Irun, iraultza eta azken karlistaldia (1868-1876) se ha podido llevar a cabo gracias a la beca Serapio Múgica que otorga el Archivo del Ayuntamiento del citado municipio.Irun, iraultza eta azken karlistaldia

-La beca me la concedieron a finales de 2017. La investigación me llevó, principalmente, todo 2018. Posteriormente, el 2019 me dediqué a redactarlo. Una de las condiciones de la beca es que el grueso de la investigación se haga en el archivo municipal y la parte más importante está hecha allí. También he utilizado el Archivo Provincial de Tolosa, el de Hondarribia por cercanía y algunos otros fondos como Koldo Mitxelena o Sancho El Sabio.

¿Qué tenía de interés el periodo entre 1868 y 1876?

-La beca Serapio Múgica que me concedieron a mí es la decimoquinta. Hay muchos trabajos previos sobre diferentes temas. Entre ellos, hay unos trabajos muy buenos que cubren el periodo entre la Revolución Francesa hasta la Primera Guerra Carlista, de Gotzon Iparragirre, y también otro, de Mertxe Tranche, que cubre desde el final de la citada guerra hasta la revolución de 1868. Me pareció interesante darle continuidad de otra forma, es otro tipo de trabajo. También es, por supuesto, un tema que yo trabajo en mi vida profesional.

El libro tiene dos partes y una de ellas está destinada a un amplio catálogo de ilustraciones, grabados, fotografías y mapas de la época.

-Llevo años trabajando en ello. En estos ocho años he conformado el catálogo más completo posible de imágenes de Irun de aquel periodo. Hemos reunido más de 50 grabados y algunas fotografías y mapas de esa época.

¿Irun era liberal o carlista?

-Buena pregunta. Oficialmente era liberal, porque el Gobierno municipal estuvo en mano de los liberales a partir de la revolución de 1868. El último alcalde había sido tradicionalista pero a partir de 1868 los liberales no abandonarán el Gobierno de Irun. Pero, ¿hasta qué punto era realmente así? Durante la última Guerra Carlista llegó a haber hasta un segundo alcalde, el de las afueras de Irun. Se situaba en Lastaola, un caserío que se encuentra en el barrio Bidasoa. Esto demuestra que los carlistas dominaban toda el pueblo, exceptuando el casco urbano que estaba en manos liberales . Los carlistas dominaban toda la zona rural, que era muchísimo más amplia.

¿Cuál era la realidad de Irun en la época? ¿Era un municipio emergente?

-Ya en el trabajo de Mertxe Tranche, se explica que Irun estaba en pleno apogeo. Se encontraba en una situación estratégica: acababa de llegar el ferrocarril, las aduanas llevaban desde 1841 instaladas en Irun... Era una ciudad que mantenía su zona rural y su proyecto agrícola, con caseríos muy potentes, pero, al mismo tiempo, empezaba una pequeña industria. El hecho de que la estación de tren estuviese a bastante distancia del casco urbano, hacía que el ensanche fuera necesario. Precisamente, Cortázar, el responsable del ensanche de Donostia, fue uno de los que tomó parte en el proyecto del ensanche de Irun.

Pero la inestabilidad política le perjudicó.

-Los vaivenes políticos que provocaron la Revolución de 1868 y, sobre todo, la guerra que comenzó en 1872 perjudicaron a la ciudad. Pero es cierto que, anteriormente, hubo muchos levantamientos previos. El más importante que hubo en Irun fue antes de la guerra, pero dos años antes, en 1870, cien jóvenes iruneses pasaron a Biriatu y se armaron para un levantamiento que fracasó, pero que tuvo muchísima importancia en Irun. Se da la circunstancia de que el Ayuntamiento veía esos preparativos y los denunció a las autoridades francesas, que hacían la vista gorda.

¿Los carlistas iban tomando posiciones?

-El casco urbano estaba en manos liberales, pero los carlistas fueron poco a poco apropiándose de todos los alrededores. Hasta tal punto que el comandante liberal de Irun, Juan Arana, ordenó que se cortasen todos los maizales alrededor del casco por el peligro que suponían. Los carlistas se movían a la vuelta de la esquina de la fortificación irunesa. A medida que pasaban los meses se fueron quedando encerrados. Todas las actividades de las aduanas desaparecieron y muchas empresas, negocios y comercios cerraron. Con irse a Hendaia se solucionaba el peligro, de hecho, el alcalde de Irun Jenaro Etxeandia abandonó el municipio y se marcho allí.

En 1874 los carlistas utilizaron una especie de carro blindado contra el fuerte de Behobia.

-Primero, en octubre se produjo un ataque a Behobia para el que se utilizó un carro blindado. El Ayuntamiento de Irun ya conocía que un vecino, un tal Jose Joaquín Enparan, estaba construyendo en Lesaka un artilugio, una especie de carro de combate. Hay unas imágenes muy bonitas en el libro. Los carlistas fueron acercándose al fuerte de los liberales en Behobia. Estos se dieron cuenta de que los que empujaban esta especie de carro blindado tenían los pies a la vista. Los mikeletes que defendieron el puesto les dispararon a los pies y los carlistas tuvieron que abandonar esa Barricade roulante, tal y como la denominó la prensa francesa.

¿Cuál fue el papel de la prensa extranjera?

-Esa fue otra de las características. La prensa francesa y británica estuvo muy cerca. Hubo corresponsales que estuvieron siguiendo tanto ese ataque de octubre como el sitio de Irun en noviembre, que lideró el propio Don Carlos. Es la imagen que hemos seleccionado para la portada. Fue un momento álgido de lo que supuso la guerra para Irun. Los carlistas sabían que toda Europa los estaba observando, pero el bombardeo resultó un fracaso. Los refuerzos liberales que llegaron desde Santander a Donostia y desde allí a Irun hicieron fracasar el sitio.

¿Cómo recogió la prensa extranjera estos sucesos?

-Lo vieron como lo que fue: una guerra civil muy dura en la que los ataques contra Irun fueron muy agresivos. Era una guerra más en un periodo muy convulso. No quedaba nada lejos la comuna de París o la Guerra Franco-Prusiana.

¿Cómo vio el Estado francés toda esta situación?

-Se da una paradoja. El Gobierno francés apoyaba a los diversos gobiernos liberales españoles. Pero las autoridades francesas de Iparralde, su Prefectura de Baiona, eran legitimistas apoyando al Carlismo. El Ayuntamiento de Irun denunció una y otra vez el maltrato que sufrían si pasaban la muga, mientras que los carlistas andaban tranquilamente y sin ninguna traba. Hubo muchos problemas con las autoridades que hicieron la vista gorda cuando se armaban, por ejemplo. Durante toda la guerra fue una constante. Iparralde apoyó casi masivamente al Carlismo.

¿Hubo contrabando?

-El contrabando es una de las cuestiones más importantes de todo esto. Un personaje clave fue Tirso de Olazabal, un jauntxo irundarra de una familia muy importante. Fue un hombre de negocios que se dedicó a conseguir armas para el ejército carlista hasta tal punto que fue el principal contrabandista de armas que logró traer hasta una centena de cañones. Hubo desembarcos de armas en toda la costa vizcaina, pero también en el entorno de Irun, en el cabo de Higuer o en el propio terreno del palacio de Abbadie organizados por este hombre. No solo se dedicó a ir a Londres y a París a comprar armas, sino también a organizar esos desembarcos. Le llegaron a nombrar comandante de Artillería porque fue el hombre que consiguió más cañones para el ejercito carlista. Existe un texto inédito titulado Memorias de un contrabandista que escribió Olazabal muchos años después en el que cuenta con todo detalle muchos de esos desembarcos y negocios. He tenido la posibilidad de consultarlo y de incluir fragmentos en el libro.