Lo primero que uno ve cuando entra a la página web de la fotógrafa iraní Jila Mokhtari es una instantánea de los relojes del paseo de La Concha tomada desde la playa en un día en el que la neblina se ha hecho con la bahía. La imagen sirve, en cierta medida, de síntesis de una conexión entre dos países y dos culturas: Gipuzkoa e Irán, Donostia y Teherán. Mokhtari, que se formó en la Escuela de Fotografía Ivasfot entre 2013 y 2015, ha inaugurado hace pocas semanas, junto al pintor persa Abdol Hamid Pazoki, en su Teherán natal una exposición titulada Nº7, a la vera del río, y en la que también se ha colado una imagen de Beasain. 

Se trata de una muestra con obras de técnica mixta, una propuesta formalmente “nueva” en la que Pazoki trabaja con acuarelas sobre lienzos en los que se han impreso fotografías tomadas por Mokhtari. “Nos haría ilusión que se viese en Donostia”, cuenta desde Irán la fotógrafa a este periódico. Nº7, a la vera del río responde a un “diálogo” entre dos artistas de dos disciplinas distintas y a los que separa casi tres décadas de bagaje artístico y vital –el pintor tiene 68 años y la fotógrafa 41–. A juicio de ésta, la “experiencia” de Pazoki, que ha pintado “lo justo”, “sin mucho ruido”, sobre las imágenes tomadas por Mokhtari, ha permitido que en el resultado final se siga adivinando la “intención del fotógrafo”.

Abdol Hamid Pazoki ha pintado sobre las fotografías de Jila Mokhtari. N.G.

A la hora de seleccionar las instantáneas, el criterio principal que siguieron fue que el itinerario del espectador por la exposición no fuese “monótono”. De esta forma, han trabajado, por ejemplo, sobre retratos de pacientes que la fotógrafa tomó en un psiquiátrico a las afueras de Teherán, unas fotos que conformaron el corpus de su anterior muestra. Y también sobre instantáneas de lugares tan lejanos como Beirut y tan cercanos como Beasain. Evitar la sensación de “repetición”, era uno de los objetivos de esta propuesta que, además de a Euskal Herria, la fotógrafa tiene intención de llevarla a alguna a Colonia (Alemania), ciudad en la que ya ha expuesto previamente. Al ser una propuesta “diferente”, reconoce, necesitan a un galerista que quiera “apostar” por ello.

Esta ha sido la primera vez que Mokhtari y Pazoki trabajan juntos. Además, mezclar sus disciplinas también ha sido algo “novedoso” para ellos. Se conocieron de “casualidad”, explica la fotógrafa. Tras descubrir que compartían el hecho de haberse formado durante un tiempo en el Estado español, los temas de conversación y las ideas comenzaron a fluir. 

Jila Mokhtari: fotografía y destinos

¿Cómo acabó una joven de Teherán en Gipuzkoa? La pregunta más obvia tiene, a su vez, una respuesta que mueve montañas: por amor. El marido de Mohktahari es beasaindarra. Lo conoció en Irán cuando este viajó allí por trabajo. Tras unos años en Irán, la pareja volvió a Gipuzkoa en 2012. Pasar de una ciudad de ocho millones de habitantes a una que no llega a las 200.000, como es Donostia, le costó. “Ahora lo echo de menos”, ríe. Ese tiempo, el que pasó en Gipuzkoa, lo aprovechó al máximo. No en vano, mientras estudiaba en Ivasfot consiguió algo verdaderamente difícil, que le abriesen las puertas del convento de Santa Ana de Lazkao para retratar la intimidad de esta congregación de monjas de clausura. “Para mí la fotografía es una manera de afrontar mis miedos. Las monjas, al principio, me recordaban a mi abuela. Pero luego, analizándolo en profundidad, subyace el miedo que tengo a la soledad, a esa que ellas vivían”, cuenta la fotógrafa, que insiste en la idea de que su pulsión creativa pasa por ponerse en el centro de contextos que la “inquieten”.

Un joven observa una de las obras que puede verse en Teherán. N.G.

Donde no sintió miedo, por el contrario, fue en Afganistán. Trabajó durante un año como intérprete de la Cruz Roja, periodo en el que tuvo que dejar a un lado la fotografía. La toma el control de Kabul por parte de los talibanes en agosto de 2021, la pilló en aquel país.“Me quedé atrapada un mes”, cuenta.

Desde cinco años antes, la fotógrafa y su pareja tienen la base en Teherán, aunque por poco tiempo. En breve marcharán a Dubái (Emiratos Árabes) por compromisos laborales. Aunque no desea revelar mucho de sus próximos planes artísticos, adelanta que tiene la intención de acometer un proyecto fotográfico en otra esquina del mundo. Esta vez viajará hasta Grecia.