bilbao Donna Leon recibió el jueves el premio Farolillo de Papel en el hotel Carlton de Bilbao. La creadora de uno de los comisarios más famosos de la literatura mundial, Brunetti, aprovechó su estancia para presentar su último libro, Restos mortales. Una novela negra que se convierte en novela verde por su temática, la trama se centra en los problemas medioambientales. La escritora, nacida en Nueva Jersey (Estados Unidos) y residente en Suiza, aunque ha pasado una buena parte de su vida en Italia, es muy gráfica a la hora de expresarse, es muy pasional cuando habla de música, la ópera es una de sus debilidades confesas. A Brunetti millones de personas le conocen a través de sus libros, pero hay quien solo tiene referencias por la serie de televisión que se ha emitido en La 2 y también en ETB. Gesticula mucho, mueve las manos y es empática con las personas que tiene enfrente. No le gusta en lo que se ha convertido Venecia, el escenario por el que Guido Brunetti se mueve con soltura para resolver unos crímenes que siempre tienen un trasfondo social. Pero a esta escritora, que se afincó en Venecia atraída por su música y que buscó en Brunetti al hombre que le permitiera vivir, que diera voz a la realidad social, aunque fuera desde las páginas de un libro, no le gusta nada su personaje en la televisión, prefiere pasar del tema y contesta desde la ironía.
En sus libros siempre ha estado por delante de temas que más tarde han preocupado mucho a la sociedad, por ejemplo tráfico de mujeres, tráfico de falsos medicamentos para mandar al tercer mundo, robo de obras de arte?
-Del primero de esos casos han pasado 23, también los otros temas, he hablado de ecología antes de este último libro que también trata de ello. Yo no busco a los temas, una imagen se pone delante de mí y ya tengo la trama para una novela, tiran de mí. Además, solo me preocupan las tramas porque los personajes son los mismos.
¿Qué les atrae a los lectores de novela negra?
-El misterio, la curiosidad; la novela negra es cercana para nosotros cuando trata problemas reales. En Restos mortales, el último libro que he escrito, hablamos del daño que la sociedad está infringiendo al Planeta. Es una novela negra verde. Definitivamente, soy una gran defensora de la ecología, me molesta mucho que estemos estropeando el Planeta.
¿Qué es Guido Brunetti para usted?
-Brunetti es como yo, mete las narices en todas partes. Los europeos no lo hacen tanto, pero los americanos siempre hemos creído que tenemos permiso para preguntar de una forma bastante directa. Eso es lo que tiene Brunetti, es un tipo bastante curioso, muy de meter la nariz y al que le gusta saber por qué la gente hace ciertas cosas, lo que hace no es interesante, pero por qué lo hace, sí. Brunetti es mi compañero.
¿Qué tiene Brunetti de americano?
-Una ética anglosajona. Los italianos son un poco más flexibles, él tiene una rectitud más anglosajona, no es tan flexible como el resto de los italianos, es más reflexivo, le gusta pensar.
Brunetti, serie de televisión. ¿Cómo ha visto a sus personajes de libro en la pantalla?
-(Silva y pone los ojos en blanco ante una pregunta que le incomoda). Una pregunta muy interesante, ¿tenemos otra igual de interesante?
Vaya, veo que no le gusta el producto televisivo que se ha hecho de su libro.
-Los personajes que salen en la serie de televisión son muy alemanes. No es nuestro Guido, no le reconozco, ni en el corte de pelo se parecen. Es que no se parecen en nada. Eso sí, lleva unas americanas estupendas. Las protagonistas femeninas parecen payasos de feria, pero sí que es verdad que la ropa de él podría pasar por italiana y que Brunetti podría llevarla. Lo mejor del Brunetti televisivo son las chaquetas que le ponen. Pero de verdad, casi que prefiero no hablar de esto.
Volvamos al Brunetti de papel. Será difícil convivir con los mismos personajes durante 26 libros.
-Ja, ja, ja? No, Brunetti es un hombre íntegro, observador, que puede gustar a cualquiera para convivir con él. El escritor tiene que querer a sus personajes, no es bueno que un personaje le caiga mal.
Conseguir la atención de los lectores durante 26 años también será complicado.
-Hay que acercarse a los temas que preocupan a la sociedad, no puedes darle la espalda a la sociedad. Plantear un asesinato y ver cómo se resuelve el crimen no es lo que se pide hoy en la novela negra. Hay que acercarse a esos problemas que nos preocupan. Este libro habla del medio ambiente, pero yo ya escribí hace 25 años sobre el tema de los deshechos.
¿Cómo elige los temas?
-Yo no digo voy a tratar este tema, está de moda; no sigo tendencias. Los temas me eligen a mí. Mis novelas son del género negro y no pueden adoctrinar ni aleccionar a nadie. Lo que yo hago es exponer unos hechos a través de una trama y les digo a los lectores: Esto es lo que hay, pero no les alecciono.
Una de sus pasiones es la ópera.
-Conozco a un montón de gente en este mundo de la ópera y son amistades que mantengo y que me hacen sentir bien. La música es un mundo fantástico.
¿Siempre compositores italianos?
-Donizetti, Puccini, Verdi? Italia es el cielo en la ópera, no necesitas más.
¿Qué le lleva a meterse tan de lleno en el mundo de la música?
-Mis padres no eran de ir a conciertos, ni especialmente musicales; yo me recuerdo escuchando la radio, pero fue algo más tardío, fue en mi época universitaria cuando descubrí a Tchaikovsky, descubrir a Hendel fue entrar en una nueva dimensión.
¿Qué le parecen las retransmisiones de ópera en las pantallas de cine?
-Es una buena idea. Mucha gente dice que no soporta la ópera, que la detesta, pero nunca ha visto una representación. La idea que tenemos del público que va a la ópera es que son unos estirados, que son ricos y no es verdad? La gente no puede perderse una noche con Tosca o con Fígaro. No puedes decir que no te gusta algo que nos has probado: Tosca o Las bodas de Fígaro son buenas óperas para empezar.
Venecia, una ciudad que enamora a los turistas, pero ni Brunetti ni usted están muy contentos con la ciudad.
-Se ha convertido en un parque temático, la visitan 33 millones de personas al año. Cuando veo los documentales en los que el cocodrilo se come al hipopótamo, pienso en tirar unos cuantos cocodrilos a la laguna de Venecia cuando pasan las góndolas.
¿De verdad lo haría? No la veo tan salvaje.
-Ja, ja, ja? Perdona, sería genial. Vale, ya, que me dejen echar aunque sea solo uno.
Llegó a Italia en 1981. ¿Cómo es esa Italia 36 años después?
-Todos los lugares cambian. Es muy duro, son ciudades de mentira. En los 80, la gente tenía trabajo, había fábricas y la gente podía vivir porque podía trabajar. Venecia es como un decorado, otras también. Es una ciudad donde no hay futuro para los jóvenes, no pueden comprarse una casa porque no la pueden pagar; no pueden alquilar, todo está dedicado al turismo, y se van. Se van a Londres o donde sea, sencillamente no pueden vivir.
Emigrantes, refugiados?
-Se aseguran que los turistas no vean esa parte. Vas a Venecia y no has visto ningún tema de inmigración ni nada parecido. Los inmigrantes no piden, ellos quieren vender, quieren trabajar. El tipo de africano que hay ahora allí es más bajo, más regoderte. No son los que salían en mi libro, aquellos lo que querían era vender, no pedían limosna, trabajaban? Ahora hay otro tipo de sospechas y eso influye mucho. Estos nuevos africanos se acercan más, la que gente se retrae, imponen; pero es todo lo que vas a ver.
¿Volvería vivir en Estados Unidos?
-No tengo pensado volver a Estados Unidos, hace mucho que salí de allí.
¿Y si hablamos de Trump?
-(Tuerce el gesto y contesta con desgana y moviendo la cabeza en sentido negativo). La verdad, no me interesa lo más mínimo, ni en un sentido ni en otro. Te prometo que prefiero ponerme a planchar una camisa a hablar de él. No es una manera despreciativa de decirlo, solo que no me aporta nada, no hay nada que me interese de él. Fíjate lo que te he dicho, el tiempo empleado en hablar de él es preferible emplearlo en otras cosas, planchar. Me resulta aburrido.
Además de Italia, ¿qué otros países europeos le gustan?
-Me gusta mucho Suiza. Entre otras cosas porque tengo 74 años. Ya he tenido bastantes incertidumbres en mi vida y en Suiza se vive bien.
¿Qué le atrae de Suiza?
-Es un país ordenado, es un país que tiene normas y leyes. Es fácil para vivir. Tengo muy buena relación también con España, quizá por la calidez y la cercanía de la gente. Me gusta mucho la gastronomía que tiene.
¿Algún plato especial?
-Mi vida en lo gastronómico es un poco complicada, soy vegetariana aunque suelo comer uno o dos tipos de pescado. Hay dos países que no entienden el vegetarianismo, Francia y España.
¿Cómo es Donna Leon?
-Una mujer feliz, siempre he sido muy feliz. He tenido una infancia feliz, fui una niña feliz, mis padres eran personas felices y todo lo que he hecho me ha hecho feliz.
¿Qué escogería, si no le queda más remedio, novela o música?
-Música, dentro de 300 años quién va a leer mis libros, pero Donizetti, Puccini, Verdi, Hendel, Mozart? Ellos seguirán aquí.
26 años de la mano de Brunetti, ¿no le dan ganas de jubilarle?
-No. Seguiremos juntos un rato más. Brunetti tiene aún muchas cosas que contar, que hacer, es un amigo, es un compañero que siempre tengo a mano. ¿Te puedo decir una cosa?
Por supuesto.
-Tengo que buscar una excusa para volver a Bilbao el año que viene. Es una ciudad que me encanta, es amable, su gente encantadora y yo me siento muy a gusto.
Escriba otra historia de Brunetti y preséntela aquí.
-Es una idea, ya veremos, algo tendremos que hacer para volver de nuevo. Ha sido un honor que me llamaran para darme este premio. Ahora que he terminado (rueda de prensa y entrevistas) voy a darme una vuelta por Bilbao.