Donostia - Es la primera vez que visita Euskal Herria, un país del que sabe mucho. Amigo de la colonia vasca en Cuba, Ray Fernández sabe lo que es tocar, por ejemplo, con Ruper Ordorika. Hace años, ambos participaron en una gira que transcurrió por distintos lugares de la isla caribeña. También es asiduo de otros festejos como el Aberri Eguna, donde se involucra como un vasco más.

Ahora, el trovador llega a Euskal Herria para empapar esta tierra de las sabrosas melodías que elabora, adornadas siempre de letras mordaces, cargadas de ironía. Hoy se estrena en el Gazteleku de Oñati (22.30 horas) y en marzo se paseará por varias ciudades vascas: el día 6 estará en el Modelo de Zarautz, un día después en Plateruena de Durango, el 19 en Bastero (Andoain) y el 22 en la Zentral de Pamplona, entre otros escenarios.

“Les traigo a Cuba en el alma”, avanza el músico cubano, que llega acompañado de su banda Tres tanquistas y un perro, y asegura que quiere llevarse de vuelta “un buen trozo de Euskal Herria”. “Vengo acompañado por tres músicos excepcionales y peligrosamente simpáticos -avisa-, de cuyo concurso va a depender el éxito de esta gira. Ellos son Miguel Valdez, en el bajo, Roilan Carballozo, en la percusión, y Lorenzo Molina, en la trompeta”. El músico admite que no vienen a hacer turismo, pero quieren divertirse: “Por supuesto. Vamos a tratar de sentir en euskera y a la vez contaminarlos con nuestra música”.

Enfoque crítico Fernández es un trovador cubano que, guitarra en mano, invita a la reflexión y a la alegría. Cocinero de graduación, nació como trovador en la cultura vecinal de su barrio y en la nocturnidad del Malecón habanero. Cantor y autor, virtuoso dueño del viejo son y de la nueva trova, se apropia de las más diversas sonoridades foráneas. En cuanto a la letra, Ray sostiene una lírica enriquecida por el habla popular y la literatura culta, y cuenta las cosas que pasan, incluso en el mismo momento en que canta. Trata con un enfoque crítico las penurias económicas, la realidad social, las coerciones políticas y las posibilidades del desarrollo humano, siempre con humor y dejando un amplio margen a la improvisación.

En ese sentido, son muchas las crónicas sociales de Ray, El obrero, Lucha tu yuca, El gerente, Matarife, El librero o Echa pa’cá, de manera que quien escucha sus canciones se documenta también sobre la realidad cubana. Pero su arte es mucho más amplio: Condená, por ejemplo, es un ocurrente cántico de amor y desamor; Ray también modula hermosos poemas líricos como El son de José, dedicado a la memoria de José Lezama Lima, ilustre autor de Paradiso. Además de la originalidad de los textos de sus canciones, el especial timbre de su voz y su fuerza de interpretación hacen de él un músico inusual y explosivo.