Dirección: Keith Thomas. Guion: Keith Thomas. Reparto: Fred Melamed, Dave Randolph-Mayhem Davis, Menashe Lustig, Malky Goldman, Nati Rabinowitz, Moshe Lobel, Spencer Zender, Dun Laskey, Hershy Fishman. Género: Terror. País y duración: Estados Unidos (2019), 88 minutos.

ajo el sello de Blumhouse, productores de las exitosas producciones como La noche de Halloween, Paranormal Activity e Insidious, llega a las salas de cine The Vigil, con el objetivo de ofrecer una vuelta de tuerca al cine de terror. Su paso por los festivales de Toronto y Sitges -donde clausuró la edición del pasado año- son la carta de presentación de la película, que supone es el debut a la dirección y guion de Keith Thomas.

El realizador estadounidense ambienta su ópera prima en la comunidad judía ortodoxa de Nueva York. Y es que un antiguo rito judío, el de velar el cuerpo de un miembro fallecido de la comunidad ortodoxa, es el punto de partida de la historia: Yakov es un joven desencantado que decide aceptar, a cambio de dinero, la tarea de velar el cadáver de un miembro de la comunidad que acaba de fallecer, para no dejarlo solo hasta el momento del entierro. Sin embargo, la noche de vigilia pronto se transformará en una pesadilla cuando en la casa donde permanece comiencen a suceder fenómenos extraños que confrontarán al protagonista con sus propios fantasmas y con un horrible acontecimiento de su vida pasada.

Con ecos de El exorcista, la película se convertirá así en una sucesión de sustos y sobresaltos para el espectador, como una gran dosis de terror sobrenatural. Rodada en inglés y hebreo, esta última lengua dota a la película de mayor realismo en cuanto a ancestralidad. Además, el metraje refleja un importante trabajo en el diseño de la iluminación y la fotografía, jugando con la oscuridad y recreando una sombría atmósfera.

El hecho de que se desarrolle en una única localización -la casa en la cual se realizar la vigilia del cuerpo- dota de tensión y claustrofobia a la película, ya que el protagonista encontrará en su teléfono móvil su único contacto con el mundo exterior. Un aislamiento que obligará a Yakov a enfrentarse a sus propios demonios, para después enfrentarse a otros mayores.