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Elena Recalde CastellsEncargada de la librería Lagun

“Las baldas vacías representan bien el vacío que sentimos por el cierre de Lagun”

Después de más de 50 años abierta, casi 25 en su ubicación actual en el número 3 de la calle Urdaneta, la librería Lagun cerrará en pocas semanas.

“Las baldas vacías representan bien el vacío que sentimos por el cierre de Lagun”Arnaitz Rubio

La librería Lagun abrió sus puertas en la plaza de la Constitución en 1968. Durante todos estos años ha sido símbolo e icono de la resistencia, primero, contra el franquismo y, después, contra la violencia de ETA y su entorno. Ninguno pudo con esta librería, si bien es cierto que el constante acoso que vivió en las calles de la Parte Vieja hizo que sus fundadores, María Teresa Castells e Ignacio Latierro, decidiesen trasladar el negocio en 2001 a la calle Urdaneta. Más de medio siglo después de su apertura, han sido los cambios culturales y de mercado, así como el descenso en la venta de libros, los que han llevado a sus responsables a tomar la dolorosa decisión de bajar la persiana. La actual encargada de este emblemático comercio de la capital guipuzcoana, Elena Recalde Castells, hija de María Teresa y del que fue consejero socialista del Gobierno Vasco José Ramón Recalde, habla sobre esta decisión, frente a una estampa atípica en Lagun, la de muchas baldas vacías que anuncian el eventual fin para todo un referente de la historia y de la cultura donostiarra. Eso sí, tras conocerse la noticia del cierre, cuenta Recalde, los clientes se han volcado con la librería y se acercan día a día para mostrar su agradecimiento, despedirse y adquirir algún volumen, aunque sea el último.

¿Cómo ha tomado su clientela la noticia del cierre de Lagun?

Al igual que en épocas anteriores, la clientela ha vuelto a ayudar a la librería, se ha volcado. Los primeros días, cuando se dio la noticia, estábamos desbordadas. Venía gente y gente, y todavía sigue viniendo. Tenemos mucha más gente de lo habitual, gente que nos pide que pongamos el sello del 50 aniversario y gente que agradece que hayamos llegado hasta hasta aquí. Nos expresan la pena por el cierre y es muy emocionante.

¿Hay fecha definitiva?

No. Vamos a estar abiertos en agosto y no sé si parte de primeros de septiembre, pero no hay fecha. Iremos viendo, también en función de cómo responda la gente.

¿Qué siente al ver las estanterías vacías?

Impresión. En el momento que bajé los últimos libros para que estuviesen a la altura de la gente, me causó mucha impresión, sobre todo, si las ves y las comparas con las imágenes con las baldas llenas. El vacío que se ve representa bien el vacío que sentimos. Va a ser una especie de duelo. Va a ser duro cortar con el vínculo que hemos forjado con la clientela durante los años que llevamos aquí.

Se lo preguntaba porque Lagun siempre se ha caracterizado por ser una librería con un gran fondo. ¿Cuándos libros ha podido llegar a albergar Lagun?

No lo sé exactamente. En algún momento Ignacio Latierro llegó a decir que unos 30.000, pero reconozco que me pierdo. Siempre han sido muchísimos libros. 

Habrá libros que podrán devolver, a otros les han aplicado descuentos para facilitar su salida.

Habrá libros que podemos devolver sin problemas a las distribuidoras. Otros, no. Por eso estamos procediendo a bajar un poco el precio, a hacer un pequeño descuento para que vayan saliendo. Los libros descatalogados, que tampoco se pueden devolver, tienen un descuento mayor para lo mismo, para que vayan saliendo.

Hablaba del duelo y del vacío. Lagun es parte de su vida, de la de sus hermanos y, por su puesto, fue de la de sus padres. Supongo que cerrar será increiblemnente doloroso.

Sí, es doloroso. Es una noticia triste, es cerrar una etapa de muchos años, desde que se abrió aquí en el 2001. Pero también es cerrar una etapa de 55 años, con todo lo que significa. Es el legado de mi madre, María Teresa Castells, la fundadora. Ha sido un honor y un orgullo seguir con ese legado hasta aquí, con toda esa historia de lucha por las libertades. Por otro lado, te apena el cierre porque implica cortar ese vínculo con clientes de toda la vida y también con clientes más actuales. De hecho, aunque no hubiera muchos, había clientes jóvenes que llamaban la atención por la curiosidad que te demostraban por todo, desde la novela al ensayo pasando por la poesía.

¿Se imagina ya en el día siguiente al cierre de Lagun?

Ese es un proceso y un duelo que el equipo de la librería, en general, tendrá que elaborar. No será fácil pero, como todos los duelos, habrá que pasarlo.

¿Es difícil regentar una librería independiente en 2023?

Sí, es muy difícil. La librería de antes no tiene nada que ver con lo que es una librería ahora. Una librería independiente no tiene el respaldo que puede tener una cadena, tiene que luchar contra unos elementos que no tenía que luchar antes.

¿Por ejemplo?

Es cierto que antes hubo que luchar con otro tipo de elementos que estaban más presentes. Ahora los enemigos están en Internet, en la descarga de libros, en la piratería. Recuerdo un autor que se quejaba de que su libro a la semana de haberse publicado ya estaba en la Red. Es algo muy difícil controlar, pero estaría bien que la sociedad se dé cuenta de lo que supone, que estas prácticas perjudican a los autores, a las editoriales, a las librerías y al pequeño comercio en general, que es lo que da vida y enriquece a la ciudad.

¿Es Amazon la mayor amenaza de una librería independiente?

Sí, pero, como digo, no sólo de las librerías. Nosotros trabajamos mucho bajo pedido, siempre le ofrecemos al cliente la posibilidad de que, si no tiene el libro que quiere, lo pueda encargar. Lo habitual es que el cliente diga que sí y, a la semana, ya lo tiene. En cambio, hay gente que opina que esperar una semana es mucho esperar, quiere darle a un botón y tenerlo ya. Nos hemos acostumbrado a esa inmediatez en todo. En eso también hay un peligro. Amazon ofrece ciertas cosas, pero hace peligrar otras.

Esperar una semana por un libro no parece un tiempo excesivo...

No, no es mucho. En cambio, hay que ser conscientes del daño que supone el darle a ese botón y que Amazon te lo proporcione.

¿La pandemia precipitó el cierre de Lagun o era algo que ya venía de antes?

En el confinamiento, Ignacio ya planteó la posibilidad de de cerrar, porque, quizá, no se podía seguir. Sí que es cierto que luego hubo un boom, porque la gente estaba en casa, compraba más libros y leía más. Fue un espejismo, fue temporal y luego, pasó.

¿Se sigue leyendo?

Se sigue leyendo, pero creo que se pierde mucho tiempo en las redes sociales. Cuando te pones con el móvil, se acaba perdiendo tiempo que antes igual podías dedicar a la lectura. Quizá se lee menos.

Se lo preguntaba porque estamos en una librería y leer y comprar libros no es lo mismo, ¿verdad?

No es lo mismo. Sí que es verdad que creo que los clientes que compran en Lagun son lectores. Al final da igual si se compran un best seller o si se compran otro tipo de libro. Pero sí, creo que tenemos una clientela bastante lectora.

Las ventas serán mayores o menores pero lo que sí abundan son las novedades. La vida del libro cada vez es más corta.

Ese es otro de los problemas. Lo dicen tanto los comerciales como los clientes, se publica muchísimo, una barbaridad. Antes no se publicaba tanto. El coste de la publicación es menor y las tiradas son más pequeñas, pero se publican libros que no van a tener un futuro y que, automáticamente, se devolverán. No sé hasta qué punto las editoriales lo habrán estudiado, pero tal y como hablaba con un cliente hace poco, lo que importa es la novedad. Aunque claro, la novedad no tiene por qué ser buena. También ocurre que al publicarse tanto los clientes se pierden, porque el libro que es realmente bueno quizás pasa desapercibido. Ahora, en cambio, estamos viendo que está viniendo mucha gente y está comprando libros de fondo que hemos tenido siempre.

Lagun vivió amenazada por varias violencias, tanto en el franquismo, como después con el entorno de ETA. Lo que no consiguió la violencia, lo ha conseguido el mercado.

El mercado del libro ha cambiado. La librería se inauguró en 1968 en la plaza de la Constitución. Claro, era el año 68, pero era un lugar de reunión de escritores y de clientes en torno al libro, a la cultura. Esas tertulias se daban muy a menudo. Cuando vinimos aquí, sí que se han seguido dando encuentros entre clientes y demás, pero es todo muy distinto. 

Es menos habitual pensar en librerías como lugares de reunión en el que encontrarse con otros, charlar, coger un libro y hojearlo...

Para mí eso es muy importante. Una librería es algo más que una tienda, es un lugar de encuentro en torno a los libros y la cultura. Sigo pensando en esa clientela joven que te demuestra esa ilusión por los libros. Tengo en la mente a una chica que le costó venir después del anuncio del cierre porque le dio mucha pena. Me decía que para ella venir a Lagun era un refugio, un lugar en el que se le abrían posibilidades a otros mundos que podía hojear un día, para adquirirlos más adelante. También recuerdo a un futbolista bastante conocido que me decía que la librería de antes, en momentos difíciles como la adolescencia, le supuso el acceso a unos libros que también fueron una especie de refugio, de ayuda y de evasión.

¿Qué recuerda de la librería anterior, de aquellos momentos tan difíciles?

Por un lado, recuerdo el apartado infantil de la librería, porque pasé muchos años allí, como otros muchos de mi generación. Por otro, también recuerdo el ejemplo de lucha que supusieron mi madre, Ignacio y Rosa [Cuezva]; el ejemplo cívico de lucha contra el totalitarismo en la época franquista y, más tarde, contra el entorno de ETA. Es el ejemplo cívico de no mirar a otro lugar, de cuando algo está mal, reaccionar, posicionarte y decir “Esto no está bien, no voy a mirar a otro lado y voy a ser coherente con lo que pienso”.