La actividad marítima bulle en el Puerto de Pasaia. Si este sábado ha atracado en la dársena guipuzcoana el crucero de lujo SirenaSirena, despertando la curiosidad de tantos paseantes, otros navíos mucho más reducidos y sin tanta ostentación dejan atrás la dársena para embarcarse en aventuras tanto o más inciertas. Es el caso de la goleta Atrevida goleta Atrevida, que este sábado ha llegado al Mediterráneo, dos semanas después de zarpar desde Pasaia.

Atrás queda una larga travesía, "tan cansada como satisfactoria". Son palabras de Luis Herrador, el guipuzcoano afincado en la Manga del Mar Menor, que está muy cerca de llegar a casa. El patrón cubrió las 1.150 millas que separan Cartagena de Gipuzkoa para participar en Pasaia Itsas Festibala. Después de unos días de incesante ajetreo, entre clientes y visitas familiares, Herrador zarpó de vuelta hace dos semanas -como se aprecia en el vídeo que acompaña esta información- a bordo de este barco de velas cangrejas que él mismo ha construido, para lo cual ha invertido quince años de su vida.

"Ya hemos dejado atrás el Estrecho, con inicios de Levante soplando con fuerza, por lo que de haber tardado un poco más no hubiéramos podido pasar", desvela a este periódico el marinero tras dormir en Estepona, el primer alto en el camino después de cinco días de travesía ininterrumpida desde Vigo.

Su velero clásico, que evoca la era de oro de la navegación, ha tenido ocasión de ponerse a prueba ante numerosos desafíos durante estas semanas atrás. "En el camino de vuelta las orcas, afortunadamente, han quedado atrás", suspira satisfecho. Su travesía hacia el norte vivió momentos de "enorme tensión" debido a la presencia de estos mamíferos marinos que le obligaron a cambiar el rumbo hacia alta mar.

De hecho, los desperfectos ocasionados por las acometidas de estos animales están obligando a limitar el paso de embarcaciones a vela inferiores a 15 metros de eslora entre Barbate y el cabo de Trafalgar, con el fin de preservar la seguridad de los navegantes y el bienestar de la biodiversidad marina de la zona.

El patrón recuerda que en su travesía hacia Pasaia incluso tuvo que desactivar todos los dispositivos electrónicos, al comprobar que una de las orcas había comenzado a seguirle. El mamífero volvió con la manada, y todo quedó en un buen susto.

Ahora el regreso, aunque duro y exigente, está siendo menos accidentado. "Ya deseando llegar a casa", dice a un suspiro de pisar tierra, dos semanas después de zarpar desde Pasaia, siempre pendiente de los vientos cambiantes que pueden dar al traste con los planes previstos.