Una treintena de amigos y colegas de profesión homenejarán mañana en Berastegi al fallecido escultor Koldobika Jauregi, dentro de la programación de Azken Muga, un festival que combina artes plásticas y escénicas con el entorno natural, y que impulsan el escultor Guillermo Olmo y el músico Migel Zeberio. Jauregi era fiel colaborador del festival y también uno de los impulsores de Eskuahaldunak, la asociación de escultores vascos. “Creemos que Azken Muga es el mejor escenario para rendirle un homenaje”, cuenta Olmo que, además de ser la cabeza visible de la asociación, también es el director artístico del festival.
Ambos escultores se conocieron hace tres décadas, antes de que Olmo se trasladase desde su Bizkaia natal a Amezketa. “Siempre compartimos una visión estética y también pensamientos sobre lo que considerábamos arte”, cuenta el amigo de Jauregi. De hecho, solo se llevaban un año de diferencia, por lo que ambos artistas “bebieron de las mismas fuentes”.
El espíritu de Azken Muga, en el que se aúna arte y medio ambiente, es, sin duda, muy parejo al que el propio Jauregi exhalaba en su museo Ur Mara en Alkiza. Por ello, desde la organización han buscado “mostrar su cariño” al artista con un acto que comenzará a las 11.00 horas y en el que amigos y colegas ensalzarán la figura y también ejecutarán una performance “de las que solía hacer él en el suelo, con cal, pigmentos y carbón”. El homenaje continuará con proyecciones de vídeo en las que aparece el homenajeado y también habrá algún que otro pasaje musical.
Asimismo, desde hace unos días también se han dispuesto varias obras efímeras que los creadores ya han ido colocando en Urtozubieta, cerquísima de la frontera con Nafarroa. Estas piezas permanecerán instaladas en la foresta, cuenta Olmo, durante todo el mes de septiembre.
Si bien Azken Muga se encamina a cumplir una década, Eskuahaldunak apenas tiene un par de años de trayectoria. Eso sí, desde su fundación contó con la ayuda del escultor al que se le recuerda, entre otras cuestiones, por sus esculturas con forma equina, realizadas en madera o piedra.
Hasta ahora, Azken Muga se solía celebrar en el collado de Zarate, que también hacía muga. Ahora, en cambio, lindarán con Leitza, donde mañana por la tarde también se inaugurará una exposición programada por Azken Muga y en la que cerca de 60 artistas denunciarán el genocidio de Gaza, con obras hechas ex profeso para esta muestra.
Urbeltz
Tras el homenaje a Jauregi, Azken Muga también rendirá tributo al antropólogo y folclorista Juan Antonio Urbeltz. Concretamente, el festival le hará entrega del Premio Garoa, con el que “reconocen la aportación al país”.
Urbeltz, por supuesto, tiene currículo suficiente para demostrar su aportación y haberlo conjugado con el reconocimiento a Jauregi tampoco es casualidad. No en vano, ambos, junto a Olmo, trabajaron en la producción de Dantza, dirigida por Telmo Esnal. El folclorista navarro residente en Donostia se encargó de la confección de las coreografías, mientras que los escultores se emplearon a fondo en lo artístico, desde el vestuario hasta la escenografía. “Fue algo más que una colaboración profesional. Todos compartíamos la misma visión de país”, comenta el director artístico de Azken Muga, que con la de 2024 cumple ya nueve ediciones.