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“Rodar en euskera es un reto, pero nuestra vocación es trascender esas barreras”

‘Igelak’, la nueva película de Patxo Telleria, se estrenará en el Zinemaldia el próximo 20 de septiembre y optará al p remio Irizar. Se trata de una comedia social con toques musicales y rodada en euskera

“Rodar en euskera es un reto, pero nuestra vocación es trascender esas barreras”Jose Mari Martínez

donostia - Es la tercera vez que el actor, guionista y realizador Patxo Telleria (Bilbao, 1960) estrena una película en Donostia. Tras escribir y dirigir junto a Aitor Mazo La máquina de pintar nubes (2009) y Bypass (2012), el cineasta presenta su primera película dirigida en solitario, Igelak, para la que ha contado con el actor Gorka Otxoa como protagonista, y con cantantes como Ainhoa Arteta,Xabi Solano (Esne Beltza), Francis (Doctor Deseo)o el grupo Gatibu, que compondrá una canción para el filme.

¿Qué sensaciones tiene días antes de que el público pueda ver ‘Igelak’?

-Un creador tiene la obligación de ser exigente consigo mismo y, desde luego, nunca complaciente. Me he quedado satisfecho del trabajo realizado, aunque sabiendo que siempre hay cosas que si volviese a empezar las haría de otra manera, pero es normal cuando llevas a cabo un proyecto que implica a tanta gente. Estoy satisfecho, pero un creador siempre tiene que pensar que su obra definitiva está por llegar.

Presenta la película el próximo 20 de septiembre en el Zinemaldia. ¿Es el escenario perfecto?

-Claro, es muy positivo porque el Zinemaldia es el escenario más potente y llamativo en el que se puede lanzar una película en este país. Poder presentarla en el Festival es un gran punto de partida.

En el Festival opta al premio Irizar.

-Sí, pero nunca se sabe. Uno no hace películas pensando en los premios, sino en lograr una buena respuesta por parte del público y en quedarse conforme con el trabajo que ha realizado, con que esa labor refleje lo que querías hacer. Por supuesto que los premios son siempre bienvenidos, pero dependen mucho de las afinidades y de los gustos de los miembros del jurado, y eso nunca está en nuestras manos. Para mí es más importante la respuesta del público que cualquier premio. Lo primordial es que la película cuaje, que deje su pequeño poso y un buen sabor de boca, ese debe ser nuestro objetivo.

La película cuenta con una trama muy actual: crisis, desahucios...

-Sí, es un tema actual y no sé si desgraciadamente es la actualidad que viene para quedarse. Yo quería escribir una historia en clave de comedia. El tema al principio me resultaba espinoso, pero he intentado tratarlo sin frivolizar. Mi objetivo no es banalizar el problema ni mucho menos. Además, en realidad no es una película que hable sobre la crisis, sino que se trata de una historia contada en ese contexto.

¿Le ha resultado difícil introducir el humor en un contexto como ese?

-La historia del cine y del teatro está plagada de relatos basados en situaciones difíciles y complicadas. La comedia en sí no es un género que nos aleje de la realidad, sino que ve la realidad de otra manera, con otros ojos. Precisamente la frase hecha que dice “reír por no llorar” tiene que ver con esto.

En Euskadi no se han grabado muchas comedias sociales en euskera.

-El cine en euskera tiene muchas posibilidades. Cuando haces un trabajo en euskera es muy probable que seas pionero, porque es una actividad cultural que está prácticamente en sus albores, por eso es muy sencillo ser pionero o hacer algo completamente nuevo. A nivel global, ser innovador u original en el cine es mucho más difícil.

En una ocasión dijo que ‘Igelak’ tiene una desventaja mediática porque está rodada en euskera, ¿sigue opinando lo mismo?

-En realidad no me refería solamente a Igelak, porque ella no tiene ninguna desventaja respecto a las demás películas en euskera. El cine en euskera tiene ese hándicap, porque el doblaje todavía a día de hoy cuesta mucho. No es algo nuevo, este es un problema que han tenido antes que nosotros muchas otras películas que luego han funcionado muy bien y que han tenido su recorrido fuera de Euskadi. Rodar en euskera es un reto, porque trabajamos para un corpus de espectadores que es reducido, pero nuestra vocación es trascender esas barreras y pasar al otro lado sin renunciar a trabajar en nuestro propio idioma.

¿Por qué decidió situar la historia de la película en un futuro cercano?

-La película tiene el ligerísimo toque futurista, pero en realidad está colocada en un futuro muy cercano, digamos que, por ejemplo, dentro de dos años. El motivo de esta decisión es que hemos querido darle cierta intensidad, llevar la circunstancia en la que estamos actualmente al límite, para así remarcar todavía más la mala situación en la que estamos. Para el futuro hay dos hipótesis: que la situación mejore o que vaya a peor. Para el filme he optado por la segunda opción, y ese es el punto de partida de la historia, pero espero que sea una hipótesis válida solo para la película.

Y escogió Donostia como escenario de la trama, ¿por qué?

-En las dos películas anteriores sí que llevamos a cabo una selección de los lugares. La máquina de pintar nubes está rodada en Bilbao, y Bypass también está ambientada en esta ciudad. Para ellas hicimos una mención muy clara de dónde se situaba la acción. Sin embargo, en este caso no he querido remarcar ninguna localización. En realidad no se sabe en qué ciudad están los personajes, pero es que para la historia no es importante. Obviamente es Euskadi porque los personajes hablan en euskera, pero no he querido centrarlo en ningún lugar específico. De hecho, está rodada en Donostia por una cuestión de idoneidad, porque las localizaciones que había en Donostia nos interesaban mucho y eran las que más nos gustaban para los escenarios importantes de la película. Es cierto que Donostia está siempre identificada con algo hermoso y bello, pero también en ella y en sus alrededores puedes encontrar esa geografía digamos de deshecho, de lugares rotos con toques de marginalidad.

En la película aparecen artistas como Ainhoa Arteta, Xabi Solano de Esne Beltza o Francis, del grupo Doctor Deseo. ¿Le resultó difícil conseguir a cantantes tan dispares para este proyecto?

-Convencer a algunos nos costó más que a otros. Hay artistas que están más acostumbrados a hacer este tipo de proyectos que otros. Ha sido difícil convencer a varios y, de hecho, alguno finalmente no ha participado porque no hemos conseguido vencer sus trabas por diferentes motivos, por vergüenza o porque no se veía en una situación así. Muchos artistas no están acostumbrados a mostrar su imagen si no es dentro de un escenario cantando.

Entonces la faceta sonora es una de las grandes apuestas de esta película.

-Sí, es una de las peculiaridades de esta película, pero más que banda sonora, que también la hay y compuesta por Iñaki Salvador, lo que hacemos es situar a cantantes y músicos conocidos tocando en la calle, precisamente por la situación de crisis tan radical que existe en la película. No es un musical. En el filme todo el mundo está buscándose la vida en la calle, también los músicos. Aprovechamos esta circunstancia que nos brindaba la lógica del propio guion para hacer música y que esta quedase inserta directamente en la propia acción.

Gorka Otxoa es el protagonista de esta película. ¿Fue desde el principio el elegido?

-Sí, porque el personaje se adaptaba muy bien a sus cualidades. Su papel no es el de un personaje gracioso, de hecho, en un principio al público tiene que producirle cierto rechazo por ser quien es: un banquero corrupto. Su papel no es el de una comedia al uso en el que el espectador se identifique rápidamente con el protagonista y se ría y se divierta con él. En este caso el actor tiene el reto de que al final el espectador se identifique con el protagonista, y eso lo tiene al principio algo difícil dado el papel que interpreta.

El título de la película viene de la fábula de la rana y el escorpión, ¿son historias semejantes?

-La idea de un colectivo de asociados que se denominan ranas está tomada de esa fábula. En ella las ranas aparecen como seres bienintencionados, confiados, que se fían de las palabras del escorpión a pesar de que ya le conocen de antes y saben que no deberían hacerlo. En nuestra sociedad nos hemos fiado muchas veces de las buenas palabras, en este caso de la banca, de los poderes y de quienes manejan las cosas y tienen la sartén por el mango.

Asegura que el cine vasco es muy joven. ¿Qué futuro le augura?

-El futuro del cine vasco está en manos de los creadores y en manos de las instituciones, de su decisión de apuesta o no apuesta porque realmente esto vaya hacia delante. El cine en euskera necesita de la complicidad del sector público para competir en el mercado. Por encima de todo su futuro dependerá de la capacidad y de la genialidad de los creadores, pero esa capacidad y esa genialidad no tiene cabida si no hay un apoyo y una complicidad de las instituciones que apuesten por una cultura con fuerza y con presencia mas allá de nuestras fronteras.

¿Qué proyectos afronta tras ‘Igelak’?

-En estos momentos estoy preparando el próximo espectáculo teatral que tengo con mi compañía. Queremos que esté listo para esta primavera, y el teatro también es un trabajo que precisa mucho tiempo, reflexión y elaboración.