Eliades Ochoa (Cuba, 1946) vuelve a Donostia para actuar en el Victoria Eugenia, junto a una agrupación conformada por Jorge Maturell –percusión mayor–, José Ángel Martínez –bajo–, Eglis Ochoa –percusión menor–, Osnel Odit –guitarra segunda– y Raony Sánchez –trompeta–. Además de sus más recientes composiciones, Ochoa interpretará un repertorio basado en los clásicos que popularizó el Buena Vista Social Club, una orquesta de mediados de los 90 conformada por primeros espadas de la música cubana que se convirtió en un éxito instantáneo a lo largo y ancho del mundo y que fue producida por Ry Cooder. Entre sus más recientes colaboraciones se encuentra la que hizo con el trapero C.Tangana para su disco El madrileño.

¿Supongo que sabrá que su apellido, Ochoa, es vasco? 

Sí. Yo soy un lobo del País Vasco.

Por lo tanto, alguno de sus antepasados salió de aquí. 

Mi abuelo. Vivió en varias ciudades del País Vasco y, después, desde Galicia llegó a Cuba, donde tuvo a mi padre y al resto de la familia. Finalmente, murió en Cuba.

Por lo tanto, además de Cuba tiene otro hogar, el País Vasco. 

Por supuesto, es otra casa mía.

Lleva medio siglo en la carretera. ¿Mira mucho al pasado?

De todo un poco.

Tiene 76 años, ¿se imagina mucho más en la carretera?

Pues claro, hasta que la naturaleza quiera.

Una de sus compañeras en el Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, suele decir que a ella los escenarios le dan ganas de vivir.

Así mismo es. A mí la música me da salud. Así es, compadre.

Hablemos de sus comienzos en la música. Usted fue autodidacta.

¡Todavía lo soy!

¿En casa escuchaban música? ¿Cómo le vino la afición?

Toda mi familia toca. Mi hermana María Ochoa, que es dos años mayor que yo, ha girado por muchos países como Holanda, Alemania o España varias veces. Hubo una época en la que todos los años se iba tres o cuatro meses a Europa. Hoy en día está más tranquila y está trabajando en Radio Progreso en Cuba y tiene un programa de música campesina.

María y usted se iniciaron juntos en la música.

Empezamos en el año 1963 en el programa de radio Trinchera Agraria.

¿Sus padres también tocaban?

Mi padre tocaba el tres –un derivado de la guitarra– muy bien. Mi madre también tocaba el tres, menos que mi padre, pero lo hacía. Mi hermano, que murió a los 60, me acompañó durante muchos años. Otro hermano fue el director de Guitarras y Trovadores. Tengo otras dos hermanas que se dedicaron a la medicina pero cantan perfectamente bien.

Llevan la música en la sangre.

En la sangre y sin problemas de circulación (ríe).

Y cuando era joven, antes de arrancar su carrera, ¿qué música escuchaba?

Escuchaba a los sextetos como el Nacional de Ignacio Piñeiro o Los compadres, que se iniciaron en los 50. Oía la música cubana de aquel tiempo y aquellos años. También escuchaba música de la República Dominicana, de Puerto Rico...

¿Cómo será el concierto que ofrezca en Donostia?

Como quiera la gente. Siempre voy con los brazos abiertos.

Pero repasará sus grandes éxitos.

Sí, pero también tengo canciones nuevas en el repertorio y que pueden verse en Internet en unos videoclips que hice en Miami. Se llaman Ay, mamá, qué bueno y La curiosidad me mata. Pero hay canciones que, claro, no pueden faltar. Si yo no las pongo, la gente las pide. Me refiero a temas como la Candela o El carretero, todo aquello que yo llevé a la luz pública y saqué de un cajón con Buena Vista Social Club. Yo ayudé a Compay Segundo a hacer el Chan Chan, porque la guitarra que yo hice fue la guitarra que se quedó para siempre en el Chan Chan. También tocaré otras como Píntate los labios María, A la luna yo me voy... No pueden faltar. A veces me hago el disimulado y toco canciones nuevas y la gente empieza a pedir las otras; y yo me debo al público.

Habla del Buena Vista Social Club. Se han cumplido 25 años desde la publicación del disco. Usted fue el verdadero promotor de todo aquello.

Se puede decir que el Buena Vista Social Club empezó por mí. Fue un trató que hice yo con la discográfica World Circuit y con Nick Gold en Londres, para hacer una grabación con Eliades Ochoa y unos africanos. Estábamos esperando en el estudio, pero aquellos africanos no llegaron nunca y acabamos haciendo un disco cubano. Entonces, buscamos a músicos de Cuba que tuviesen experiencia. Juan de Marco se encargó de buscar a Ibrahim Ferrer, Rubén González, a Cachao, a Guajiro Mirabal... Hay personas a las que no le gusta que diga esto pero aquello fue una orquesta Ventú. ¿Que faltaban músicos en el estudio y había algunos fuera? Oye, ven tú, toca aquí. ¿Que faltaba un guajiro para tocar la clave? Oye, ven tú y tócala. No fue una orquesta que estuviese formada, fue un Ventú.

¿Qué cree que fue lo que aportó Buena Vista Social Club?

Buena Vista llegó cuando tenía que llegar. Si hablamos del éxito de Buena Vista Social Club tenemos que hablar de la experiencia y la cadena que ya venían arrastrando los artistas que participaron en la orquesta. Traían una historia gigante y todo eso ayudó. Buena Vista tuvo éxito por la promoción que hubo a nivel mundial, pero hay que hablar de la calidad de sus músicos.

¿Cree que es algo que se podría repetir en la actualidad?

Chico, haciendo una promoción gigante y escogiendo músicos buenos, se puede hacer una agrupación con calidad como la de Buena Vista Social Club, pero que vuelva a pasar algo como lo que ocurrió entonces, eso no pasa más, jamás.