El Ayuntamiento de Zarautz ha rendido homenaje este verano en la Sala Sanz Enea y en Torre Luzea con dos exposiciones y un catálogo, con un poético y acertado texto del escritor Anjel Lertxundi, al pintor donostiarra Iñigo Ormazabal (Añorga, 1951-Zarautz, 2021), afincado muchos años en esta villa, en la que ha ejercido como profesor independiente de arte, al mismo tiempo que en el Club de Arte Catalina de Erauso de Donostia.

Adscrito a las corrientes expresionistas abstractas, y también a los nuevos realismos en sus marinas y paisajes costeros de la década de los 70, ha destacado por la utilización poética del color, utilizando fuertes ocres rojizos y suaves azules, verdes y blancos. Colores que surgen como destellos, como fogonazos de color, que pronto se enlazan y acompañan de otros creando sinfonías y pequeños collages.

Entroncado en la poética del pintor filipino, afincado en Cuenca, Fernando Zobel, ha desarrollado en su obra delicados derramamientos de colores contrastados con negras manchas, que añaden un punto trágico a su obra. Su sintaxis adscrita a la mejor abstracción lírica y poética ofrece espacios para la contemplación y la introspección personal. Son pequeños poemas líricos, de cuidadas sinfonías, llenas de ritmos sincopados y de pequeñas algarabías. 25 telas abstractas y papeles realizados entre los años 2000 y 2020, así como numerosos dibujos han sido expuestos en la primera exposición.

Ha realizado también grandes formatos en matizados verdes para la Iglesia Jesucristo Liberador de Añorga Txiki, y para otros Centros de la provincia.

Junto a ellos también ha desarrollado una poética de paisajes de mar y playa, tan queridos y requeridos por las gentes de la costa y del interior, que quieren contemplar plácidamente el mar desde sus hogares. Se trata de ventanas abiertas a la naturaleza a través del arte. Son recuerdos de experiencias vividas en esos lugares. Se trata de cuidadas marinas, en las que la línea del horizonte, vertebra el triple espacio de la playa, el mar y el cielo, en bandas o en franjas. Cielos lisos y tersos, o poblados por nubes que crean pequeñas sinfonías, contempladas por el artista desde la playa. Ormazabal no ha sido un pintor de grandes contrastes ni desgarros, sino de pequeños poemas, cuidados y amorosos, trazados con los ojos del alma. Iñigo poseía unos grandes ojos, tranquilos y reposados, como lo ha sido su pintura. Lertxundi lo ha definido como poeta de la luz, y creo que tiene razón, toda su obra es una búsqueda de la luz, un poema luminoso.l