s probable que sin saberlo haya quien haya bailado a su ritmo, y otros los tienen más que fichados y no entienden de fiestas populares sin su presencia. Durante medio siglo, la txaranga Incansables no se ha cansado, vaya paradoja, de llevar la fiesta por toda Euskal Herria y más allá. Cinco décadas llenas de anécdotas, algunas desagradables, pero la inmensa mayoría buenas y probablemente irrepetibles, que han querido resumir en un disco-libro escrito en primera persona por el único miembro que ha pertenecido a la formación durante todos estos años de algarabía musical.

José Francisco Esnaola Paotxa, Txomin Castro Sietemesino, Felipe Sagarna Zapa, Joaquín Ortega Canario y J.M. Zalakain Pipas desconocían lo que se avecinaba cuando en 1970, en las fiestas de Ergobia, en Astigarraga, dijeron que sí a la propuesta de tocar juntos. El verano del siguiente año fue el pistoletazo de salida para la txaranga Incansables. Desde entonces no se conoce un verano sin ellos.

"Ellos no eran conscientes de lo que estaban haciendo. Solo querían ir de fiesta y divertirse, fue con el tiempo cuando se desarrollaron profesionalmente y vieron que era todo lo que podían hacer", cuenta Igor Agirre, miembro de la, probablemente, más mítica formación de este tipo en la historia de Euskal Herria.

Tras ese primer verano llegarían cinco décadas de música, composiciones, arreglos, discos, nuevos integrantes y todas las fiestas populares inimaginables que abrieron una nueva vía hasta entonces desconocida para las txarangas. "Fueron pioneros al incorporar hasta nueve personas a la formación, algo que nadie hacía. Pero además crearon tal repertorio que, hoy en día, no hay una sola txaranga que no tenga más de una canción arreglada por Incansables. Sembraron la semilla de lo que estaba por venir", explica Agirre.

El único miembro que sigue en activo en la formación, Canario, ha tirado de una memoria "que asusta" -"es capaz de recordar los cumpleaños y los teléfonos de todos los miembros que ha habido en la formación"- para firmar un libro completísimo sobre este medio siglo de música y diversión. Un libro pensado para leer "mientras se escuchan canciones y se ven vídeos" gracias a códigos QR. "Está repleto de fotografías y vídeos históricos de un gran valor sentimental", explica el actual miembro de la txaranga.

Así, el lector puede no solo conocer a todos los miembros que han pasado por la agrupación o exactamente todas las fiestas populares en las que han tocado en este medio siglo, puede también disfrutar de las grandes anécdotas de estos años contadas por el propio Canario y sorprenderse junto a él cuando narra el impacto que les causó una de sus primeras actuaciones en Francia, en la que otras formaciones tocaban los arreglos que ellos habían hecho, o cuando grandes deportistas como el ciclista Laurent Jalabert o los futbolistas de la Real Sociedad campeona tocaron junto a ellos.

No obstante, el libro también recoge los episodios que les habría gustado no vivir, como cuando en 1990 a Sietemesino le pilló una vaquilla en Orozko -aunque luego no fue para tanto y el propio Canario relató la cogida en una versión de la habanera con voz- y, sobre todo, el asesinato de Zapa en 1980 por el Batallón Vasco Español que dejó muy tocado al grupo. "A los pocos días los miembros de la txaranga hicimos una reunión para decidir si continuábamos o nos disolvíamos. Un par de músicos dejaron el grupo por miedo, como era normal. La gente por la calle nos animaba a continuar; supongo que las cosas siempre se ven más fáciles desde la barrera. Decidimos seguir pero el miedo que pasamos durante meses y meses era tremendo", escribe Canario en el libro.

¿De la calle al escenario?

"Desde hace un año no hemos podido tocar"

Igor Agirre solo puede deshacerse en elogios hacia el único miembro activo de la formación durante medio siglo. "En los 80 empezó a escribir con papel y lápiz los arreglos y así continúa. Muchas de las canciones populares que conocemos son fruto de su trabajo. Le debemos mucho", apunta, al tiempo que también se acuerda de otro gran arreglista de la formación, Eugenio Delgado.

A punto de cumplir los 70 años, Canario ha decidido "dar un paso a un lado" y no continuar como miembro activo de los Incansables. Un más que merecido descanso, si realmente lo necesita, que llega en el que probablemente sea el momento más complicado de la historia de la formación: en plena pandemia.

Todo el programa ideado para homenajear pueblo por pueblo los 50 años de la txaranga se fueron al traste tras actuar en los carnavales de Tolosa y Leitza del pasado año y en Calahorra en marzo. "Desde hace casi un año no hemos podido tocar, pero lo peor es que no hemos podido celebrar", cuenta Agirre.

Once meses de parón que contarán mañana con un pequeño oasis en Tolosa gracias al concierto que llevará a cabo la orquesta Et Incarnatus para celebrar los 30 años de la asociación Galtzaundi y en la que Incansables colaborará en dos canciones.

Una nueva fórmula para la agrupación fruto de los tiempos del coronavirus y que no descartan mantener. "En la presentación del libro en Hernani ya hicimos una prueba y contamos con repertorio de sobra para adaptarnos a un escenario", apunta Agirre, señalando que el verdadero elemento de Incansables "es la calle".

"Trabajamos sobre todo en fiestas y no tiene pinta de que este año vaya a haber, por lo que ya serían dos años sin trabajar", observa, recordando que no solo las orquestas, los grupos de verbenas, los técnicos, los feriantes y mucha más gente depende de las fiestas patronales: "Hay todo un sector parado detrás". Tras medio siglo, ha tenido que llegar una pandemia sanitaria para obligar a parar a los Incansables.