comienzos de 2018, la biblioteca del Koldo Mitxelena acogió la presentación del debut en largo de Olatz Salvador, Zintzilik. Ayer, ese mismo escenario recibió su segundo trabajo, Aho uhal. Han pasado solo tres años entre los dos discos, pero parece que ha sido mucho más tiempo tanto por lo ocurrido en el exterior, con una pandemia, como por lo sucedido el interior de la donostiarra, con una evolución artística más que evidente. “No ha sido un año fácil para nadie y quería entender mi propia oscuridad. Para ello, lo mejor era hacer canciones”, apuntó la artista sobre un disco para el que ha contado con colaboraciones de lujo como Rozalén, Iván Ferreiro e Idoia Asurmendi.

La autoindagación de Salvador ha dado como resultado doce temas que forman Aho uhal, un álbum muy ecléctico, con “más letra o, al menos, más trabajadas” que las que había en su debut y con nuevos músicos que aportan sonidos diferentes. Un disco que la artista confesó que tuvo miedo de mostrar en un principio al ser “más oscuro”, pero que su gente más cercana la tranquilizó al asegurarle “que no había tanta diferencia” al conservar su esencia.

“Todos somos frágiles, y eso no nos hace más débiles”, resumió la cantante sobre la sumersión a su lado más oscuro. Una frase que queda reflejada no solo en la mayoría de las letras del disco, sino también en su título. El significado de aho uhalen castellano es rienda, cuya definición vendría a ser un control sobre algo. En euskera, en cambio, “tiene que ver con una mordaza que nos limita”. “Es una paradoja con la que he jugado en las canciones”, agregó.

La mayoría de estas letras las ha escrito la propia Salvador, pero también ha contado con las palabras de dos escritoras como Alaia Martin, en el tema Ahots hari, y Ane Labaka, en Gelditu hor. A las que hay que sumar un poema de la artista Gata Cattana, fallecida en 2017, y a la que recuerda con la canción Eskuekin.

No obstante, las verdaderas colaboraciones de lujo son otras. Para su segundo álbum, la donostiarra ha contado con la ayuda de Rozalén, que canta en euskera en Ahots hari; Iván Ferreiro, detrás de Promesas que no valen nada -la única pista en castellano-; Idoia Asurmendi, en Gelditu hor; y La Mare, junto a la que firma Mareak.

Sobre el tema con la cantautora albaceteña, Salvador afirmó haber sido “algo utópico que se ha hecho realidad”. Fue la propia Rozalén la que quería cantar en euskera, algo que quiso agradecer la donostiarra ya que “puede abrir nuevos caminos para el euskera fuera”. Cabe señalar que la guipuzcoana cantó recientemente un tema en euskera junto al pianista Iñaki Salvador en el programa Late Motiv de Andreu Buenafuente con motivo del Día Internacional del Euskera.

La colaboración con Iván Ferreiro, en cambio, es “menos habitual”. El gallego se ha encargado de introducir efectos y sintetizadores que han modelado su voz hasta un punto “en el que no parece que sea él”.

Aho uhal es el fruto de un trabajo de dos años en el que le han acompañado la batería de Ander Zulaika, el bajo de Jagoba Salvador, la guitarra de Mattin Saldias y la producción de Pablo Novoa, colaborador de artistas como Bebe, Julieta Venegas y el propio Iván Ferreiro. “Ha sido un lujo verle implicarse por mí de esta manera”, apuntó.

Una implicación que, por culpa de un virus, se tuvo que extender más de la cuenta. Salvador ya trabajaba en Aho uhal cuando llegó la pandemia, por lo que tuvieron que adaptarse a lo online. “No es la misma sensación hacerlo delante de un ordenador. El contacto con el local es necesario, pero gracias a la tecnología es posible”, explicó la música, al tiempo que quiso volver a agradecer el trabajo de Novoa, que tuvo que confinarse en Euskadi para poder grabar el álbum.

Salvador confesó tener “necesidad” de que el disco “se pudiese escuchar ya” y de tener “contacto con el público en directo”. Sobre ello, y si las restricciones sanitarias lo permiten, la artista iniciará mañana la presentación del álbum en Aretxabaleta, a la que le seguirán conciertos en Bergara (4 de febrero), el Victoria Eugenia de Donostia (7 de febrero), Zarautz (11 de febrero), Irun (28 de febrero) y otros puntos de Euskadi.

La artista quiso también acordarse del apoyo de la gente desde su primer LP, “algo que no es habitual”, menos en los tiempos que corren hoy en día para la música. “El público siempre me ha protegido y siento mucho su apoyo”, concluyó.

“No ha sido un año fácil para nadie y quería entender mi propia oscuridad”

“Rozalén decidió cantar en euskera. Es algo que puede abrir nuevos caminos fuera”

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