Crítico con las instituciones que no le han dedicado ninguna exposición individual en los últimos 22 años. Así se ha mostrado el artista bilbaino Darío Urzay en la rueda de prensa que ha tenido lugar este jueves en Donostia con motivo de la presentación de una muestra monográfica que acoge la Sala Kubo centrada en su obra entre 1997 y 2023 y que ha sido posible gracias a la Fundación Kutxa. “Me apena ser un artista tan desconocido en Euskadi”, ha afirmado el bilbaino en la comparecencia sobre En una fracción [Reversible], título de esta exposición en la que dialogan las distintas disciplinas en las que el artista ha trabajado como pinturas, fotografías, dibujos, impresiones y vídeos. “Creo que esperar 22 años para tener una exposición individual es mucho tiempo, sobre todo, teniendo en cuenta que vivimos en un país en el que ha expuesto hasta el del tambor”, se ha lamentado.

Aunque proceden de colecciones del Estado –en el extranjero también se encuentra dispersa mucha de su obra–, sólo dos de las piezas que se exhiben en la Sala Kubo han sido puestas a disposición del público con anterioridad, aunque este mismo hecho cuenta con varios matices. Mirador distante (tan cerca) fue un encargo de Juan Mari Atutxa cuando era presidente de la Mesa del Parlamento vasco para que se decorase una de las estancias. Para haberla visto con anterioridad, por supuesto, hay que haber visitado la Cámara de Gasteiz. A Negative View-Observator Virtual, por su parte, es una pieza proveniente de la colección del Reina Sofía, museo que jamás la ha expuesto –sí que fue exhibida en una instalación colectiva en Berlín–. Por lo tanto, al igual que el resto de trabajos que se hallan bajo los cubos del Kursaal, estos dos también pueden considerarse “inéditos”.

El artista bilbaino consigue que la fotografía y la pintura sean simbióticas. Ruben Plaza

En una fracción [Reversible] ha sido comisariada por Mikel Onandia y reúne medio centenar de trabajos dispuestos en diálogo, dado que al artista rehúye siempre de lo “cronológico”, no le interesa. Esa conversación ha llevado, en ocasiones, a nuevas creaciones. Es el caso del espacio en el que se han instalado lo que se conoce como Camerastrokes–la exposición se divide en seis secciones temáticas–. Se trata de una manera de fotografiar que Urzay desarrolló en 1991 en la Catedral de Burgos –esta creación también ha podido verse con anterioridad, concretamente, en la sala Amarika de Gasteiz en 1997– y con la que mediante el movimiento de la cámara captó la luminosidad del ambiente como si fuesen pinceladas. Durante la instalación de la exposición sintió la pulsión de volver a ese templo para poder dar a luz otra pieza que acabado en el montaje final. Se trata de una fotografía en blanco y negro de un rosetón de la iglesia. Esas dos obras representan el alpha y el omega de su trayectoria y todo lo que se encuentra en medio se enmarca en un paréntesis. Son trabajos “congelados durante años” que deben ser derretidos por la “mirada” del espectador que no ha tenido hasta este momento la oportunidad de contemplar la manera de hacer de Urzay.

Los ejes de la exposición

Además del espacio dedicado a los Camerastrokes, lo fotográfico tiene un peso más que específico en otras de las áreas de la exposición. Por ejemplo, el bilbaino ha trabajado en lo negativo del analógico un modo de “posicionarse en la pintura”. Se trata de una “simbiosis” entre ambas disciplinas, opina el comisario de la muestra. De esta forma, el “negativo fotográfico”, no sólo es el punto de partida, también es el camino e, incluso, el resultado del trabajo creativo.

La idea del material antes de ser positivado es lo que, en cierta medida, bautiza la exposición como “reversible” y lo que permite al autor acercarse a fantasmagorías de lugares inexistentes o, dicho de otra manera, a no-lugares. 

Su interés por la “cartografía del territorio” puede percibirse en las imágenes circulares y de corte cenital de terrenos, prados, montañas, senderos y bosques de Sajazarra, en La Rioja, tomadas desde una avioneta y que Urzay coloca sobre la pared disponiéndolos como si se tratase de un mapa real, cada una en su coordenada correspondiente.

Imágenes cartográficas de Urzay. Ruben Plaza

Asimismo, al pintor, conocido por ser el diseñador de la camiseta ketchup del Athletic de Bilbao de 2004, también muestra interés por “el derretimiento” de los sedimentos, mediante cuerpos de barro que deja diluirse. Un procedimiento que, en un inicio, era digital hasta acabar siendo un proceso físico que ha sublimado en fotos, sí, pero también pinturas y vídeos.