Cuando José Ignacio Gaubeka estudiaba en la Escuela de Comercio con Gabriel Aresti, el escritor bilbaino le dejó un libro de religión. De hecho, se puede decir que el poeta no tenía mucho amor por ese libro, pues en la primera página escribió, con humor: “Este libro es de Gabriel M. Aresti Segurola, aunque él no lo quisiera, y para el año escolar 1952-1953”. Al final, el libro acabó en el caserío de José Ignacio Gaubeka en Larrabetzu hasta que este murió en 1999.

Gabriel Aresti.

Cuando se puso a la venta la caserío, su sobrina Mariví acudió para recuperar y conservar las fotos, manuscritos y la biblioteca de su tío. Metió en una bolsa los papeles y fotos que encontró en un cajón, quemaron algunas cosas, tiraron otras... El resto se lo llevó a su casa en Muskiz y con el tiempo se dio cuenta de que en el libro de religión había dos poemas firmados por Aresti. Mariví los guardó en una caja de memorias de su familia.

Eran dos sonetos del conocido autor, uno de amor y otro de desamor, que muy probablemente el poeta bilbaino dedicó a su novia. Él tenía 19 años y ella, 16.

Pero, independientemente de la extraordinaria historia de cómo han aparecido, estos poemas tienen un gran valor literario porque anticipan la cronología de las obras del escritor bilbaino y se adelanta así un año y medio su creación, según explica el catedrático de literatura vasca de la UPV Jon Kortazar. “Hasta ahora los primeros poemas que se conocían del autor eran de diciembre de 1954, publicados en la revista Euzko Gogoa, y estos son de 1953. Ahora mismo, es lo primero que conocemos de Aresti. Son poemas de formación, escritos por un joven de 19 años, sentimentales, un poco elevados, porque utiliza un tipo de léxico culto y son inconformistas porque no son los sonetos normales de cuatro, cuatro, tres, tres, sino cuatro, cuatro, dos, dos. Son sonetos que reflejan un poco lo que estaba leyendo”.

La noticia de la existencia de estos poemas le llegó a Jon Kortazar estando trabajando en Chicago el 1 de marzo de 2019. Fue la hija de Mariví Gaubeka quien se puso en contacto con él. “Para mí fue toda una sorpresa. La única condición para publicarlos por parte de la familia fue que se hiciera en una revista académica y es lo que hemos hecho; se han publicado en la revista Sancho el Sabio”.

Los poemas están escritos en castellano, “pero parece que el deseo de escribir en euskera surgió en ese momento, porque entre los 19 y los 21 años cambió de idioma. En 1954 le escribió a Andima Ibiñagabeitia en euskera y envió dos poemas para que se publicaran en Euzko Gogoan”, describe Jon Kortazar.

Sus inicios

La importancia esencial de la obra de Gabriel Aresti (1933-1975) está en el campo de la poesía y la literatura vasca. Poco a poco, se conoce algo más de sus primeras iniciativas literarias.

Fue también Jon Kortazar quien descubrió en 2016 un libro olvidado del poeta bilbaino, escrito en 1962, que ha cambiado la percepción histórica que se tenía sobre la evolución poética del creador, desde la poesía simbolista a la de un carácter más marcadamente social.

La obra, titulada Mailu batekin: Biola batekin, fue escrita por el autor en 1962, en una época temprana de su carrera literaria, y fue encontrada en los archivos de Euskaltzaindia, donde permanecía olvidada, por el crítico literario y ensayista Jon Kortazar.

En ella aparecen poemas de un marcado carácter social que cinco años más tarde incluiría, por separado, en dos de sus obras más importantes: Euskal Harria y Harrizko herri hau.

La importancia del hallazgo es manifiesta para los estudiosos de la obra de Aresti, ya que cambia la idea que se tenía de su evolución hacia la poesía social, que es más temprana de lo que se creía.

Junto al libro de poemas olvidado, Kortazar encontró una serie de cartas inéditas de “innegable valor histórico”, según su descubridor, dado que permiten conocer mejor la vida y el trabajo del poeta bilbaino, autor de uno de los poemas más famosos de la literatura en euskera del siglo XX: Nire aitaren etxea.

Los sonetos

Por ti quisiera componer un canto

lleno de aromas de dulzura lleno

que embriagara nuestro amor terreno

con el espíritu del divino llanto

Con él quisiera desgarrar el manto

que cubre el aura del eterno seno

con él quisiera deslizar el cieno

de la locura del delirio santo

Y así librarme del deliquio informe

de amarte siempre con el alma muda

mientras los ojos con livor deforme

presentan siempre la constante duda.

Por ti resuene mi canción conforme

se viste de ángel mi pasión desnuda.

Bilbao, 16/II/ 1953

Gabriel María A. S.

l II

No has escuchado la dolencia occisa

del acre acento de mi humilde queja

que el viento intenso sin cesar aleja

con una inhábil celerada prisa

hasta perderla por la mar sumisa

En mi demencia la sutil madeja

de tus desdenes sin piedad semeja

la incongruencia de loca risa

cuando comprendo que la vida es huera

y no es posible reformar su ambiente.

¿Por qué me ignoras en mi noche austera?

¿Por qué te muestras tan incoherente?

Te has ausentado de mi triste vera

tan sigilosa solapadamente…

Bilbao, 16/II/ 1953

Gabriel María A. S.