- Aunque no muchos lo saben, Ludwig van Beethoven fue un renovador de la música celta. A juicio del flautista y gaitero Carlos Núñez, el compositor austríaco fue “el Bob Dylan de su época” en lo que respecta a este tipo de melodías procedentes, entre otros lugares, de Irlanda, Escocia, Gales o Galicia. Al igual que el estadounidense hizo con la música popular, Beethoven “cogió esta tradición y le dio una nueva vida”. Núñez presentará pasado mañana en el Santuario de Arantzazu su proyecto Celtic Beethoven, un acercamiendo a las 200 melodías que escribió por encargo entre 1812 y 1827, los considerados, recuerda Núñez en una conversación con este periódico, como los “mejores años” del compositor de Bonn.

A Beethoven le atraía la celta porque rompía con los cánones de la música clásica de la época. Es más, en su Séptima Sinfonía pueden escucharse ritmos que evocan a estas composiciones. Este artista fue un renovador de estas melodías que, paradójicamente, era muy difícil que hubiese escuchado. Los citados enclaves estaban muy lejos de Viena. Fue el editor británico George Thompson quien encargó estas partituras a Beethoven, unas composiciones que enviaba hasta por triplicado por distintos medios de transporte y que podían tardar hasta dos años en llegar desde Austria hasta la capital del Reino Unido. Una vez allí, grandes escritores como Lord Byron pusieron letra a lo compuesto por Beethoven.

El alto nivel de exigencia de las melodías hacía que los pianistas británicos tuviesen verdaderas dificultades para tocar esas partituras. Es por ello que Thompson llegó a pedir al creador que las modificase para hacerlas más accesibles. No obstante, pese a ser un encargo, Beethoven consideraba suyas esas melodías y se negó a hacer ningún cambio por el mero hecho de que los pianistas londinenses no estuviesen “a la altura” del virtuosismo de los de Viena.

La música celta no llegó hasta Viena, pero lo que sí que se extendió por toda Europa fue un conjunto de poemas de Ossian -una suerte de Homero gaélico- hallados y traducidos por James Macpherson. Tal fue el éxito de esos versos que, incluso, Napoelón viajaba con ellos, explica el músico. También llegaron a Beethoven, por supuesto, y le sirvieron de inspiración.

En el proceso de aprendizaje de aquellos últimos 15 años, el austríaco llegó a “renovar” la música clásica y llegó a adelantarse a movimientos, incluyendo en sus composiciones efectos como el blue note tan característico del jazz.

Núñez se muestra muy agradecido de que la Quincena Musical apostase desde un primer momento, y antes incluso que otros festivales, por programar Celtic Beethoven, después de que el músico diese a conocer a la organización su proyecto en 2018, cuando participó en la Quincena junto al pianista Jordi Savall con sus Diálogos célticos. El gaitero conoció el trabajo que el austríaco había hecho en torno a la música celta hace década y media, cuando visitó su casa-museo en Bonn. Quedó fascinado. “Son enigmáticas”, responde tras preguntarle si considera que estas 200 obras son las “grandes desconocidas” de Beethoven.

En la actuación de este viernes, el gaitero vigués estará estupendamente arropado. Además de un quinteto en el que destaca el violinista estadounidense Jon Pilatzke, miembro de The Chieftains, y la pianista gallega Isabel Pérez Dobarro, Núñez también dispondrá de talento local de primer nivel. El espectáculo contará con un acercamiento a la danza a través del bailarín Jon Maya, de Kukai, y también se teñirá de fado gracias a la voz de la donostiarra María Berasarte. Completan la lista de invitados el txistulari vizcaino Garikoitz Mendizabal, la arpista navarra descendiente de galeses Alicia Griffits, el violonchelista guipuzcoano Pello Ramírez, la trikitilari navarra Itsaso Elizagoien y los violinistas Martín Kortabarria y María Ryan.