En el año 1866 la Diputación de Navarra propuso por escrito a las de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa la creación de una universidad vasco-navarra. Así lo acredita un documento adquirido por la editorial Mintzoa. Un legajo de 20 páginas que en palabras de Aritz Otazu, director de la editorial, “difunde algo importantísimo”.

“En aquella época, hablamos del año 1866, se estaba creando una especie de partido, o ahora sería fundación; un movimiento popular, la Unión Vasco-Navarra. Y ahí enmarcamos este documento, en esa Unión que pilotaba Nicasio Zabalza, que era el vicepresidente de la Diputación de Navarra. O sea, que este documento lo auspició la Diputación de Navarra, es un documento oficial que imprimió, no sabemos cuántas copias hizo, y en él se incluyen las bases para la Universidad, presupuesto, cargos, los sueldos que tendrían los trabajadores, desde el rector, que se concreta en 3.000 escudos, hasta un bedel, 300 escudos; habla de asignaturas que se impartirían: Medicina, Derecho, Ciencias, Filosofía, y recoge que Teología no porque ya estaba cubierta con los Seminarios de la época”, cuenta Aritz Otazu, quien reconoce que se trata de “un documento raro”.

“Es totalmente desconocido para el gran público; habrá ejemplares en las bibliotecas, pero pocos”, apunta el editor. El legajo incluye un escrito dirigido, dice, a “nuestras hermanas las provincias vascongadas que hemos tenido un pasado común” con la propuesta de tener una universidad común, y cita, “para que nuestros jóvenes no caigan en el vicio fuera de nuestras fronteras y se puedan criar aquí bajo el amor patrio”. De esta manera, el documento acredita que había un interés político y educacional común, una especie de proyecto nacional vasco-navarro de educación. “Al final del documento se incluye la contestación de las diputaciones de Alava, Gipuzkoa y Bizkaia a esta propuesta, dicen que iban a hablar con sus juntas generales sobre el tema”.

Otazu recuerda que en 1866, “entre la segunda y la tercera carlistada, Nicasio Zabalza era vicepresidente carlista, el secretario era carlista, había dos diputados liberales... no era un movimiento carlista sino vasco-navarro, un proyecto para fundar una universidad común que se frustró”. El por qué no se sabe a ciencia cierta, pero el editor explica que “el momento era muy convulso. Navarra aún era Diputación Provincial, al año siguiente, 1867, pasaría a ser Diputación Foral; 25 años antes dejaríamos de ser reino... Son años muy convulsos en los que hay mucha asociación, mucho partido, el movimiento euskaro, y encontrarnos el proyecto de una universidad hace 150 años nos dice que se veía con mucha normalidad que una gente con un pasado común tuviera una universidad educacional vasco-navarra”. El legajo recoge que esa universidad debería estar donde decidiesen las cuatro diputaciones, que podría estar en Bilbao, Donostia, Vitoria o Pamplona, y que como tenían independencia económica, decidirían con sus presupuestos dónde estaría y la pagarían con las matrículas de quien se inscribiese. Incluso se concreta el comienzo y final de curso, del 16 de noviembre al 30 de abril.

El documento adquirido por Mintzoa estaba en manos de un coleccionista particular de Pamplona y pasará a formar parte de los fondos de la editorial; no está a la venta.