- ¿Les ha resultado difícil organizar esta edición del Dock of the Bay?

-Sí. El festival se celebrará ahora pero llevo todo el año trabajando; programar algo como el Dock of the Bay, que es un festival muy centrado en Donostia con la voluntad de ser presencial, en plena pandemia, sin tener claro qué vas a poder hacer y qué no, ha sido muy complicado. Pero aquí estamos y personalmente estoy muy contenta.

Se han visto obligados a retrasar las fechas. ¿Pensaron en algún momento que no se iba a poder celebrar?

-Yo, personalmente, he pensado de todo. Ha habido momentos en los que nos hemos llegado a preguntar si nos encontraríamos con un escenario peor que el de hace un mes, con todos los actos culturales concluyendo a las nueve y un toque de queda a las diez de la noche. Hemos trabajado con ese escenario en la cabeza pero ha habido momentos de muchas dudas y angustia, de pensar Y si vamos a un escenario con más restricciones, ¿qué va a pasar con el festival? El problema es que tampoco encontramos una respuesta muy clara a esa pregunta. Aunque yo no quería hacer un festival online, siempre hemos tenido esa opción en la cabeza. Ha sido complicado, sí.

¿La pandemia ha condicionado de algún modo las propuestas que les han llegado?

-He visto documentales muy centrados en la pandemia, pero en este caso no hay ninguno de esa temática dentro del programa. Sí que es cierto que hemos abierto una sección a cortometrajes. No lo sé, es solo una hipótesis, pero quizá hayan sido fruto de este confinamiento. Estar tres meses en casa te permite escribir una pieza y rodarla y este año hemos empezado a recoger esos trabajos. El número tan grande de cortometrajes que hemos recibido se ha podido deber a eso. He visto cortos relacionados con la cuestión pandémica y también vinculado al documental musical, pero nosotros no hemos programado ninguno con esa temática.

El Dock of the Bay se celebrará presencialmente y ha vuelto sin renuncias a ninguna sección.

-Todo lo contrario, hemos abierto, como he comentado, incluso una sección para cortometrajes. Es algo que siempre he querido tener en el festival, como formato me parece muy interesante. La experiencia en este festival es que las cosas comienzan como algo anecdótico y acaban logrando su lugar; siempre digo que nada es porque sí. Así ha sido en este caso también.

¿Con qué se va a encontrar el espectador que acuda este año?

-Con una selección de películas documentales musicales, claro, pero, sobre todo, con una selección de buenas historias. Me parece muy importante resaltarlo porque al margen de que te interese un tipo concreto de música o más allá de que seas ajeno a la escena musical, te van a interesar esas historias. Para mí eso es el cine, tener una buena historia que te hable de lo que sea. Invito a todo el mundo a que no tenga prejuicios. Si a alguien no le gusta la música electrónica, yo le recomiendo que vaya a ver Sisters with transistors, porque le va a gustar. O que vaya a ver el documental sobre Helmut Lachenmann, alguien al que yo no conocía pese a que es muy conocido, alguien que hace música arrugando papel o con musicos en la platea cortando trozos de palitos cuando el director da la señal. Es alucinante, hacer música con un trombón con agua dentro y que lanza ese agua cuando se toca el instrumento. Y no hablamos de algo circense, sino de música muy culta. Yo digo: Vete, vas a encontrar una historia que te vas a emocionar.

En el Dock of the Bay se descubren muchas cosas.

-Esa es la grandeza del cine, la capacidad de emocionar y de descubrir. Por eso nos interesa el cine. Los festivales de cine, como el nuestro, me parecen lugares especiales en los que se genera una comunidad, es un lugar de encuentro, de compartir vivencias. Vamos al Dock of the Bay y nos encontramos y nos reconocemos, se crean otro tipo de situaciones y de experiencias. Eso es genial. El Dock of the Bay también tiene una identidad dentro de la ciudad, es una marca, tiene su público.

Vuelven también los 'Diálogos', esas mesas redondas para fomentar la reflexión que se llevarán a cabo en el Koldo Mitxelena. Ahora, quizá, más necesarias que nunca.

-Cuando empezamos Aaron Rodríguez y yo comenzamos a diseñar estos Diálogos, me parecía muy interesante, precisamente en un contexto de pandemia, que el sector cultural se replantease el futuro de los festivales, del cine y el valor de la cultura. Me parece que Aarón lo ha plasmado muy bien y creo que es una reflexión que nosotros también hemos hecho.

Cuentan con un jurado oficial de excepción en el que participa, entre otros, Francisco Contreras, el Niño de Elche, que ha estado de residente en Tabakalera.

-También participan Lois Patiño y Maialen Beloki. Cuando seleccionas a un jurado te interesa que todo tenga una coherencia. El diseño de un jurado también forma parte de la programación. Me parece que Lois, Maialen y Paco conforman un grupo muy interesante para poder evaluar estas películas. Lo mismo ocurre en la sección de cortometrajes. A Xabier Erkizia lo admiro muchísimo; a Marina Lameiro la conocía desde antes de Young & Beautiful, me gusta su forma de narrar; y Esther Cabero hace un gran trabajo coordinando la promoción y la difusión Kimuak. Son personas que juntas, suman.

Rafael Berrio también tendrá su espacio en el festival. Le rendirán tributo recuperando 'Escuchando Niño Futuro'.

-Toda la ciudad ha estado volcada estos meses en ese tributo a Rafael. Además de ser amigo y de ser parte de esta escena del Dock of the Bay, apareció la película de Andrés Daniel Sainz y la quisimos reponer, después de haberse proyectado a principios de año en Tabakalera.