La estadounidense Ruth Orkin (Boston, 1921-Nueva York 1985) quería ser directora en Hollywood, pero en los años 40 ese espacio estaba prácticamente reservado en exclusividad a los hombres. Es por ello que esa vocación por ser cineasta la trasladó a la fotografía, colaborando con las principales revistas en la Nueva York que salía de la Gran Depresión y abrazaba la ciudad vertical que es hoy en día. Kutxa Kultur Artegunea ha querido rescatar toda esta trayectoria en la exposición La ilusión del tiempo, visitable en Tabakalera hasta el 6 de noviembre y que supone la primera que se le dedicada de forma individual en Europa.

Han tenido que pasar cien años para que Ruth Orkin alcanzase su lugar en el mundo. Es una demostración de lo que nos cuesta a las mujeres ser reconocidas”, ha afirmado este miércoles la comisaria de la muestra, Anne Morin, durante la inauguración de la misma. La hija de la fotógrafa, Mary Engel, también presente en la presentación, puso a disposición de la comisaria todo el archivo que ha guardado desde la muerte de su madre en 1985, permitiendo, de este modo, rescatar toda su trayectoria profesional.

Nacida en Boston, Ruth Orkin creció entre los platós del Hollywood clásico. Su madre, Mary Ruby, fue una de las actrices mudas más reconocidas de la época, por lo que toda la familia se mudó a Los Ángeles cuando todavía era una niña. Allí descubrió la magia del cine y consiguió su primera cámara de fotos a los diez años, con la que retrató a varios de los compañeros de su madre. “Ella quiso ser directora de cine, pero era algo que estaba hecho para los hombres y no pudo cumplir. Empezó entonces a trabajar como mensajera en la Metro Goldwyn Mayer”, ha explicado Morin.

Con el paso del tiempo, la joven Orkin fue pasando por diferentes departamentos, empapándose de las técnicas del cine que luego aplicaría en sus fotografías. Tras cursar estudios de fotoperiodismo, y viendo que su sueño de ser cineasta no iba a llegar, decidió mudarse a Nueva York. “No es casualidad que eligiese esa ciudad. En ese momento, en 1943, Nueva York empezaba a ser la ciudad vertical que salía de la Gran Depresión. Era un mundo estimulante en el que ella participó”, ha indicado la comisaria.

En la ciudad estadounidense colaboraría con las revistas más importantes como LIFE y Ladies Home Journal, captando la vida neoyorquina y estableciendo una trayectoria sólida en la que incluso pudo cumplir su viejo anhelo de ser directora. Lo hizo tras casarse con el fotógrafo y director Morris Engel, junto al que firmó dos películas, El pequeño fugitivo y Lovers and Lollipops, que, tal y como comentaría años después François Truffaut, serían una clara inspiración para la Nouvelle Vague. 

En los años 70, Orkin decidió dejar de lado el fotoperiodismo y convertirse en profesora en la Universidad de Nueva York. Allí continuaría hasta que un cáncer acabaría finalmente con su vida en 1985 a los 64 años de edad.

“Hizo cine con su cámara”

Desde su muerte, su hija ha sido la encargada de salvaguardar su trabajo y tratar de divulgarlo, llegando incluso a dirigir un documental sobre ella. No obstante, al igual que le ocurriese en vida con su sueño de ser cineasta, sus fotografías parecían abocadas a no ver la luz en una gran exposición. “Las mujeres nunca lo tuvieron fácil y, por ello, desde hace seis años tratamos de mostrar a las fotógrafas, siempre desde puntos de vista diferentes”, ha asegurado la directora de Arte y Patrimonio de Kutxa Fundazioa, Ane Abalde.

De este modo, la exposición en Tabakalera se convierte en “un privilegio” para Gipuzkoa al ser la primera que se le dedicada a Orkin en toda Europa. “Es una muestra que le da la vuelta a la fotografía a partir del cine”, ha asegurado Morin, detallando que La ilusión del tiempo está articulada en cuatro ejes: la mirada dinámica, el desdoblamiento, las secuencias y los storyboards y telenovelas que realizó. “Durante su carrera jugó con las parejas y con las secuencias fotográficas que, al igual que ocurre con los fotogramas, generan la idea de movimiento”, ha explicado la comisaria, añadiendo que la estadounidense “hizo cine con su cámara”.

Entre las imágenes que se pueden ver en la exposición se encuentran su proyecto más conocido, American Girl in Italy, de 1952, un trabajo que evoca a la época más primitiva del séptimo arte, y tres fragmentos de la película El pequeño fugitivo. El filme, además, se podrá ver en la sala de cine de Tabakalera el próximo 20 de octubre.

“La exposición se adapta a un espacio como Tabakalera que celebra los 70 años del Zinemaldia”, ha recordado, por su parte, Ander Aizpurua, director de Kutxa Fundazioa, quien confía en que, gracias a muestras como estas, “se hable de fotógrafas y no de mujeres fotógrafas”.