El proyecto para reformar el Koldo Mitxelena tiene su origen en el año 2015, cuando el servicio de Arquitectura de la Diputación de Gipuzkoa emitió un informe en el que se indicaba que era “imprescindible” cambiar las instalaciones de la cubierta, que estaban “muy deterioradas”.

En ese momento comenzó el trabajo de ir dando forma a la actuación que se pretendía realizar. 

“La primera opción fue una convergencia con Donostia Kultura, hacer una única biblioteca en la ciudad y hacerla aquí”, explica Presa. No pudo ser, “por razones técnicas que no políticas”.

Descartada esta opción se decidió “que la intervención en el Koldo Mitxelena no podía esperar más” y se convocó un concurso con el objeto de adjudicar el proyecto “de una reforma integral” del edificio, una intervención “más grande” que la que, finalmente se va a llevar a cabo.

El concurso lo ganó el estudio de arquitectura Astigarraga y Lasarte. Tras elaborar el proyecto y cuando iba a salir la licitación de la obra, “dos días antes llegó la pandemia. Todo se paralizó y la Diputación, ante la incertidumbre existente, decidió que la reforma fuera parcial”.

El punto de partida

En 2020 se vuelve al punto de partida y se convoca un nuevo concurso para elaborar un proyecto de menor calado al que “solo se presentó Astigarraga y Lasarte”. 

Tras redactar el proyecto se volvió a licitar la obra, la que finalmente se llevará a cabo, con mayores dificultades a salvar que las que existían con el proyecto de rehabilitación integral, que conllevaba soluciones más drásticas pero menos condicionadas en aspectos tan importantes como la accesibilidad.

El proceso de obtención de licencias ha demorado el inicio de las obras. Ahora toca cruzar los dedos para que no se dilaten en exceso en el tiempo y no haya sorpresas en su ejecución.