Lorenzo Ascasibar Arana (Elgeta 1930-Gasteiz 2022), considerado uno de los máximos exponentes de la escultura figurativa vasca de la segunda mitad del siglo XX, falleció ayer en Gasteiz a la edad de 91 años

A Lorenzo Ascasibar, autor de más de 700 obras de un amplio abanico de temáticas, tratamientos y materiales, se le puede enmarcar como una de los escultores con más precisión detallista y dominio de la técnica figurativa. Ascasibar es el último de los clásicos de la época del gran Higinio Basterra. La revista especializada de Estados Unidos Art in Stone aventuró en 1965 que Ascasibar estaba destinado a convertirse en uno de los mejores creadores de escultura religiosa en Estados Unidos tras considerar que su St. John del cementerio St. Raymond de Nueva York tenía las cualidades de un moderno Miguel Ángel.

Aficionado al dibujo y a trabajar la madera, con apenas 16 años Lorenzo Ascasibar se incorpora a la empresa Erostarbe Hermanos de Elgeta donde dio sus primeros pasos en la talla de la madera.

Con el bergarés Jesús Okina hizo modelado, talla y dibujo. Fue su primer maestro y quien le dirigió definitivamente hacia lo figurativo. En Bergara los pintores Simon Arrieta y Miguel Okina influyeron también en Ascasibar, sobre todo en el perfeccionamiento del dibujo.

De la mano de Jesús Okina, Ascasibar visitó en numerosas ocasiones el taller del escultor Julio Beobide. Beobide vio talento en él y le animó a presentarse al Concurso de Artistas Noveles organizado por la Diputación de Gipuzkoa. Con 19 años, en 1949, ganó el primer premio. Ello le supuso el banderazo de salida como escultor.

Fue de igual modo importante su encuentro con Carlos Elguezua. El escultor eibarrés le alentó para que fuera a estudiar a Bilbao al Museo de Reproducciones, pues allí se impartían clases de escultura, modelado y dibujo.

Ascasibar asistió durante cuatro años y medio a las clases que se impartían en el Museo. Higinio Basterra fue su maestro. Fue su último discípulo.

Acudió también a la academia de dibujo y pintura de José Luis Salinas y José de Lorenzo Solís en la calle Ercilla de Bilbao. Allí conoció a artistas como Adelaida Ortiz, Fabian Akarregi, Rafael Ruiz Romero, José Luis Benavente o Iñaki García Ergüín, entre otros. En aquel tiempo Ascasibar también colaboró puntualmente con los escultores Joaquín Lucarini y José Larrea.

Asimismo, frecuentó el taller colectivo de los antiguos juzgados de la calle María Muñoz. Compartió estudio con jóvenes artistas como Pedro Zorrilla, Iñaki García Ergüin, Enrique Nieto, Agustín Ibarrola, Rafael Ruiz Romero...

A finales de 1955 se desplaza a Madrid. Gracias a la intermediación del presidente del Museo de Reproducciones pudo matricularse por libre en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el Círculo de Bellas Artes.

Justo antes de partir a Madrid se produjo un hito en la trayectoria artística de Lorenzo Ascasibar. El 11 de septiembre de 1955 se inauguró en Aramaio su primer monumento público: Vicente Goikoetxea.

Enseguida vendrían otros encargos. Por ejemplo, en Gasteiz le propusieron realizar la estatua del explorador local Manuel Iradier. La inauguración tuvo lugar el 11 de agosto de 1956 en el parque de La Florida.

Después de hacer el monumento a Vicente Goikoetxea y Manuel Iradier, Ascasibar logró gran prestigio como escultor y de ahí el encargo en 1957 del paso de La Piedad para la Iglesia de San Pedro de Bergara. Seguidamente vendría el paso del Cristo de la Columna para la misma parroquia.

Animado por el escultor José Borlaf partió a Estados Unidos en enero de 1958. Le acompañaron otros dos escultores: Félix Rubio, discípulo de Quintín de Torre y Ángel Barbero, que andaba con Lucarini.

Viajó a Estados Unidos con unas ideas claras, con unos criterios muy trazados; sentía la necesidad de marcharse con el fin de buscar nuevos prismas y también de encontrar un rendimiento económico a su trabajo.

Trabajó principalmente en los estados de Vermont, Connecticut y Nueva York. Realizó esculturas y piezas monumentales para cementerios y lugares públicos. Cabe destacar, entre otros, el monumento al bombero, de la estación de bomberos de Bethpage (Nueva York); el memorial dedicado a Cristóbal Colón en Stamford (Connecticut); las tres estatuas de cada uno de los lados del Triangular Pylon de la entrada principal del cementerio Saint Raymond en el Bronx de Nueva York, el mayor cementerio católico de la ciudad; o tres de los cinco santuarios principales del cementerio: los de Saint John, Saint Paul y Saint Raymond. El santuario de Saint John realizado por Ascasibar fue erigido en honor al presidente John Fitzgerald Kennedy, en el primer aniversario de su muerte. Supuso un gran reconocimiento a su trabajo y la oportunidad para que le encargaran más trabajos. Ascasibar se hizo muy famoso y obtuvo gran prestigio. Iban de los puntos más lejanos a solicitarle encargos. Su obra fue distribuida a todo Estados Unidos.

Regresó al País Vasco, a Gasteiz, en la primera mitad de los años 70. Comenzó a hacer sobre todo obras de temática vasca. Fue suprimiendo lo accesorio, cada vez formas más simples, pero expresando lo máximo; tuvo una época de experimentación, incluso adentrándose en el cubismo. Su línea es clásica, pero actualizada, siempre figurativo.

En esta última etapa realizó figuras de pequeño tamaño en bronce, así como bustos y figuras de gran tamaño en diversos materiales, sobre todo bronce y madera. Cabe destacar los bustos de Jose Migel Barandiaran, Jesus Guridi, Simon Arrieta, Máximo Moreno, José María Arizmendiarrieta, Ignacio Errandonea... o las imágenes del Hermano Garate, Valentín Berriotxoa, San Ignacio, Madre Cándida, San Martin Agirre, Juan Plazaola, Cristo Resucitado, Aitor Elkoro…, al igual que relieves muy significativos en fachadas y monolitos.

Autor del libro ‘Lorenzo Ascasibar: Testimonio de un escultor’, publicado en 2021