l monumental mural que realizó Agustín Ibarrola para reivindicar que la obra de Picasso se quedara en Euskadi, Guernica, Gernikara, ha llegado ya al final de su viaje. Ayer fue desembalado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao tras viajar en un camión procedente de Madrid, donde ha permanecido expuesto en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, ARCO. El museo lo ha adquirido a la galería madrileña José de la Mano por 300.000 euros gracias a una aportación extraordinaria del Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao.

Guernica, Gernikara es una obra de gran formato compuesta por diez lienzos que, en conjunto, forman una imagen de dos metros de altura por diez de largo, creada por el artista vasco en homenaje al Guernica de Picasso, por lo que ha tenido que viajar desmontada en diez paneles, según han confirmado desde la pinacoteca bilbaina.

Una vez en el Bellas Artes, pese a su magnífico estado, se le va a someter a un pequeño tratamiento antes de que sea exhibida nuevamente en Bilbao. En concreto, se realizará una puesta a punto de los bastidores que lo sujetan y a una limpieza general. Por ello, no se mostrará al público hasta que pase el verano.

El cuadro llevaba 40 años en el estudio que el creador tiene en su caserío en Oma. Fue en 2020 cuando el galerista e historiador José de la Mano, durante el proceso de investigación preparando una exposición sobre Ibarrola, vio unas fotografías “en las que unos de sus cuadros estaban frente a un gran mural compuesto por trozos de un Guernica. Ni siquiera era el completo. Eran lienzos sueltos”, recordó el galerista madrileño.

Guernica, Gernikara fue pintado por Ibarrola en 1977, cuando encabezó un movimiento de intelectuales y artistas vascos que pedían que el cuadro de Picasso se instalara en el País Vasco y no en Madrid. Fue presentado por primera vez en la Sala Gris del Museo de Bellas Artes de Bilbao ese mismo año. Dos años después, en 1979, se volvió a exponer en el Bellas Artes con un escenográfico montaje que mezclaba este lienzo con otras piezas geométricas y paneles con las características escenas de fábricas y obreros de Ibarrola.

Se exhibió una tercera vez, al año siguiente, en la Sala Municipal del Ayuntamiento de Barakaldo y, probablemente, en 1981, en la Sala de Arte de la Caja Laboral Popular, en Bilbao, en la exposición Guernica, Gernikara.

En esta obra, se pueden ver algunos de los motivos figurativos más icónicos de la obra de Picasso junto con elementos propios del universo creativo de Ibarrola, como los enrejados geométricos que simbolizan su denuncia del clima de opresión de la dictadura y su reivindicación de las libertades. De 1962 a 1965, Ibarrola estuvo encarcelado en la Prisión de Burgos por ser miembro del Partido Comunista, y, con motivo de las diversas huelgas obreras en las que participó, ingresó de nuevo en prisión en 1967 hasta 1973. Las gruesas líneas dentro del cuadro, que rompen la realidad plasmada y la trastocan, recordando a rejas, fueron pintadas como reflejo de la represión franquista de la que fue testigo.

Según reconoció el director del Bellas Artes, Miguel Zugaza, “la obra de gran formato encajará perfectamente en los nuevos espacios con que va a contar el museo”, inmerso en un proceso de ampliación que le permitirá disponer de salas de dimensiones suficientes para poder mostrarlo “en el lugar de honor que se merece una pintura tan importante como esta”.

Para Zugaza el mural es “una obra muy importante, tanto por su carácter histórico político como estético”. “Además del vínculo que tuvo con nuestro museo la obra es muy importante también para reconocer la historia política y cultural del País Vasco y del conjunto del Estado en la transición, a través de la mirada siempre comprometida de un artista como Agustín Ibarrola”, afirmó.

La adquisición ha propiciado también la donación de otras dos pinturas de Ibarrola al museo fechadas entre 1973 y 1979.