Donostia - El compositor Alberto Iglesias no se ve entre los favoritos para llevarse este domingo el Óscar a la mejor banda sonora por su trabajo en la última cinta de Pedro Almodóvar, Madres paralelas, con el que ha compartido doce filmes. No obstante, la decisión de la Academia de cine de excluir ocho categorías -entre ellas, la suya- de la ceremonia televisada, no le ha reprimido su decisión de acudir a Los Ángeles. "Voy a ir porque me siento cómodo estando junto a esas otras categorías que hacen cine igual que yo", asegura el donostiarra, ilusionado por optar por cuarta vez al premio -tras El topo (2011), Cometas en el cielo (2007) y El jardinero fiel (2005)- gracias, esta vez, a una cinta del director manchego.

Cuarta nominación, pero hace diez años de la última. ¿Lo vive de forma diferente a las anteriores?

-Cada vez es diferente. Cada episodio ha sido en momentos distintos de mi vida y todos han tenido mucha importancia. Ahora, esta también lo tiene al ser por una película de Almodóvar, con el que he trabajado mucho, lo que lo hace diferente. La primera vez que me nominaron nunca me había fijado en los Óscar (risas), la segunda me pilló de otra manera... Es como si en cada nominación hubiera sido otra persona.

¿Se atreve a dar un porcentaje de posibilidades de salir ganador?

-Tiene que ser por debajo del 20% porque somos cinco (risas), y no soy el favorito. No he pensado en que pueda llegar a ganarlo. Voy, en ese aspecto, muy tranquilo. Al final, no es un partido de tenis. Ya está todo jugado y no puedo hacer más.

Está nominado, además, junto a nombres importantes de la industria como Hans Zimmer ('Dune') y Jonny Greenwood ('El poder del perro').

-Son nombres que están muy bien y que tienen muchas posibilidades, incluso muchas más que yo. Creo que Zimmer es el favorito y tiene una cultura muy grande, especial y muy trabajada.

Será una gala diferente por el hecho de que su categoría se entregará fuera de la misma. ¿Qué le pareció la decisión?

-Me parece una tontería y una acción, además, fea. Creo que los premios de la Academia, tal y como ha dicho mucha gente generosa del mundo del cine, se llevan dando 100 años para beneficio de los propios cineastas y de todos los gremios. Ese sentimiento de premiar la igualdad es más importante que la espectacularidad que puedan darle a una gala televisiva. Nos hemos quejado pero no ha cuajado. A pesar de eso, voy a ir porque también me siento cómodo estando junto a las otras categorías que hacen cine igual que yo como son los editores, los que hacen el arte de las películas, el diseño artístico o los cortometrajistas, en la que está nominado Alberto Mielgo y tampoco me quiero perder verle ganar.

Retirar estas categorías es, quizás, no comprender la importancia de los trabajadores que están detrás.

-Sí. Es verdad que las galas son muy largas y la gente se pasa mucho tiempo con los agradecimientos, pero también creo que tiene cierta importancia que salgamos nominados gente que no sabemos hablar bien. Eso también es espectáculo. Pero bueno, hay cosas tan importantes que están pasando en estos momentos en el mundo que tampoco me parece necesario hacer de esto una guerra. Ojalá sea la última vez que lo hagan así.

Antes ha comentado que le hace especial ilusión la nominación por ser por una película de Almodóvar, pero su trabajo no optó al Goya. ¿Cree que en EEUU se le tiene mayor consideración al cineasta que aquí?

-Creo que sus trabajos se entienden muy bien y esta película, y la dimensión de toda su obra, ha sido siempre muy bien recibida allí. A Pedro también se le quiere aquí y Dolor y gloria, por ejemplo, fue una película que llegó muy lejos en España en todos los aspectos. Esta tiene una lectura mucho más fría. El asunto de la memoria histórica, en la propia Historia en sí, no ha cuajado tanto como lo que abordaba Dolor y gloria. Esto es algo impredecible. La industria del cine trabaja con una incertidumbre con respecto a si una obra va a ser querida por el público o no. Yo pensaba que lo iba a ser menos por la gente que por ideología rechaza la memoria histórica y ya está. Es una película que a partir de ello habla de la vida y está llena de amor y de amor a los muertos. Busca aclarar el futuro y mirarlo de una manera nueva.

En cuanto a su trabajo en ella, ¿se ha diferenciado con respecto a otras películas de Almodóvar para las que ha compuesto la banda sonora?

-Teníamos que ir más rápido para poder llegar al festival de Venecia. Empecé antes a trabajar en ella, cuando todavía no se había terminado el rodaje. Ha tenido esa diferencia, pero ha sido la misma dedicación que con las otras. Pedro me pidió lo que me pide siempre, un trabajo en el que vamos poco a poco construyendo la música para que sea muy fiel al corazón de la película.

A pesar de ser la misma semana de los Óscar, continúa trabajando en nuevas composiciones. ¿Estar nominado sigue abriendo las puertas a Hollywood y a otra industria?

-No especialmente. Sí tengo ofertas pero no como una reacción inmediata a la nominación. Lo que acarrean estas nominaciones son un trabajo más lento. Alguien que se fija y con el que puede haber una coincidencia muy grande, pero yo tampoco estoy buscando hacer una carrera en Los Ángeles. A estas alturas, ya sé lo que quiero y no es algo que se deba a la ola que pueda venir por esta nominación. Encontrar buenos directores con buenos guiones es una tarea progresiva, lenta, y de la que hay que estar pendiente. No está directamente relacionada con los reconocimientos.