barakaldo - Es mujer, madre, empresaria y colaboradora de televisión. Para Raquel Bollo (Sevilla, 1975) el día tiene “pocas horas” para hacer todas las tareas que se le presentan, pero es feliz y sonríe porque es consciente de que está viviendo un buen momento, todo ello, además, culminado con el hecho de haber encontrado un nuevo amor. Raquel Bollo ha visitado Euskadi para ser madrina de Expobodas y tiene claro que le gustaría “volver a casarse”.

Ha amadrinado ‘Expobodas’ siempre es bonito ser la imagen de este tipo de eventos.

-La verdad es que es algo muy bonito. Se pusieron en contacto conmigo a través de mi representante para amadrinar el evento y no lo dudé. Otros años han venido personas muy conocidas como Lydia Lozano y Marta Sánchez, entre otras, y para mí es todo un honor estar aquí.

Moda, complementos... esta feria le encantará porque usted tiene una tienda en Sevilla. Una faceta que cierta gente desconoce.

-En mi tienda vendo calzados, complementos, ropa de mujer. Aún no diseño, pero estoy trabajando en ello y en cuanto esté un poco más tranquila intentaré hacer realidad mi sueño de hacer una línea de productos propia. Creo que algún día lo lograré. En estas ferias siempre coges ideas, ves cosas no solo para la tienda, sino también para tu vida personal y sumar conocimientos y ampliar horizontes porque siempre hay que innovar. Así se ha visto en las bodas que no tienen nada que ver las bodas, de ahora con las que se hacían, por ejemplo, cuando yo me casé. Lo único que se mantiene es el “Sí, quiero”.

Usted se ha casado una vez. ¿Tiene pensado repetir paso por el altar?

-En mi boda no organicé nada y es algo que tengo pendiente. Me hubiera encantado vivir esos nervios, ese ajetreo. No sé cuándo y ni siquiera si lo haré, pero no soy reacia a ello. No porque una boda me saliese mal he dejado de creer en el amor ni en el matrimonio. Casarse no implica querer más o menos, sino celebrar con tu gente, vivir tu día soñado.

¿Le gustaría que le conociesen por más cosas que por su presencia en televisión como, por ejemplo, su futura faceta de diseñadora, su tienda...?

-Va todo muy unido porque estar trabajando en Sálvame me permite que, a la hora de montar un negocio, me afecte de forma positiva. Se me conoce más por mi faceta televisiva que por mi tienda, es cierto, pero es que llevo más tiempo en la televisión que con la tienda. A lo tonto, llevo once años en televisión. Supongo que algo habré hecho bien.

No imaginaba estar tanto tiempo en programas de televisión.

-Ni por asomo. Pensaba y pienso que esto es una etapa que pasará y punto. Estoy muy bien, pero las cosas cambian mucho y a lo mejor un día tu cara ya no les vale y desapareces de los programas. Estoy muy agradecida de estar en televisión, aunque es mucho ajetreo compatibilizar la tienda, con el programa, cuidar a mis tres hijos.... Sin la ayuda de mis padres no sería posible. A mis días le harían falta cuatro horas más.

¿Cómo se lleva eso de ser colaboradora y ser parte de la noticia?

-Se lleva mal porque es tu vida y tus cosas, sobre todo cuando no te sientes comprendida, para qué te voy a engañar. Eso no es plato de buen gusto para nadie, cuando lo vives en tus carnes lo llevas muy mal. Yo soy incapaz de hacer leña del árbol caído, de aprovechar los momentos de debilidad de alguien para darle caña, porque me pongo en su piel. A veces me gustaría ser más incisiva, pero duermo muy tranquila.

¿Qué es lo que más le ha costado aprender en estos once años en televisión?

-Lo más complicado ha sido llegar a la conclusión de que no va a entenderte todo el mundo y que si a alguien le caes mal, te va a ver mal siempre. Me cuesta trabajo todo eso, aunque cada vez me cuesta menos. He aprendido a no tener que dar tantas explicaciones, porque llevo toda mi vida dando explicaciones. Las opiniones que realmente me importan son las de la gente que me quiere.

¿Es el ambiente en el plató de ‘Sálvame’ realmente tan hostil como se ve a veces? En ocasiones se ven auténticas guerras dialécticas...

-A veces es mayor porque el público no ve lo que hay detrás. Cuando se apaga el piloto rojo, siguen las discusiones y a veces son mucho más fuertes porque ya no entran el juego cuestiones como el horario infantil. También ocurre para bien porque hay disputas que acaban en abrazos y quizá no se ven en la televisión.

¿Cómo se ve de aquí a cinco años?

-Me gustaría seguir tal y como estoy ahora porque soy una afortunada. Si pudiese ir a mejor, me gustaría verme en mi tienda, con mis colecciones propias.... Yendo con un maletín de tienda en tienda vendiendo mis propios diseños y ser reconocida por ese trabajo que espero poder hacer.Está en Barakaldo. ¿Qué impresión tiene de Euskadi?

-Me gusta muchísimo el ambiente, cómo se vive en la calle, los pintxos, la gastronomía... Estuve en Aste Nagusia con mi gran amigo Iñaki Iglesias que me hizo de cicerone a cambio de que me cortase la melena. La próxima vez que vean que me he cortado el pelo, quizá sea porque haya estado en Euskadi (risas).