uede el teatro, sin adoptar una posición vengativa o compasiva, contribuir a restañar las heridas y a desvelar las cicatrices? ¿Incluso si el tema llevado a las tablas es un caso como el de Altsasu? Bajo esta premisa la directora, dramaturga y actriz María Goiricelaya lleva a escena AltsasuAltsasu, un montaje inspirado en el caso que cuestiona la justicia y su significado, además de explorar el dolor de las dos partes implicadas. Producido por la compañía la Dramática Errante, el objetivo es, dice la directora, “cerrar heridas, hablar del perdón y de la convivencia”. Tras su estreno en el Teatro Arriaga el pasado 28 de octubre y la polémica suscitada durante su pase en Gasteiz, la obra llega, por fin, a Donostia con un doble pase: se podrá ver este sábado y el domingo en Gasteszena (19.00 horas).

El punto de partida del montaje se remonta a 2018, a raíz del proyecto Cicatrizar, una propuesta de Nuevo Teatro Fronterizo, uno de los laboratorios de dramaturgia más importantes del Estado español: “Se me ocurrió que el caso de Altsasu era una buena historia que llevar al escenario para hablar de cicatrices aquí, en el País Vasco”, cuenta María Goiricelaya (Bilbao, 1983). Una vez decidida a llevar el caso al teatro, la dramaturga bilbaina inició un largo proceso de documentación, “trabajando con todo tipo de información como noticias, imágenes, publicaciones, libros... Y, por supuesto, con la transcripción del juicio oral”. Además, al margen de documentarse con material publicado, tomó una decisión: no hablar con ninguna de las partes implicadas en el caso: “Me parecía que eso me permitía tener un proceso de escritura más tranquilo, limpio y honesto con lo que quería contar”, cuenta la directora.

Todo ello siendo consciente, aclara, de que “la neutralidad no es 100% verídica” y que nos encontramos frente a un caso “tan irreconciliable” donde “los relatos individuales son múltiples”. De ahí que lo importante a la hora de escribir la obra era “dar voz a cada una de las partes implicadas” ya una de las intenciones ha sido “proponer al público un ejercicio de empatía y mostrar el dolor de todas las partes”.

obra de ficción con “licencias”

Por ello, si bien se trata de un espectáculo inspirado en el caso, Goiricelaya recalca que es “una ficción basada en el caso”, por lo que desde la Dramática Errante, candidatos en 2019 en los Premios Max a Mejor Espectáculo Revelación y Mejor Autoría Revelación por su obra Lyceum Club, se han tomado “ciertas licencias para poder llevar el caso a las tablas”.

De ahí que la obra se ambienta en una noche de Carnavales de Altsasu -el caso real sucedió en una noche de ferias- ya que les interesaba “jugar con la imagen del Momotxorro, el personaje icónico de los carnavales” y que es parte protagonista en el espectáculo. A partir de ahí, la historia “va saltando de un sitio a otro, construyendo una dramaturgia a caballo entre ficción y realidad: “Se pasa por las declaraciones de los guardia civiles acerca de la pelea, por conversaciones de los chavales en la cárcel y visitas de sus familiares, entre la historia de amor entre los guardia civiles y sus mujeres, el proceso judicial....”. Todo siempre intentado tratar el tema, recuerda Goiricelaya, “con el máximo respeto y rigor”, pero tirando de esas licencias de ficción ya mencionadas “para adaptar el relato al lenguaje teatral” y que tuviese ritmo y fluidez.

En ese sentido, la obra es un drama que retrata la realidad de unos chicos que se enfrentan a los avatares de la justicia, apunta la compañía en la sinopsis. De ahí que el núcleo de la historia sea “poner la justicia en el centro para cuestionar su significado y su funcionamiento”. Todo ello sin perder de vista el perdón y la convivencia, y por ello a la dramaturga le gustaría que los espectadores y las espectadoras que acudan a ver el espectáculo, “más allá de los hechos y el acontecimiento polarizado, que es evidente, sean capaces de ver el espectáculo desde una mirada sanadora hacia el futuro”. Ése será, resume, “un buen punto para empezar a avanzar como sociedad democrática”.

Eso sí, reconoce que será complejo, ya que “el dolor es irrevocable en cada una de las partes” y por ello desde la compañía cuentan con que “hay cosas que son irreconciliables y que van a escocer”. Pero, por ello, ante posibles polémicas que genere la obra, como ya sucedió con la serie televisiva Altsasu -frente a la que arremetieron PP y Ciudadanos- recuerda que la obra nació en un proyecto llamado Cicatrizar y eso es lo que pretenden: “No abrir heridas, sino cicatrizarlas”.

puesta en escena y estreno

En cuanto a la puesta en escena, la obra está protagonizada por Nagore González, Egoitz Sánchez, Aitor Borobia y Ane Pikaza, encargados de afrontar el reto de ser todos los personajes del espectáculo. Es decir, avanza Goiricelaya, “los mismos actores y actrices son guardia civiles y chavales de Altsasu”. El hecho de que un mismo intérprete encarne “las dos partes tan polarizadas” cree que otorga cierta “magia” a la obra y ayuda a crear cierta empatía, además de que así “la perspectiva que tiene el espectador o espectadora es mucho más global y compleja”. Respecto a la escenografía, se ha apostado por un “un planteamiento minimalista y austero”, ya que la esencia del caso es esa, “una cosa dura y seca”.

Tras largos meses de trabajo, el equipo de Altsasu estrenó la pieza en el Teatro Arriaga de Bilbao, con una versión en euskera y otra en castellano. Una cita además especial, ya que según cuenta la directora de la obra, al teatro se acercó uno de los alsasuarras protagonistas.

la obra

Dirección y dramaturgia. María Goiricelaya.

Versión en euskera. Kepa Errasti.

Ayudante dirección. Eider Zaballa.

Elenco. Nagore González, Egoitz Sánchez, Aitor Borobia y Ane Pikaza.

Escenografía. Eider Ibarrondo e Isabel Acosta.

Vestuario. Betitxe Saitua.

Diseño de iluminación. David Alkorta

Música. Adrián García de los Ojos.

Espacio sonoro. Ibon Aguirre.

Producción. La Dramática Errante.

“El dolor es irrevocable, pero la obra no quiere abrir heridas, sino cicatrizarlas”

Directora y dramaturga de ‘Altsasu’