espués de conseguir algo que se asemeja a la libertad, se me ocurrió ayer bajar a hacer la compra. Doblé el salvoconducto y lo metí en la cartera dispuesto a comprar, por supuesto, algo más que papel higiénico para poder seguir con mi diario. El primer checkpoint lo pasé sin mayor problema. Que si "¿adónde se dirige?". "Aquí al súper más cercano, agente". Que "estupendo". Chin pum. En el segundo se me complicó la cosa. Me dio el alto un hombre vestido como un GEO y que sospechosamente se parecía, hablaba y olía como debe oler Arturo Pérez-Reverte. "A ver, los papeles", pidió, pero sin casi mirarlos preguntó "¿No serás tú de esos que se aburren?". "Bueno sí, me suelo aburrir; como todo el mundo, supongo". "Tú no tienes ni idea. ¡En Sarajevo tendrías que haber vivido!". Me sorprendió el exabrupto, no lo voy a negar, y eso que soy muy de decir tacos, pero de la boca de todo un señor agente con una manguera para desinfectar en las manos sostenida como un fusil pues, quieran que no, acojona. Todavía me trincan con un cazamariposas como en China. "Deténgale, que ha salido a la calle". Éramos pocos y... un caballero desde un balcón. "Eso, deténgale, que parece un maleante y un haragán", la de al lado. Un bloque entero pidiendo las dos orejas y el rabo. "¿No habrás salido a la calle porque te aburres? ¿No serás de los que primero sale a por el pan, luego a por el periódico, luego a sacar el perro y luego al súper?". "Lo único que quiero es irme a mi casa", sollocé muy bajito, así que disculpen si mañana no hay columna.