- 'Galerna' es un proceso de investigación que inició en 2007.

-Nació como un proceso de investigación fotográfica sobre mi hecho vasco, mi identidad. Quiere plantear cuestiones de identidad y de pertenencia al territorio que cualquier persona nacida en 1978 se hace. Comienza por un análisis del contexto político, para después ir profundizado en cuestiones relativas a la cultura, a la personalidad de un pueblo, a la memoria, a la mitología y terminar ahondando en otras más abiertas, no tan relativas al territorio, sino a lo ancestral. En ese capítulo descubro que las particularidades que creía propias del pueblo vasco se comparten con otros territorios. Siempre digo que parto de una estética del choque, porque he sido educado en el choque, y este trabajo me ha ayudado a desarrollar una estética del encuentro, del abrazo más del aislamiento. De esta manera, Galerna funciona también como terapia fotográfica.

Por lo tanto, es un viaje personal pero también universal.

-Exacto. Partiendo de lo local, del análisis de mi pueblo, consigo abrazar otras culturas y encontrar puntos en común entre los distintos pueblos, en este caso europeos, pero también podría ser interpretable desde otras culturas ancestrales esta forma de mirar a la vida.

¿Qué es lo que le ha sorprendido en ese proceso de investigación?

-Todo esto nace para construir una identidad propia en un contexto polarizado como era el del conflicto vasco. Nace como una vía de escape para poder construir de una manera sólida, comprendiendo a una parte de ese pueblo y a su contrario, y actuando de catalizador. De forma rápida me di cuenta que el análisis político no iba a ayudarme a encontrar una posición propia. Es entonces cuando empiezo a zambullirme en aspectos más abstractos como el análisis de la naturaleza, de la montaña. Es ahí donde ocurre un hecho clave, que es el encuentro con la cueva. Eso supone un antes y un después que hace que el trabajo pivote hacia aspectos como el análisis del paisaje, entendido como el análisis de un territorio con una cultura determinada; el paisaje como una construcción cultural.

¿Doce años después ha conseguido encontrar su identidad?

-La identidad es algo que se sigue construyendo en el tiempo. Muchas veces digo que Galerna también es una forma que me he creado para resumir que la vida y la construcción de uno mismo es un proceso en constante movimiento. Es como si este trabajo fuera el mecanismo por el cual yo he interiorizado que permanentemente vamos cambiando y que hay que acoplarse a las nuevas realidades. Cuando más libre seas para afrontar esos cambios y para analizar el contexto que te rodea, te acoplarás mejor a esa necesidad de cambio.

¿Cuántas fotografías se exponen?

-En total, más de 400. Es verdad que muchas de ellas están agrupadas en conjuntos, en mosaicos de imágenes que funcionan a modo de manchas gráficas, visuales, que pretenden hacer ver que la fotografía es mucho más que una sola imagen, que son pequeñas palabras que componen distintas frases, siempre abiertas, que apelan al espectador de una manera diversa, de una forma que tiene muchísimo que ver con la memoria de uno, con su cultura, y me parece un lenguaje absolutamente fundamental en un tiempo donde la fotografía y la imagen nos bombardea constantemente. La exposición siempre ha tenido esa querencia por mostrar la imagen de una manera muy directa, pero también ha querido explotar toda su potencialidad. Por eso podemos ver imágenes en movimiento con una pieza audiovisual de diez minutos, también imágenes solas en dípticos o trípticos. A su vez, he usado la risografía y en la planta superior de la sala la fotografía explota, se expande y se agrupa en mosaicos. En Galerna se presentan mis preguntas, mis cuestionamientos, lejos de intentar ofrecer yo alguna solución.

¿Cuáles son esas preguntas?

-Me cuestiono el porqué de una sociedad enconada, el porqué de la necesidad de construir particularidades locales, el porqué se trata de politizar hasta la naturaleza, de dónde venimos, de dónde nacen todas estas cuestiones, el porqué de nuestra historia. O por qué somos tan sensibles a determinadas formas de planteamientos artísticos, por qué esta querencia por el vacío, por qué esta necesidad de la búsqueda de la abstracción. O por qué una determinada forma de vida aún se mantiene aquí y por qué esa forma de vida se puede mantener en distintos territorios. Así, empezando con cuestiones relativas al pueblo vasco, me he dado cuenta de que hay otros muchos que también comparten estas motivaciones de entendimiento del mundo. Podría hablar del pueblo japonés, por ejemplo.

Destaca un cambio en la distribución de la sala.

-Hemos hechos un esfuerzo importante en cambiar la sala. Normalmente, Artegunea tiene una distribución clásica donde la fotografía se puede admirar con las mejores técnicas de iluminación. Queríamos romper esa estructura para crear una visita más experiencial, inmersiva. De tal manera que, por medio de un trabajo de arquitectura importante llevado a cabo por Aritz González, planteamos un muro que parte en dos la sala. Así, al llegar te encuentras con esa idea que está bien entroncada en nuestra cultura: la idea del muro. También esas cuatro columnas que activan la idea del caserío.

También juega con la iluminación.

-En la planta baja la iluminación es muy tenue. Al subir, el visitante encuentra la luz. Esto también viene de la reflexión sobre la cueva. La iluminación que yo sentí dentro de la tierra es la que he intentado trasladar también a la tierra.

Hay mucho paisaje, pero 'Galerna' se abre con unos pescadores.

-En este devenir que ha tenido Galerna, al principio, el hecho humano tiene mucha importancia, con estos pescadores de Hondarribia con los que pude estar en 2007, pero también en 2012 en campañas del bonito y de la anchoa. El análisis del conflicto me llevó a fotografiar y a documentar el sufrimiento por ambas partes. Poco a poco, retrocedo en la historia y doy importancia a elementos más naturales: nace la abstracción. Pero incluso en esas fotografías en las que no hay personas, hay un profundo análisis del hecho humano, de la necesidad del ser humano del comprender en la forma, de la necesidad de encontrar ideas en la naturaleza que nos ayuden a comprender. De esta manera, la interpretación del ser humano de la naturaleza está tremendamente presente en toda la exposición y considero que no necesariamente tiene que estar representado mediante retratos.

Ha optado por el blanco y el negro.

-Si algo tiene este trabajo es una manera muy honesta de utilizar la imagen. Empecé con un blanco y negro muy contrastado y muy poderoso, que me ayudaba a analizar estética y visualmente la polarización que veía en la sociedad en la que vivía. Qué duda cabe que también tiene un componente de aproximación escultórica a la imagen mediante esos llenos y esos vacíos y esa eterna pugna entre ellos que se cristaliza en el blanco y negro. Hay una ausencia de artificio cuando eliminas los colores y la luz cobra muchísima importancia. Por eso, mi blanco y negro es un elogio a determinada luz. Me ayudaba a llegar al corazón de las cosas. A medida que pasaba el tiempo, lo que nació como una elección estética muy marcada por los dos polos, se fue convirtiendo en una manera de ir eliminando cualquier capa superflua de la imagen para intentar llegar al fondo de las cosas de la manera más pura y limpia posible. De hecho, me doy cuenta de que Galerna termina cuando, por primera vez, aparece el color del óxido de hierro, aparece el rojo, el amarillo, el naranja. Ahí me doy cuenta que algo ha cambiado en mi forma de comprender la imagen y que el camino que inicié en 2007 ha concluido, me ha liberado a mí y al tipo de fotografía que hacia. Es algo realmente valioso.

¿Se ha acabado el blanco y negro para usted?

-No diré yo que se ha acabado el blanco y negro en mi trabajo pero no cabe duda de que estoy mucho más abierto a lo cromático, a lo volumétrico, a lo escultórico y a otro tipo de lenguajes que hacen que el camino sea interesante y divertido. Si para algo sirve todo esto es para evolucionar y para estar permanentemente aprendiendo.

En esa búsqueda de la naturaleza para buscar explicaciones, el concepto de 'Galerna' se antoja violento.

-Siempre buscado nombres que sean fonéticamente muy poderosos. En este caso esa erre que tiene Galerna, combinadas con la ele y la ene que son más kuttunas, generan esa fonética especial, al margen de que la galerna sea una tempestad muy violenta que no puede ser prevista y que encaja muy bien con todo esto que ha pasado aquí durante muchos años. Más que en la naturaleza, que es algo muy difícil de encontrar, la exposición se centra en el paisaje. En nuestro contexto geográfico se ha hecho un esfuerzo muy importante mediante la historia, la cultura y la mitología para, en cierta manera, humanizar ese paisaje. Eso es un concepto muy característico que se percibe, por ejemplo, en nuestra relación con la montaña, que es casi como sagrada. Este trabajo ha ido intentando desentrañar esos conceptos que definen al pueblo vasco de manera abstracta, como yo creo que se construyen las maneras de entender el mundo que nos rodea.

¿Este proyecto ha redefinido su relación con el paisaje?

-Sí. Alguien que utiliza la imagen constantemente, está redefiniéndola. La imagen no deja de ser una idea, una abstracción. Evidentemente este trabajo está hecho para aprender a mirar. También suelo decir que Galerna es una manera de comprender la luz de este territorio. Me maravilla cómo el paisaje se construye con estas nieblas, con estas colinas y montañas sensuales salpicadas de caseríos; pero también con esta dureza de la piedra caliza, por ejemplo. Creo que son elementos que nos definen bastante más de lo que creemos. Al igual que alguien de Castilla La Mancha o Castilla y León está acostumbrado a ver grandes llanos con un cielo enorme, construimos nuestra identidad y nuestra forma de vivir y relacionarnos también influidos por ese paisaje.

"Partiendo de lo local, del análisis de mi pueblo, consigo abrazar otras culturas y encontrar puntos en común entre los distintos pueblos"

"El proyecto de 'Galerna' nace para construir una identidad propia en un contexto polarizado como era el del conflicto vasco"

"No diré yo que se ha acabado el blanco y negro en mi trabajo pero no cabe duda de que estoy mucho más abierto a lo cromático"

"Construimos nuestra identidad y nuestra forma de vivir y relacionarnos también influidos por ese paisaje"