Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951) es de gustos sencillos y la discreción forma parte de su día a día. Lleva más de tres décadas a caballo entre Zalduondo, su localidad de adopción, y los destinos que marca en su agenda de trabajo y que le hacen viajar por todo el mundo. Su último viaje le ha llevado a la Feria del Libro de Roma. Para el escritor gipuzkoano, los domingos son un día de disfrute, pero sobre todo de tranquilidad, subraya. Y cómo no, le encanta terminar el día leyendo en la cama. No hay un día del año que no acompañe con lectura. Y es que, según Atxaga, la literatura es tan esencial como comer, aunque reconoce que a veces se pregunta por qué hay que comer todos los días.

¿Cómo es su domingo perfecto?

-Ahora para mí sería el día en el que aso un pollo al horno. Me sale bien porque lo preparo con tranquilidad y luego en casa lo comemos también con tranquilidad (sonríe), sin necesidad de levantarnos de la mesa rápido.

¿Aprovecha la comida del domingo para ejercer de huésped? ¿Le gusta recibir visitas o prefiere que le inviten?

-Mi mujer y yo hacemos una vida muy discreta, somos de salir poco. Y recibimos visitas, pero casi siempre son visitas vespertinas, para tomar un café o beber algo porque hacer comida es un engorro el trabajo que lleva.

¿No le gusta cocinar?

-Cocinar sí me gusta, pero en realidad, en el día a día, a veces pienso por qué habrá que comer todos los días… Tengo un hermano que ya se ha jubilado y a él le encanta cocinar, pero yo solamente los domingos [sonríe].

"A veces pienso por qué habrá que comer todos los días…"

¿Le gusta madrugar los domingos? 

-En general sí madrugo, aunque no tengo por qué, pues no tengo que fichar en ningún sitio, pero normalmente me levanto en torno a las siete de la mañana, a veces un poco antes y a veces un poco más tarde. A veces, incluso, voy a caminar antes de desayunar.

¿Cuál es su desayuno preferido los domingos?

-Bueno, yo bajo a desayunar con la intención de comer un poco de fruta y comer solo dos tostadas, pero siempre acabo comiendo tres… y pido que en el paraíso al menos haya café, porque si no prefiero ir al infierno [sonríe].

¿Y las tostadas, con mermelada, o las prefiere saladas?

-No, no, yo buen pan con mantequilla y ya está. En Araia hay una panadería en la plaza que hace un pan extraordinario…

¿Un placer de domingo?

-El domingo es perfecto si mi mujer y yo podemos leer en el jardín, cada uno lo que quiera. Uno leerá un periódico y otro leerá una novela, por ejemplo, pero la lectura tiene que estar presente, porque a mí me gusta acabar el domingo como acabo todos los días del año, leyendo en la cama, que es algo que me encanta. Eso sí, hay que elegir bien el libro, porque si es muy grande pesa mucho [sonríe].

¿Qué libro tiene ahora sobre su mesilla de noche?

Pues tengo dos ensayos de los que pesan mucho [risas], pero hay un libro delicioso que me gustaría recomendar, El árbol de agua, de Tonino Guerra, guionista de Amarcord y de muchas películas de Fellini y Rossellini y regresa a su pueblo natal, Reggio Emilia, y escribe unos textos deliciosos en romañol, que es su dialecto.

El tacto del papel


Audiolibros. Bernardo Atxaga es consciente del éxito de los audiolibros entre los jóvenes, pero él sigue prefiriendo el tacto y el aroma del papel. Ni tan siquiera los ebooks han podido con el formato tradicional, advierte, por lo que se muestra escéptico ante la irrupción de nuevas modas de consumo.