Un total de 23 camiones que han llegado a Illumbe; un equipo de 100 personas de 25 nacionalidades, de los que más de la mitad son artistas, clowns o deportistas de élite, incluyendo, dos atletas olímpicos, así como otros que también han competido a nivel mundial... El Cirque du Soleil se encuentra ya en Donostia y sus intérpretes y acróbatas, después de tres semanas de descanso, han comenzado ya los últimos preparativos para representar su trabajo OVO, una obra muda pero, comprensible y para toda la familia, centrado en la vida de los más diminutos insectos como grillos, arañas, cucarachas o mariposas. 

La compañía canadiense, que celebra su 40 aniversario y también los 25 años desde su primera visita al Estado, ofrecerá cinco funciones durante otros tantos días en la capital guipuzcoana, desde el miércoles 19 de julio hasta el domingo 23. Con el objetivo de conocer en profundidad las bambalinas de este espectáculo, el Circo del Sol invitó el pasado viernes a un grupo de periodistas a conocer las entrañas de OVO, en un tour por el backstage, situado bajo el graderío del coso taurino. 

“Estamos en un entorno de trabajo que no para”, explicó Janie Mallet, relaciones públicas de la compañía y maestra de ceremonias en esta visita por las zonas que, habitualmente, no son accesibles para el público. En su emplazamiento de Illumbe, el Cirque du Soleil cuenta con todo lo que necesita para funcionar. Un grupo de cocineros que se encarga de alimentar tres veces al día al centenar de miembros del equipo, un completo gimnasio con máquinas de musculación y hasta un servicio de lavandería con varias lavadoras. No es de extrañar, dado que los 52 artistas llegan a hacer uso de hasta 800 prendas por cada sesión. Aún así, según relató Maillet, la cantidad de indumentaria es mucho mayor, casi incontable. Diseñada y producida en la sede de la compañía en Montreal, cada uno de los intérpretes tiene uno o varios ropajes –uno más funcional y otro más estético– diseñados exclusivamente, no sólo para su personaje, sino también para que se ajuste al cuerpo del artista como si fuera un guante. La exigencia física es tan grande que las prendan debe ser sustituidas cada tres meses por desgaste, algo que facilitan los cuatro responsables de vestuario que viajan con la compañía y que remiendan cualquier roto y descosido.

'OVO', un mundo de insectos

Un escenario circular se ha instalado en el coso de Illunbe. Sobre él una pared de nueve metros de altura y 20 de ancho –los acróbatas aéreos llegan a elevarse hasta diez metros sobre el suelo–. Además de representar el espacio escénico en el que se desarrolla OVO, las tablas funcionan también como una gran pantalla de cine en la que durante toda la sesión se proyectan imágenes que permiten a los espectadores sumergirse en ese ecosistema forestal en miniatura, que sirve de hogar de una colonia de insectos a la que, un día, llega una mosca llamada El Viajero, que porta un enorme huevo a sus espaldas –OVO significa huevo en portugués–. El Viajero quedará prendado de La Mariquita, poniendo celosa a la Araña Roja, interpretada por la canadiense Svetlana Delous, una acróbata especializada en las sedas aéreas. Esta araña es “curiosa”, se mueve con “gran agilidad”, es quizás “un poco peligrosa” y siempre le gusta mirar lo que ocurre desde la altura de su red.

Delous, nacida en Vancouver, se sumó a OVO en 2017 y antes de pasar a formar parte de la compañía Cirque du Soleil, se formó desde muy joven en ballet clásico y en artes circenses. Además de a la Araña Roja, también interpreta el papel del personaje denominado Cocoon, y, a su vez, ha trabajado como coach-artística de la compañía para garantizar que el espectáculo mantenga su nivel de calidad. “Me encanta este espectáculo porque hago muchas cosas”, contó la acróbata que, desde que se unió a OVO hace seis años se ha formado en el arte del clown para poder sustituir, si fuese necesario, a la intérprete de La Mariquita. No hay que olvidar que Cirque du Soleil, aunque nunca ha hecho uso de animales, es una compañía circense, con lo que contrata a todo tipo de intérpretes de este arte, desde payasos hasta acróbatas de suelo y de aire.

Durante el viaje al núcleo de este espectáculo, Delous atendió a la prensa y contó que el trabajo físico es muy exigente para los miembros del elenco. Además de ensayar dos horas todos los días, también abordan jornadas de entrenamientos, pilates o flexibilidad porque, sobre el escenario, y más si uno está colgado de una seda, cualquier equivocación puede ser fatal. Es por ello que cuando la Araña Roja se sube a la pared del escenario, su interprete debe estar muy “concentrada” para no cometer ningún error. De hecho, cuando sube por las sedas debe hacer fuerza con el cuello, algo para lo que consideró indispensable estar presente en cuerpo y mente.

Otros que deben estar concentrados y completamente compenetrados son Catherine Audy y Alexis Trudel, un dúo de acróbatas que trabajan con correas aéreas sin arnés y sin red. “Mi red es ella”, comentó Trudell entre risas. La pareja artística, que interpreta a un par de Mariposas Nocturnas, se conoce desde hace doce años, cuando coincidieron durante su formación en arte circense en Quebec. Poco después, hace nueve, ingresaron en esta compañía. “Nos encanta volar”, aseguró Audy, algo de lo que disfrutan cada día en un espectáculo como OVO, en el que se elevan unos diez metros del suelo. “Aunque llevemos una década alzándonos del suelo, es algo a lo que no te acostumbras nunca. Es una práctica que te llena de energía y poder volar todos los días es un sueño hecho realidad”, aseguró. Entre el miércoles y el domingo tendrán una oportunidad de volver a volar, al igual que los espectadores que con OVO dejarán volar su imaginación.