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Diálogo formal en el Altxerri

Diálogo formal en el Altxerri

os colores, los volúmenes, las formas. Los trabajos de la donostiarra Elena Mendizabal y del lisboeta Pedro Calapez dialogan, conversan e, incluso, discuten en la exposición Lo que nos mira, instalada en la Galería Altxerri de Donostia, que dirige Javier Balda. Ese diálogo y, sobre todo, esa discusión "formal" es lo interesante, a juicio de Calapez, que habla por teléfono con NOTICIAS DE GIPUZKOA, dado que no ha podido desplazarse hasta el País Vasco. Mendizabal, en cambio, atiende a este periódico en la misma galería, situada en la calle Reina Regente. Cada uno expone una decena de obras creadas en los últimos años y mientras Mendizabal se centra en lo escultórico y de corte mobiliario, Calapez ha apostado por una selección de obras pictóricas y muy coloristas.

Ambos creadores no se conocían y la exposición fue una propuesta del propio Balda. "Lo que más llama la atención en el conjunto es el color", opina la artista donostiarra, que ha seleccionado sus esculturas por las formas y su temática. Además de esculturas de pared, también presenta piezas de suelo de la serie Raw, una de sus últimas creaciones. Las piezas más antiguas, en cambio, son un par de collages de 2013; se sitúan tanto a la entrada del local como en el primer piso.

Asimismo, Mendizabal también expone su obra Infra, tres barras de hierro cromado de más de tres metros de longitud que se entrelazan y que previamente se había podido ver sobre peanas en Artitum. En Altxerri, no obstante, se ha sujetado a la pared adquiriendo, así "un carácter de barandilla, más mobiliar", una línea que la autora ya tanteó en los 80. "En este trabajo, como en los de suelo -Raw-existe una relación entre la abstracción muy desnuda y lo mobiliar", afirma la artista. Esto se percibe, por ejemplo, gracias a elementos como cristales o jarrones que otorgan a las piezas una apariencia de mesa. En la obra Singles clubs Mendizabal ha colocado dos copas sobre su escultura de hierro para reflexionar sobre la práctica social que se genera siempre en torno a la comida y la bebida.

Mendizabal, a su vez, exhibe una serie de pequeñas esculturas de papel creadas con cartón, aironfix y madera de balsa, previamente expuestas en La Taller de Bilbao. Son piezas de ejecución rápida en las que de "una manera fluida e incosciente", a posteriori, le han traído referencias tanto a obras propias anteriores, "en su lenguaje y morfología", como a escultura constructiva de Nestor Basterretxea. La selección de la donostiarra se completa con otras dos piezas de pared con estructuras de hierro y esculpidas en plastilina, un material que ha utilizado por primera vez.

Calapez, por su parte, exhibe siete cuadros de diversos tamaños y muy coloridos. El pintor portugués insiste en que en su trabajo no es importante solo lo policrómico, sino también la forma y lo volumétrico. Pone como ejemplo una de sus piezas titulada Un cuerpo entre otros y que parece que sobresale del lienzo. "El observador tiene diferente visiones de la obra si se desplaza", explica, para después añadir que eso es precisamente lo que "sedujo" a la galería a programar a estos dos artisas juntos. A juicio de Calapez, la obra de Mendizabal también se basa en "fuertes contrastes" que permiten un "diálogo" también con sus piezas. "Cuando Javier Balda pensó en nosotros dos, pensó en un diálogo de obras que tienen líneas de trabajo muy distintas, pero que trabajan con conceptos formales que discuten, uno delante del otro", expone el lisboeta.