l pasado 14 de julio, se cumplieron 50 años de la muerte de Mariano Eusebio González García, más conocido como Luis Mariano, una estrella internacional de la canción a mediados del pasado siglo. Y es que el artista de Irun fue un ídolo, sobre todo en Francia, país en el que vivió la mayor parte de su vida y también donde murió con 57 años. Su primer gran éxito le llegó en 1945 con la opereta La Bella de Cádiz, de la cual se publicó un disco que vendió 1.250.000 ejemplares. Era un chanteur de charme, vocalista melódico, con todos sus atributos, prodigiosa voz, físico agradable y sonrisa deslumbrante.

Un año después rodó su primera película, Carga clandestina. En total hay registradas 23 películas, en la mayoría como protagonista, con títulos como El cantor de México, Aventuras del barbero de Sevilla o Violetas imperiales, entre otras. También dejó alrededor de 640 grabaciones en varios idiomas.

Sus restos descansan en el cementerio de Arrangoitze, en Iparralde, en una tumba siempre cubierta de flores. También es lugar de peregrinación de sus seguidores, algunos incondicionales, como es el caso de José Crespo Larraza (Altsasu, 1935), una admiración que le ha llevado a atesorar una gran colección en torno a Luis Mariano, una de las mejores que hay en torno al tenor. "Soy un coleccionista y un admirador incondicional de Luis Mariano. Su música es una delicia para el oído y el espíritu", destaca. No sabe por qué en especial, pero le gusta mucho, de siempre, y recuerda cuando de chaval trabajaba en una panadería y le oía por la radio, un subidón en el ánimo a través de las ondas. Era en pleno franquismo, unos años en la que apenas había nada y todo costaba mucho. A fuerza de ahorrar, se compró un tocadiscos y sus primeros singles, entre los que no faltaba uno de Luis Mariano, una discografía que fue completando después.

Pero entre el impresionante legado musical que dejó Luis Mariano, para este altsasuarra destaca la canción El viajero se estrella "porque tiene mucha poesía". Entre sus películas también lo tiene claro, El cantor de México, que la vio por primera vez cuando hacía la mili en Villanubla (Valladolid). Dado el éxito, la volvieron a proyectar la semana siguiente. Allí estaba de nuevo José Crespo.

Un día, a principios de los años 60, en un rastro en Donostia conoció a un coleccionista francés que le propuso intercambiar grabaciones. Ahí comenzó una afición que le ha llevado por ferias, tiendas de discos viejos, mercadillos y antigüedades del Estado y también de Francia. Pero su colección ha crecido sobre todo con Internet. Si bien dice que ya no colecciona tanto, "cuento muchos años y mis hijos lógicamente no están por la labor de seguimiento de la colección. Son de otras épocas y de otras músicas que interesaron en sus vidas", observa. No obstante, sigue atento por si hay movimientos en el mercado de su ídolo. "La semana pasada en Internet, un single invendible, sin carátula ni registros publicitarios de este artista, alcanzaba la subasta de 500 dólares", subraya. Aunque también se pueden encontrar en la red discos desde 3 euros. "Los coleccionistas somos muy envidiosos. No nos perdonamos. Es un mundo curioso", reitera. Al respecto, explica que es esta afición es para él como ir montado en un tigre. "Si me bajo me devora y si sigo me estrella. No puedo dejarlo", observa.

Lo cierto es que tiene una colección impresionante, con auténticas joyas, todo ordenado y clasificado, un sinfín de carpetas y discos que Crespo saca y mete de las estanterías del cuarto de Luis Mariano, cómo lo llaman los de casa. Allí atesora cientos de discos editados, sobre todo originales de los años 40, 50 y 60 en distintas ediciones francesas y españolas, pero también de México, Venezuela, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Argentina, Canadá y Holanda, por citar algunos países. También tiene toda su bibliografía de Francia y España y su filmografía en vídeo junto con numerosos carteles, documentos, revistas, recortes de periódico, partituras de sus canciones, ropa y objetos del artista, entre otros tesoros.

Su colección es única, un legado por el que se ha interesado el Ayuntamiento de Irún, que tiene un proyecto museológico, de nombre Ikust Alaia, con Luis Mariano como hilo conductor. Y es que el príncipe de la opereta será de alguna manera el narrador de la historia de la ciudad. "Han venido en dos ocasiones a ver la colección. Pero parece que el proyecto está parado", afirma Crespo.