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Artekritika

Juan Muñoz y Damián Ortega en el Centro Botín

Dos excelentes exposiciones se están celebrando este año en el Centro Botín de Santander, a pocos kilómetros del País Vasco: Dibujos 1982-2000, de Juan Muñoz, y Visión expandida, esculturas de Damián Ortega.

La primera retrospectiva de dibujos de Juan Muñoz (Madrid, 1953-2001) reúne más de 200 obras cedidas por instituciones y coleccionistas privados, que ofrecen una de las facetas fundamentales de este artista que cuajó en la década de los 80. Muñoz realizó una escultura objetual y arquitectónica, además de sus enigmáticos personajes, mudos y expresivos, símbolo y metáfora de una sociedad global, masificada e incomunicada al mismo tiempo.

Comisariada por Dieter Schwarz, la exposición está estructurada cronológicamente en doce secciones que abordan diferentes temas de la obra del artista: Balcones, Dibujos sobre gabardinas, Piezas de conversación, Retrato de un hombre turco dibujando, Una breve descripción sobre mi muerte, así como algunas esculturas objetuales y figuras humanas sobre grandes telones de fondo.

El dibujo como idea, como boceto, ofrece una amplia gama de resortes, propuestas, y realizaciones, que pese a la dureza, el hermetismo y la desazón que producen sus obras, cuestionan y enriquecen la visión de una obra que se mueve entre los esperpentos de Goya, el teatro de Ionesco y la ópera bufa italiana.

El drama y el esperpento de sus personajes, el dibujo negro y blanco sobre sus contrarios, sus gestos congelados y enigmáticos, ponen al observador al borde de sí mismo, de sus contradicciones y de sus propios enigmas y demonios.

La obra de Damián Ortega (México, 1967), Visión expandida, agrupa por primera vez las piezas en suspensión de este artista mexicano, refinado y potente, que se mueve entre la tecnología, la geología, la arquitectura y la literatura. Ortega entiende el espacio público como un espacio político y la escultura como un espacio mental, una acción o un evento que puede tener una profunda influencia en nuestra vida diaria. Su aproximación crítica y humorística le lleva a cuestionar las maneras de ver, habitar, y relacionarnos con los objetos, espacios y organismos que nos rodean.

Sus obras compuestas por numerosas piezas de metal, mineral, cristal o materiales diversos, cuelgan aisladas del techo, formando conjuntos o imágenes geométricas de carácter cinético sobre ejes simétricos y paralelos. Todo se mueve, todo flota, aunque todo está estático y reposado. Pensamiento y acción al mismo tiempo.

Surgen así su espectacular descomposición del Wolkswagen Beetle en su Cosming Thing (2002), símbolo de la democratización del consumo del automovil; su Controller of the Universe (2007), compuesto por cientos de herramientas, sus tres sillas de madera desmanteladas; H.L.D.(high, long, deep) (2009) sus barras de acero flotando en la sala Hoverts (2013), y sus excelentes y exquisitas Volcán (2013), Viaje al centro de la tierra (2014), Polvo estelar (2016) y Worp Cloud (2018), obras de carácter cinético, molecular y fraccionada al mismo tiempo. Ciertamente su obra invade los sentidos y hacer reflexionar sobre la esencia y estructura del globo terráqueo. Una obra conceptual, objetual, material, cinética y refinada en muchos aspectos y sentidos.