- 'Ilargi Guztiak. Todas las lunas'es una historia con elementos fantásticos. ¿Podemos etiquetar la película como una fábula?

-Sí, es un drama fantástico, un cuento para adultos... aunque creo que es para todos los públicos; no es una película de miedo a pesar de usar el elemento del vampiro. Es una fábula y hay un viaje épico a lo largo de mucho tiempo y frente a muchas adversidades para intentar revertir el proceso en el que ha caído nuestra protagonista.

La película habla de la vida y de la muerte.

-Sí, habla de la vida y de la muerte. La muerte es un tabú en nuestra sociedad y no queremos hablar de ella, pero la muerte, sin resultar terrible, es nuestra, está aquí y en cualquier momento puede llegar. Es algo natural en la vida y es lo que realmente nos da perspectiva para poder disfrutar de la vida, porque si no hubiese muerte y viviésemos dos mil milllones de años, no nos gustaría una puesta de sol, un beso, la música... No apreciaríamos las cosas hermosas que tiene la vida, que tiene cosas terribles también.... La película es una búsqueda de esa muerte arrebatada para reivindicar la mortalidad y la propia vida.

En este acercamiento a la muerte, se cuestiona el papel de la Iglesia y su promesa de descanso eterno.

-El premio, ¿no? La Iglesia católica en concreto te ofrece la posibilidad, si nos hacemos del club y si somos fieles y tenemos fe, de vivir para siempre y no morir. Más fantástico no pude ser y mucha gente cree en ello... Yo lo respeto, pero me pregunto qué hay de bueno en trascender a la muerte y lograr una vida para siempre. Me preocupa que a veces parece que esperamos ese premio y limitamos la vida o nos ceñimos a unas normas morales, quizá contra nuestra propia naturaleza, con la esperanza de obtener un premio que está por ver si existe. Y si existe, me pregunto: qué tiene. La película en el fondo la veo como una pequeña reivindicación de la mortalidad, de estar vivo y del ahora. De vivir y de aceptar que la vida achucha.

¿Qué le llevó a ambientar la película en el final de la tercera Guerra Carlista?

-Queríamos este universo vampírico, pero en una clave rural. Vasca, digamos.... Enseguida encontramos que ese periodo del siglo XIX y del siglo XX está salpicados de guerras, algunas muy cercanas, y el hecho de que la protagonista pudiese prolongarse en el tiempo y vivir varias guerras le daba un telón de fondo dramático. La vida es muy luminosa y también muy oscura. Y en esa oscuridad, está la guerra, que es un invento nuestro.

En este trabajo de época habrá sido clave la dirección artística de Mikel Serrano. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

-Una maravilla. Siempre digo que con talento pero sin altura humana no se llega lejos y en el caso de Mikel se juntan las dos. Todos tuvimos claro el aspecto visual que queríamos, con un tratamiento realista, pero que a la vez tuviese un toque de magia.

El motor de la película es Haizea Carneros, que interpreta a la joven vampira. ¿Cómo llegó a ella?

-Sabía que la baza era la niña, es nuestra compañera de viaje y necesitábamos una actriz que tuviese talento, pero también fortaleza, sensibilidad, disciplina... Y estamos encantados con Haizea. El rodaje fue duro, ella está prácticamente todo el rato en plano... Y a la semana teníamos delante de la cámara a una actriz que parecía que llevaba tres pelis hechas ya.

Itziar Ituño y Josean Bengoetxea completan el elenco protagonista. ¿Por qué ellos?

-A Itziar la conozco desde la universidad y fíjate que le hice una prueba, porque quería verla con la niña. Y no tuve ninguna duda. A Josean le conocía de la película anterior y enseguida pensé en él cuando el personaje de Cándido tuvo forma ya pensaba en él, porque tiene mucho talento y desprende una humanidad que creo que le venía muy bien a Cándido. Trabajar con ellos es maravilloso, están siempre a favor de obra.