preocupa?, claro que sí, nos estamos convirtiendo es en una sociedad absolutamente polarizada.
Dice usted que ‘La bola’ era un programa de izquierdas ¿es la generación de ‘La bola’ una ciudadanía de izquierdas?
Noooo, ten en cuenta que si fuera una ciudadanía de izquierdas, ahora tendríamos un gobierno de izquierdas absoluto y nadie lo discutiría, no estaríamos en una sociedad completamente polarizada. En La bola de cristal no se daba un pensamiento único, era un programa de izquierdas pero con respeto absoluto a cualquier corriente ideológica.
¿’La bola’ ha criado al menos una generación crítica, o tampoco?
A mí me gusta mucho lo que decía mi madre: La bola de cristal tuvo muchas cosas que decir y quien quiso escuchar, escuchó. No creo que por verla ahora seas de izquierdas o de derechas, pero sí que al menos has leído, eres crítico y seguramente no has caído en los extremos. O eso quiero creer.
Se ha puesto de moda resucitar programas míticos y usted trabaja como realizador en televisión, ¿resucitaría ‘La bola de cristal’?
Yo nunca intentaría hacer una bola de cristal, creo que no tengo ni el carácter ni la fuerza que tenía mi madre. Ya me cuesta haber hecho un documental porque supone ponerme en primera línea y que la gente me quiera hacer una entrevista como ésta. Me gusta más estar en segundo plano, hacer una televisión efímera