Regresa a Donostia con una gira que, aunque ha sido dividida en dos temporadas, está siendo larga. ¿Cómo la lleva?

Bien. Por suerte, voy descansando entre temporadas. Sabía, cuando acepté hacerla, que iba a ser exigente porque el monólogo en sí lo es, pero me trae muchas cosas bonitas y, de momento, siento que es importante seguir haciéndola para que esta historia se siga contando. Así que, por ahora, lo aguanto bien (risas).

No solo es el peso de estar únicamente usted sobre el escenario, sino también la temática y la carga psicológica que contiene la obra.

Exacto. Siempre digo que el teatro es como un deporte de élite. Cuando empiezas y vas entrenando cuesta mucho y a medida que vas avanzando hay un lugar donde realmente te encuentras más cómodo porque el cuerpo se acostumbra. Lo llevo un poco mejor que cuando empecé (risas).

¿Ha habido un cambio entre la que empezó con la obra y la que es ahora?

Sí, partiendo de que cuando la estrené tenía mucho miedo. No sabes cómo te va a salir ni si vas a ser capaz. Ahora, salgo al escenario con otro tipo de seguridad, lo que no quiere decir que lo tenga todo hecho (risas), pero, al menos, siento que domino más la situación y eso me permite que sea más agradable.

“Poco a poco las agresiones sexuales va dejando de ser un tabú y se le está poniendo voz a cosas que, a lo mejor, antes nos costaba más”

¿Se han roto las barreras para poder hablar de las agresiones sexuales?

Creo que poco a poco va dejando de ser un tabú y se le está poniendo voz a cosas que, a lo mejor, antes nos costaba más, y eso es bueno. Siempre que nos atrevamos a hablar de lo que existe es bueno. No hablar de algo es hacerlo desaparecer. 

En el tiempo que lleva con la obra, ¿ha recibido mensajes de personas que antes no se atrevían a hablar de ello y que les ha cambiado el hecho de ir a verla?

He recibido mensajes, pero lo que más impacto me ha generado es que se me acerquen mujeres al terminar la función para decirme que las ha ayudado a enfrentarse a lo que les ocurrió en su momento y que no supieron ponerles palabras. Eso es muy duro de escuchar porque ves que hay gente que lo ha sufrido y que, a día de hoy, sigue sin poder gestionarlo y verlo desde un punto de vista de sanación, pero también es bonito darte cuenta de que esto puede ayudar a alguien. Hace poco en Barcelona una persona que estaba en un momento de terapia para intentar sanar lo que le había ocurrido y que le habían recomendado ir a ver la obra me dijo que a partir de ahora para poder curarse iba a ver mi cara. Eso es algo que te da fuerza para salir a hacer la siguiente función. 

Y, ¿en el lado contrario? ¿Gente a la que le haya hecho reflexionar sobre los límites y percatarse de ellos?

También han venido hombres que me han dicho que la función les ha hecho reflexionar y que en algún momento se habían visto en una situación parecida y habían agredido a una mujer sin ser conscientes de ello.

“Han venido hombres a los que la función les ha hecho reflexionar y han visto que habían agredido a una mujer sin ser conscientes de ello”

Una de las claves puede ser esa, la gente que no sabe dónde están los límites, ¿no?

Creo que hay gente que no lo quiere saber. La violencia estructural en la que estamos sometidas las mujeres es tan grande y desde hace tantos años que no podemos pretender cambiarla en diez años. Es algo que se tiene que hacer poco a poco y es fundamental que los jóvenes entiendan y asuman una percepción feminista.

¿Qué percepción tiene en torno a las nuevas generaciones? ¿Nota diferencias con respecto a la suya?

Como todo, tiene excepciones. No podemos hablar de algo generalizando, pero sí que noto que las chicas jóvenes tienen la capacidad para expresar sus límites y para enfrentarse al mundo desde un punto de vista feminista. Ahora, también es muy preocupante darnos cuenta de que como sociedad estamos aún viviendo a día de hoy violaciones en grupo y con adolescentes que ven porno desde los 11 o 12 años y que está basado, además, en la cultura de la violación. Entienden el mundo desde muy jóvenes bajo esa cultura, por lo que creo que, aunque hay cosas que van a mejor, otras me alarman y me hacen estar preocupada.

Es necesario dotarles de herramientas para que comprendan qué es lo correcto y qué no.

Sí, eso sería lo ideal, pero es muy complejo porque son años y años de un tipo de violencia y, ahora mismo, cambiarla en poco tiempo no es fácil. Hay que cambiar la educación, hay que reeducar y hacerlo entre todos desde un nuevo lugar y no siempre es fácil.

Y a esa educación, acompañarla con leyes y normas, ¿no?

Totalmente, lo que pasa es para adaptar las leyes hay que empezar primero por la reeducación. Al final, quien hace las leyes son personas como tú o como yo que también, por desgracia, están supeditadas a una educación aún patriarcal y machista. Hasta que no cambie la educación de la mayoría de la población, creo que no van a cambiar las leyes hacia el lugar que necesitamos.

“Es muy preocupante ver que estamos viviendo a día de hoy violaciones en grupo y con adolescentes que ven porno desde los 11 o 12 años”

Por lo tanto, ¿la obra continuará más tiempo hasta que deje de ser tan relevante?

Yo seguiré mientras pueda (risas). Hacerla es muy desgastante, así que animo a que la gente que aún no la ha visto a que lo haga lo antes que pueda. Creo que es algo importante de ver y de vivir.

Después de hacer un trabajo con una carga tan profunda, ¿busca proyectos que sean completamente diferentes para descansar también emocionalmente?

No tengo mucha estrategia a la hora de elegir los siguientes proyectos. Cojo por intuición lo que me apetece y lo que veo que es bueno de lo que viene. Espero poder seguir eligiendo, que es uno de los privilegios más grandes que puedes tener en esta profesión.

El mes que viene regresará a Donostia con la serie ‘Yo, adicto’, que se podrá ver en el Zinemaldia.

Sí, es una serie que me gusta mucho y estoy muy orgullosa de formar parte del proyecto. Me hace mucha ilusión volver y siempre digo que es mi festival favorito. Estoy muy contenta de volver a formar parte de él después de ir el año pasado de jurado y volver con un proyecto que me ilusiona me hace muy feliz.

“Hasta que no cambie la educación de la mayoría de la población, creo que no van a cambiar las leyes hacia el lugar que necesitamos”

¿Qué me puede contar sobre él?

Yo, adicto es una serie que está basada en un libro de Javier Giner. Él mismo la ha dirigido y es la historia del proceso de una persona que se da cuenta de que es adicto y es una bajada a los infiernos para comprenderlo. Están muy bien desgranados los sentimientos, los dolores y el infierno que pasa una persona para salir de allí y está muy bien comprendida. Es una serie que tiene sentido del humor y mucha luminosidad. Creo que es muy cruda y muy sincera, que me gusta mucho, porque no es habitual ver tanta sinceridad.