“Ni nos acercamos a poder vivir de este proyecto”. Así de tajante se ha expresado la responsable de Opus Lírica, la soprano Ainhoa Garmendia, en la rueda de prensa en la que este miércoles han presentado su nueva producción, Dido y Eneas, con la que la asociación arranca su octava temporada, y en la que ha aprovechado para lanzar una nueva petición de mayor apoyo a las instituciones del territorio: “Estamos muy agradecidos a las instituciones pero no es suficiente”, “sacar adelante cada proyecto es un milagro”, “llevamos una década con el mismo presupuesto o menos”. De esta manera, la soprano residente en Alemania pero natural de Legorreta ha presentado las dificultades a los que se enfrentan en su empeño de asentar una temporada de ópera en la capital de Gipuzkoa.

Un sistema público que canibaliza sus propias ayudas para poder mantener una oferta cultural pública amplia y de calidad es uno de los grandes problemas con el que se encuentran los promotores privados en Gipuzkoa a la hora de intentar consolidar sus propuestas. Iniciativas como las de Opus Lírica cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Donostia, de Donostia Kultura y del programa Kursaal Eszena, pero las ayudas siempre son insuficientes, lo que provoca, por otro lado, un incremento en el precio final que paga el usuario final en la taquilla. “No sabemos si es efecto de la pospandemia, pero nos cuesta más llenar el Victoria Eugenia que el Kursaal”, ha explicado Garmendia para después añadir que este teatro donostiarra “es una pasada”, una “joya ideal” para hacer este tipo de óperas.

Garmendia ha comparecido junto a Pablo Ramos y Carlos Crooke, directores artísticos de Dido y Eneas, y con los intérpretes Julen García y Lucía Gómez. “Seguimos aquí gracias a las personas, porque económicamente es muy duro”, ha dicho Garmendia. Les sobran las ideas, desde óperas hasta oratorios que no se han representado nunca en escena. De hecho, ha adelantado que ya tienen pensado el siguiente proyecto en este teatro donostiarra, pero les “urge” la financiación. 

Lo que pretende Opus Lírica, asentar una temporada de este género en Donostia, ha asegurado Ramos, “no es nada de otro mundo”. “Lo tiene Bilbao, por ejemplo”, ha recordado. No obstante, ha marcado ciertas diferencias con la ABAO de la capital vizcaina. Por un lado, la solera: la asociación vizcaina vio la luz en 1953. Por otro lado, existe otra diferencia entre la propuesta operística en Bizkaia y la de Opus Lírica, la “viveza”. “Damos una manera distinta de interpretar la ópera que va mucho más acorde con la modernidad, un punto de vista algo más joven”, ha resaltado Ramons mientras lamentaba que no existe “un apoyo claro de las instituciones” por este proyecto. “Tenemos que quitarle mucha caspa a la ópera”, ha afirmado rotundo, en el sentido de que para gran parte del público considera que este género tiene una patina de elitismo. En contra de esto, Opus Lírica defiende la “popularización” de la óepra, que sea algo que puedas “tocar”, en lo que puedas “hablar” e “incluso patalear”; es decir, que el público no se quede impertérrito en el patio de butacas, sino que participe.

Las comparaciones, por supuesto, son odiosas, pero están ahí. “Nosotros no queremos competir con Bilbao, pero Donostia también tiene derecho a tener una temporada de ópera”, ha defendido Garmendia, que conoce bien la realidad de otros países de Europa, como Alemania, donde la mayoría de municipios de más de 70.000 habitantes cuentan con un programa anual lírico-sinfónico en la misma localidad o “a menos de 40 kilómetros de distancia”. “Cuando me dicen que en Alemania eso es así porque tienen una tradición de asistir a la ópera, yo les pregunto ¿Y cómo se empieza una tradición?. La respuesta es: apostando por ella.