- Si el pasado año fueron cinco las nominaciones a los Goya que obtuvo la productora Kowalski Films con Akelarre, este año la cifra asciende hasta catorce gracias a MaixabelMaixabel. Para Koldo Zuazua, no obstante, la importancia de la película no radica solo en los galardones y la recaudación: "He llorado mucho viendo todos los procesos para hacer esta película".
¿Con qué espíritu va a Valencia?
-Con espíritu modesto (risas). Con perfil bajo.
¿Es 'El buen patrón' la favorita?
-Creo que sí. No sé lo que pasará después porque es una lotería. Con Handia nos llevamos un montón de premios y el de mejor película fue para La librería, así que siempre pasan cosas fuera de pronóstico. Hasta el último momento nunca se sabe.
Imagino que el Feroz a mejor película dramática habrá sido un buen último impulso.
-Sí, pero como los votos de la Academia finalizaron sobre el 20 de enero, todo esto que está sucediendo ahora no afecta.
¿Ha podido ver todas las películas nominadas?
-Todas no. Almodóvar es una persona muy valorada y también tiene muchas posibilidades. Es un maestro y tiene su reputación. Y luego está Libertad, que a mí me parece una gran película. No obstante, creo que el pescado va a estar entre El buen patrón y nosotros.
Más allá de los premios, 'Maixabel' es un filme que ha traspasado las pantallas por su mensaje.
-Creo que todas las películas lo tienen. El buen patrón también tiene sus lecturas múltiples y su profundidad a pesar de ser considerada como una comedia ligera. Lo nuestro es un drama y, obviamente, la base tiene una raíz más trascendente como es el hecho real en sí mismo y todo el subfondo de la violencia en Euskadi, del daño causado y de la reparación de ese daño. Es una película que mira hacia el futuro, hacia el diálogo y la convivencia, sin dejar atrás todo el daño que se ha generado. Con ella he sentido el espíritu de Maixabel, que era lo que se pretendía homenajear, y su actitud, valentía y generosidad están ahí. Me parece que ahí está la trascendencia de la película.
¿Costó mucho convencer a Icíar Bollaín?
-No, la verdad. La figura de Maixabel ya era conocida tanto para Icíar como para Blanca Portillo y en su momento habían seguido los encuentros restaurativos en los medios de comunicación. En cuanto se lo manifestamos, de alguna manera nos mostraron su interés al verlo como una acción muy valerosa que podía tener su ficción.
¿Cree que su mirada desde fuera de Euskadi ha sido importante para plasmar el mensaje?
-No lo sé. La mirada es Icíar Bollaín. Es una directora que tiene un estilo y una forma de afrontar las historias desde la verdad. Siempre le han interesado las historias de gente en principio cotidiana y tiene como sello una especie de neorrealismo. Algo que siempre me ha interesado mucho. Se acerca a las realidades cotidianas desde un punto muy empático gracias al cual el espectador siente que conoce a los protagonistas de toda la vida. Puede resultar pretencioso hacer ese tipo de cine, pero, al mismo tiempo, me parece un cine muy verdadero y desnudo que nos interesó para contar esta historia y hacerla más afectiva. Creo que es algo que quedó perfectamente reflejado en el guion que escribió junto a Isa Campo.
Esa emotividad se trasladaría a un rodaje ya de por sí muy emotivo.
-Hay un elemento fundamental que es que habla de personajes reales. Isa e Icíar, para escribir la historia, aunque sea de dominio público al haber dado Maixabel numerosas entrevistas, quisieron encontrarse en privado con ella y con Ibon Etxezarreta. Ahí teníamos un material tan precioso como sus vivencias personales, pero luego, al ponerlo todo en boca de los actores, ellos también tuvieron la oportunidad de conocer a esos personajes reales e inspirarse en ellos. A ello hay que añadir que los propios personajes reales acudieron en alguna ocasión al rodaje, lo que dotó todavía de mayor emoción al cóctel. Cada día era un taller emocional. He llorado mucho viendo todos los procesos para hacer esta película. Ha sido algo catártico, muy necesario y liberador en parte. Creo que todo eso está en la película y el público lo ha recibido.
Esa misma emoción se ha visto en muchos pases de la película.
-Nos han llegado noticias de distintos puntos de España en el que se ha aplaudido la película e incluso ha habido gente que se ha puesto a cantar la canción de Xabier Lete del final. Lo sorprendente ha sido que ha trascendido al público de Euskal Herria y la película ha llegado mucho más allá. Ha trascendido geográfica e ideológicamente nuestras fronteras.
¿Hay intención de estrenar la película en otros países?
-En Francia se va a estrenar este año y se ha vendido a unos quince países. También se han vendido los derechos a varias plataformas, así que va a tener difusión en toda América y en muchos países de Europa.
La película trata un conflicto en particular pero muy extrapolable a muchos lugares del mundo, ¿no?
-Sí. Es hablar de la deslegitimación de la violencia y de la garantía de las segundas oportunidades. Aunque haya una persona que haya hecho algo realmente atroz y que no tiene remedio como es matar a una persona, también existe la opción de no odiar y de ofrecer la oportunidad a esa persona si ha dado muestras de regeneración, de introducirse en la sociedad.
Las nominaciones a los Goya también han puesto en valor la elección de un reparto liderado por dos actores que no son vascos.
-Cuando gestamos al proyecto, la intención era llegar al máximo de público posible. El hecho de tener a Icíar nos hacía tener ya unos visos de cierta perspectiva y uno de los elementos clave en torno a ello era también el casting. Sí que valoramos algunas opciones de aquí, pero también teníamos la cercanía de Patria y al final tendimos a ir a un casting estatal. Creímos que Blanca y Luis Tosar eran los mejores para ello. No obstante, el resto del elenco, casi en su totalidad, es vasco.
¿La gran sorpresa ha sido la de Urko Olazabal?
-No, porque tanto la actuación de Urko como la del resto son magistrales. Eso ha sido un trabajo de descubrimiento de Mireia Juárez, la directora de casting, que ha dado con dos diamantes en bruto como Urko, que había hecho alguna cosa pequeña, tiene su escuela de interpretación en Bilbao y que de alguna manera daba por perdida la oportunidad de dedicarse exclusivamente a la actuación, y María Cerezuela, que era su primera película y le ha servido para abrir nuevas puertas.
¿Hay algún premio que le haría especial ilusión ganar?
-Me gustaría que se los llevaran Urko y María. Creo que son posibles y Blanca también, por la propia Maixabel, que va a estar en la gala. Los premios a los actores serían bonitos.
¿Tienen pensado reestrenar la película si obtienen varios galardones?
-La película sigue en Madrid en algunos cines desde el 24 de septiembre. Es algo insólito en los tiempos que corren. Es probable que si obtenemos algún premio relevante haya nuevas copias en circulación. De todas maneras, el reestreno en salas ahora no va a ser muy significativo a nivel de recaudación. Es algo más simbólico. Lo que sí pasaría es que la película, que está disponible en alquiler en plataformas, tenga más visualizaciones.
El año pasado con 'Akelarre' la gala fue 'online' y no pudo acudir presencialmente, pero este año sí. ¿Ya tiene pensado el traje y un posible discurso?
-No (risas). Tengo muchas cosas que hacer durante toda la semana como para pensar en ello. Me pongo muy nervioso además, y prefiero dejarlo al margen. No sé si alquilarme un esmoquin o ir con uno de los trajes que ya tengo (risas).