- Agustín Ibarrola cumple hoy 90 años y aunque, según ha explicado su hijo, el también artista e ilustrador José Ibarrola, ya no puede desarrollar el potencial creativo que tuvo hasta hace poco, mantiene la disciplina de ir al estudio todas las mañanas e intentar hacer cosas. Sus 90 años dan para muchas vidas. Este artista interdisciplinar, comprometido con el arte y con la sociedad, sigue encerrándose en su estudio de Oma en Kortezubi (Bizkaia) imaginando geometrías fantasiosas o ecuaciones improbables de colores que afloran en su universo.

Ibarrola ha pasado toda su vida trabajando y evolucionando como artista. Con solo 18 años ya celebró su primera exposición individual. En 1950 fue invitado a participar en los trabajos de la basílica de Arantzazu. Le encargaron realizar un mural para el pórtico aunque nunca se llegó a materializar. Viajó en 1956 a París, donde conoció a los que, junto a él, formarían el Equipo 57. Regresó a Bilbao en 1961 y entró a formar parte del grupo de grabadores de Estampa Popular, en la sección vasca. Como miembro del Partido Comunista fue detenido en 1962 y juzgado, por un tribunal militar, a nueve años de encarcelamiento. Dentro de la cárcel siguió pintando y dibujando aunque no pudo firmar las obras ni exhibirlas en el exterior. Un año después, Appeal for Amnesty organizó una exposición en Londres, París, Bélgica, Alemania e Italia con estas obras “ilegales”. En 1965 fue puesto en libertad y se embarcó, junto a otros artistas vascos, en la creación de los grupos de la Escuela Vasca, Gaur, Emen, Orain y Danok. En 1967 fue detenido nuevamente y encarcelado en Basauri hasta 1969.

Su obra abarca distintas parcelas, desde la expresión más abierta con interpretaciones artísticas en la naturaleza o esculturas públicas, hasta la producción de los grabados, pasando por la concepción muralista o la investigación plástica.

Ibarrola trabaja sobre todo con el hierro, la madera y la piedra. “No hay que menospreciar ningún material, pero esos tres materiales han sido básicos para nosotros”, ha confesado en varias ocasiones. Su Bosque de Oma es una de sus obras más conocidas. El propio Agustín Ibarrola ha señalado en numerosas ocasiones que “el arte debe ser un servicio público; las obras, por supuesto, también tienen que estar en los museos, pero la gente debe sentir que es propietaria de la cultura y del arte, y no pensar que eso es cosa de los entendidos”.

En opinión de la diputada de Cultura de Bizkaia, Lorea Bilbao, “es innegable el talento de Agustín Ibarrola, toda una vida dedicada al arte del que ha hecho partícipe a miles de personas”. La calidad y originalidad de su trabajo ha hecho que su obra sea conocida y reconocida tanto en Euskal Herria como en el exterior. La trayectoria del artista es larga e importante con un legado artístico muy rico, por ello, trabajan para mantener viva su obra.

La institución foral presentó hace ya unos meses, “y por supuesto con el ok de la familia Ibarrola”, el proyecto de elaboración de una réplica del bosque pintado de Oma en una zona de similares características y en un entorno próximo.