El escritor Toni Sánchez Bernal (21 de febrero de 1990) ha llegado a las librerías por todo lo alto con un thriller sobrenatural que supone su debut en el ámbito literario.  

Ha hecho un debut por todo lo alto. ¿Cómo ha sido dar el paso de publicar?

Para mí, mi vocación desde los 16 años es contar historias, independientemente del medio. Al principio es verdad que me dedicaba más al mundo audiovisual. Soy lector desde hace muchos años, de hecho hace años por circunstancias personales acudí a la literatura en busca del amparo que ofrecen las religiones, y lo encontré. Pero, aún así, nunca me lanzaba a escribir literatura porque le tenía un respeto casi reverencial. No me veía capaz. Pero cuando se me ocurrió la idea de Ofensa al frío vi que tenía que ser una novela, que no podía ser un guion. Tenía que ser una novela, porque le quería dar este estilo narrativo. Siempre hay un cierto demonio susurrando en tu oreja, diciendo: “Igual esto no se publica, estás perdiendo el tiempo”. 

¿Síndrome del impostor?

Sí, cuesta creer en uno mismo. A veces sientes en tu entorno que no creen en ti o que no creen que el montón de horas que le estás dedicando a ese manuscrito vaya a llegar a nada... 

¿Cómo se callan esas voces?

Lo bonito sería vivir en el aquí y el ahora, en el instante presente. Pero es verdad que yo he sufrido momentos de muchas dudas y muchos limitantes a veces autoimpuestos, lo confieso. Ha sido un camino difícil.

"Yo he sufrido momentos de muchas dudas y muchos limitantes"

Se ha aventurado en el thriller, y le ha dado esa vuelta de tuerca con el componente sobrenatural. ¿Qué le hizo querer maridar thriller y eventos paranormales?

No fue una decisión razonable ni razonada. Simplemente surgió así la idea. Yo llevaba muchos años en contacto con el mundo del misterio gracias a mi trabajo, y a veces veía con cierta frustración que toda esa seriedad con la que estas personas me hablaban al llegar a casa no lo veía en las ficciones. Me ponía una película o leía un libro, y encontraba una fenomenología que no estaba tratada con la seriedad con la que me habían hablado. Y cuando se me ocurrió esta idea sentí la responsabilidad, autoimpuesta totalmente, de darle ese plus de verosimilitud, de intentar tratar el tema de lo paranormal con todo el rigor y toda la seriedad, y de la forma más justificada posible. 

En su novela además encontramos a la médium Aurora, que habla del mundo después de la muerte, de que hay una puerta más allá. ¿Usted cree que eso es así?

Es delicado, y el problema es que cada día te contestaría algo distinto. Yo no soy creyente. Respeto mucho por ejemplo el espiritismo de Allan Kardec, pero no soy espiritista. Y hay días en los que me siento muy conectado con el universo y te digo: “Sí, claro, tiene que haber. Yo siento que tiene que haber una vida después de la vida”. Pero hay días en los que estoy tan poco conectado, en los que me siento tan quemado por la vida cotidiana que digo: “No, por favor, que se termine todo aquí. No quiero una reencarnación y volver a pasar por esto”. Entonces, sí que volviendo al espiritismo aprecio mucho de esta filosofía espiritual -muy desconocida a nivel de calle- que siempre me han sabido responder de forma muy razonada. Por ejemplo en catequesis siempre me habían chirriado mucho los dogmas de fe. Sin embargo, en estos años, como conozco a mucha gente del espiritismo, siempre he intentado hacerles preguntas diciendo: “Ahora les voy a pillar en un vacío legal”. Y no, la verdad es que siempre me han sabido responder muy concienzudamente. Claro, luego está el creer o no creer en eso, pero al menos me han sabido responder muy bien razonado, y eso lo aprecio. Además, son personas que viven desde la coherencia y yo eso lo aprecio. 

Comentaba que quería que esta novela fuera rigurosa en este ámbito. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación para tratar, por ejemplo, el duelo de una pareja o el proceso más policial?

Me encantaría decirte que tengo un amigo en la UDEF, pero nada más lejos de la realidad (risas). Al ser mi primera novela, nadie sabía que esto iba a llegar aquí. Imagina al Toni de 2019 al que se le ocurre una idea. No se le ocurre contactar con la Policía porque pensaba que ni me iban a responder. De cara a la segunda novela ya sí. Lo que pasa es que yo soy un lector voraz de novela policiaca española, y sí que es verdad que llevo tantos años devorando novelas, que de alguna manera he ido cogiendo la jerga, la metodología de trabajo, y también con ciertas licencias. 

Tenemos recursos propios de las historias de fantasmas, como la caída en picado de las temperaturas cuando hay uno cerca, objetos que se mueven, palabras escritas en el espejo... Comentaba que las pelis no suelen ser fieles a todo esto. ¿Hay alguna que le sorprendiera especialmente por su veracidad?

Pues hay una película que vi precisamente poco antes de lanzarme a la escritura, y recuerdo que estuve gran parte del principio de la película pensando: “Por fin una película que trata con verosimilitud este tema”. Pero al final no deja de ser una película y se va por peteneras, como decimos en mi tierra. Es Hereditary, y de hecho se nombra el espiritismo en algún momento. Yo estuve los primeros minutos, incluso la primera hora, pensando “qué bien”. Y después no, porque al final es normal. Cuando conoces esta filosofía espiritual, ves que es muy poco espectacular para llevarla a la pantalla. No hay cubertería que se lanza al suelo. Los espíritus cuando se aparecen no son tan malrolleros como los pinta el cine. 

Después de esta primera incursión literaria, ¿qué le depara ahora el futuro?

La verdad es que intento ir día a día, porque es muy fácil que mi mente se desboque y se me descontrole, pero espero que sea la primera novela de muchas. De hecho, llevo más de año y medio trabajando en la nueva novela y es un reto ilusionante y bonito. Es otro hijo más.