rubén Blades presentó ayer en Donostia su gira, que tiene un nombre que le otorga un doble sentido al verbo marchar: Caminando, adiós y gracias. Además de hacer un guiño a su álbum Caminando (1991), el poeta de la salsa también se refiere a que esta es su gira de despedida. El panameño, que acaba de cumplir los 70 años -casi 50 desde su debut-, se subió ayer al Escenario Verde de la playa de la Zurriola como primer cabeza de cartel del 53ª edición del Heineken Jazzaldia.

Blades se encuentra en medio de una larga despedida en la que camina desde el año 2016, diciendo agur al género que le ha hecho internacionalmente conocido: la salsa, con la que no dudó en hacer mover las caderas a las miles de personas que se acercaron hasta el arenal y donde la comunidad latinoamericana estuvo muy presente -se vio representada por media decena de banderas venezolanas-, al tiempo que reivindicó su apuesta por el jazz.

No se subió solo al Verde, lo hizo con sus compañeros habituales desde el año 2010. De hecho, apareció en escena después de una primera pieza instrumental interpretada por Roberto Delgado y su orquesta, de la que se pudieron contar sobre el escenario una veintena de instrumentistas, y de entre los que destacó la actuación del trompeta Juan Carlos Wichy López.

Fue después de este tema y de decir “Buenas tardes” cuando Blades se arrancó, maracas en mano, con Las Calles, pieza del año 2009, incluido en Cantares del subdesarrollo, pero retomada en una versión Big Band en Sones de Panamá (2015), primer álbum que grabó con esta orquesta.

“No voy a hablar mucho, tenemos el tiempo limitado y solo voy a anunciar las canciones para respetar al resto de compañeros que tocarán después”, anunció Blades -ofreció un concierto de 100 minutos con una quincena de canciones- para dar paso a una versión con nueva letra del tema Arallue, original del percusionista neoyorquino Ray Barretto, publicado en el álbum Giant Force en 1980, renombrado en esta ocasión como Arayué y recopilado en el segundo disco de Blades con la orquesta, Salsa Big Band (2017). El último, Medoro Madera, lo publicaron hace apenas unas semanas.

“Esto es una banda de música y tocamos música”, afirmó Blades para justificar su presencia en un festival de jazz, a lo que acto seguido interpretó otra versión, Watch What Happens, una canción que interpretaba Tonny Bennett, tema al que siguió uno de sus clásicos, Decisiones, publicado en 1984 en Buscando América, que hizo que el público corease el estribillo, proyectado en la pantalla.

gabriel garcía márquez Ojos de perro azul vino después, perteneciente a Agua de luna, un trabajo de finales de los 80 en el que Blades colaboró con el Nobel Gabriel García Márquez: “A nadie le gustó, solo a Gabo y a mí”, reconoció el panameño. Luego vino Cuentas del alma, una “canción sobre temas que no se escriben”, en este caso sobre un niño que vive el divorcio de sus padres.

Después, para demostrar “la calidad de la banda” y dentro de su repertorio jazzístico, Blades dejó el escenario en las buenas manos de la orquesta para que interpretase la instrumental Do I here for you, pero volvió enseguida con el vals peruano Todos vuelven, que le sirvió al para saludar al público de Perú y presentar uno a uno a los integrantes de la Big Band.

“Hay gente que es tan pobre que lo único que tiene es dinero”, afirmó antes de cantar otro clásico contra el racismo, Ligia Elena de Canciones del solar de los aburridos (1981), al que siguió la tercera versión de la noche, The way you look tonight, de Frank Sinatra. También cantó El cantante, escrita por Blades pero “interpretada primero” por el puertorriqueño Héctor Lavoe.

En la última parte del concierto, Blades se lamentó de la falta de tiempo y pasó rápidamente a Juan Pachanga, antes de enfilar el himno de la jornada, Pedro Navaja, publicado en Siembra en 1978. Con un público coreando “la vida te da sorpresas/sorpresas te da la vida”, Blades despidió el concierto interpretando el alegato social Muévete. Afirmó que volvería, sí, “de vacaciones” a Donostia. Por lo tanto, kaixo, agur eta eskerrik asko, Rubén.