- La editorial Fulgencio Pimentel inicia la recuperación de la obra literaria del cineasta sueco Ingmar Bergman con la publicación de La buena voluntad (Las mejores intenciones, en su versión cinematográfica y televisiva), primer título de su “trilogía familiar” a la que seguirán ensayos inéditos.

Según informó ayer la editorial, La buena voluntad es, quizá, el título más importante de la obra de Bergman como escritor, faceta que quieren “rescatar” al considerar que su gran relevancia como director de cine ha eclipsado demasiado a menudo su labor literaria.

Los guiones de sus propias películas, pero también obras de teatro, cuentos, cartas, diarios, artículos, ensayos y novelas forman parte de esta bibliografía, que “se asomó” en el Estado en los 90 para pasar a estar descatalogada.

Ingmar Bergman (Upsala, 1918-Frö, 2007) es uno de los cineastas más relevantes del siglo XX, pero tuvo una gran vocación de escritor. Estudió Literatura e Historia del Arte en la Universidad de Estocolmo y su debut cinematográfico fue como ayudante de dirección y guionista de Tortura (1944), un texto que tenía su origen en un relato escolar.

Aunque escribió desde bien temprano, no fue hasta finales de los años ochenta, con la publicación de su autobiografía Linterna mágica, cuando vieron la luz varios títulos que constataron “cómo su estilo hondo, exhaustivo y personal se trasladaba con idéntica calidad y acierto a la literatura”.

La buena voluntad, que narra los primeros años de la turbulenta relación de los padres de Bergman, fue concebido como un epílogo a la película Fanny y Alexander y convertido en serie de televisión y largometraje por Bille August como Las mejores intenciones.

Tras esta obra se publicarán en español sus ensayos inéditos, con los que disfrutó de sus mayores logros como escritor. Influenciado por Strindberg, Chéjov, Ibsen, Shakespeare o Molière, en estos libros aborda sus temas más frecuentes: la infancia, el paso del tiempo, la muerte, las relaciones familiares, la comunicación y la ausencia de la misma, los límites de la razón, la angustia religiosa y existencial y, en definitiva, las pasiones humanas.